𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 10

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¿No se podía ser más idiota de lo que ya era, verdad?

¿Cómo se le va a ocurrir ir con el único Omega del departamento a hablarle?

¿Hablarle? ¿Sobre qué?

Tal vez de sus brillantes ojos que dejaban en completo ridículo a las esmeraldas puras, o sus preciosas pecas que simulaban constelaciones, o su piel pulcra y suave, parecida a la misma seda; o tal vez...

Ya déjese de ridiculeces.

— O-oye ¿estas bien?

Sacudió su cabeza alejando los pensamientos de su mente.

— Yo... Mejor me voy...

Izuku miro extrañado al chico que se iba, finalmente entró al vestuario de Omegas y se cambió a su uniforme.

En el vestuario de Alfas...

Hermano no puedo creer que le hayas dicho eso a Midoriya en pleno entrenamiento — replicó Eijiro mirando a Yosetsu.

Oye hermano, entiéndeme, tenemos que movernos, con el permiso de Bakugo podemos unirnos a él para cortejarlo, y si tenemos suerte la manada ya estará formada para cuando llegue su celo— habló mientras se aplicaba el desodorante.

— ¿Manada? ¿Quieren hacer una manada?

— ¡No es nada de tu incumbencia maldito mitad mitad, metete en tus propios asuntos! — amenazó Katsuki sacando explosiones de las manos.

— Chicos, chicos por favor, no queremos peleas— intervino Sato poniéndose en medio de los otros dos Alfas.

Katsuki le dio un última mirada de odio hacia Shoto.

— Bakubro calmate...

— Dejalo en paz Bakugo.

— Él fue el que se metió— dijo para darle la espalda y volver a su casillero.

En los vestidores Beta...

— No me puedo parar — dijo Denki apoyado en su casillero delirando.

— Si los entrenamientos van a ser así de intensos, no creo aguantar una semana, menos un año.

Oye Kaminari, ¿ya tienes algo? — cuestión Tetsu mientras se sentaba al lado de Denki poniéndose la playera.

Le pregunté su opinión sobre las ya sabes que, y me dijo que sería algo tener una.

— Eso es buena señal, hay que empezar a movernos, ahora que Bakugo no será un problema.

Siguieron hablando sobre lo que harían para cortejar en masa a Izuku, lo que ambos no se percataron, fue que tres Betas más habían escuchado toda la conversación.

Pará cuando todos ya estuvieron adentro del salón (esta vez no sacaron a Hanta) el profesor puso muchas actividades, así pasó el día entre libretas y silencio.

La campana sonó, dejando a los alumnos levantandose de sus lugares y guardar sus cosas.

Izuku, ya con su mochila en hombro, se dirigió a la mesa de Mashirao.

— ¡Ojiro! ¡Hola Shoji, Tokoyami!

— Hola Midoriya

— Saludos Midoriya

— Ojiro, acordamos que terminariamos el trabajo en mi casa en la tarde— Mashirao asintió, vio a sus dos amigos y ambos a sintieron.

— Si lo recuerdo

La manada de Izuku Midoriya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora