Torrente de Terror

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¡McGarrett! ¿¡Qué te pasa, idiota!? ¡Necesitas ayuda! ¡Yo te la pago!

¿Por qué?

Danny reía con ganas al ver esa escena. Vlad veía a la azabache con una sonrisa, pero también negando con la cabeza.

—Creo que ahora entiendo porque, en parte, tienes ese enorme complejo de héroe y sacas tus ideas locas para los combates

La joven puso pausa al episodio de «Hawaii Five-0» y miró al mayor con una ceja arqueada. Era viernes en la tarde-noche y habían acordado verse en la casa del mayor para una tarde de series, pero de último momento le llegó al mayor trabajo, tanto de la alcaldía como de sus empresas, y no tuvo más opción que atenderlos. No obstante, para no "perder esa tarde", Vlad llevó su laptop a la sala de video y mientras trabajaba escuchaba la serie que su pequeña tejón eligió.

—Ese gusto es de hace poco —contestó Danny—. Soy más de superhéroes y fantasía

—Pero de lo poco que he visto pareciera que te sientes ese famoso Steve McGarrett —comentó Vlad

—Sí, un poco —admitió la azabache con una sonrisa culposa—. Además, tengo que reconocer que es guapo, al igual que su compañero, Danny Williams —la chica miró de reojo al mayor y conteniendo una sonrisa burlona al ver que el comentario no le hizo ni pizca de gracia al platinado, por lo que agregó—: Pero nadie se puede comparar con el primer halfa que está a mi lado y es mi novio

Vlad sonrió a la vez que miraba a Daniela con una ceja arqueada.

—Te salvaste por esta vez, pequeña rufián

La joven solamente hundió los hombros como respuesta. Puso Play al capítulo y regreso su atención a la pantalla. Siguieron viendo el capítulo hasta que de pronto se escuchó la canción «Roar» de Katy Perry. Danny sacó su teléfono y apago la alarma que le indicaba que faltaban quince minutos para su toque de queda. Los dos halfas se pusieron de pie y recogieron todo; Danny tomó la laptop de Vlad para llevarla a la oficina y entonces vio un archivo abierto. El mayor se percató de que la joven se quedó quieta y de pie a medio camino.

—Daniela ¿estás bien?

—¿Eh? ¡Ah, sí! No es nada

Como era de esperarse, Vlad no se tragó eso, y mucho menos al ver el infantil intento de la azabache de ocultar su laptop tras su espalda. Se acercó a la chica, la tomó de los hombros para que no se moviera y vio la computadora portátil; la joven había encontrado el resultado de su nivel de aceptación como alcalde. El platinado miró primero al aparato y después a ella. Cerró la laptop y la recuperó.

Danny supuso que se metió en problemas, así que se volvió hacia el mayor para disculparse, pero un dedo se posó en sus labios callándola.

—Tranquila, pequeña. No es nada —dijo Vlad con una sonrisa. Quitó el dedo de los labios de la joven y esa misma mano la llevó al cabello azabache y lo alborotó con cariño—. Esto no es algo en el que puedas ayudarme, y no lo digo porque seas una adolescente, sino porque aun así no creo que pudieras ayudarme mucho

Quitó la mano de la cabeza de la chica y salió de la sala de video de camino a su oficina. Esa respuesta no fue suficiente para Danny. Siguió al mayor hacia su despacho; vio a Vlad dejar la computadora portátil en su escritorio y se acercaba a la chimenea apagada donde había varias fotografías en la repisa de la misma. La joven se acercó con cautela hasta quedar de pie junto a él. Para sorpresa de Danny las fotografías que había ahí eran de Vlad en compañía de la familia Fenton.

La joven observó de reojo al mayor, quien miraba fijamente una de las fotografías, iba a preguntarle qué le sucedía, pero se pronto se escuchó la canción «Won't Get Fooled Again» del grupo The Who, era su segunda alarma que le indicó que debía regresar a casa en diez minutos.

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