La garra salvaje

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Meter a Daniel a la casa fue la parte fácil, lo difícil fue esconderlo. A pesar de que Jazz sabía respecto a Phantom, Danny nunca le contó a su hermana respecto al niño fantasma, por lo que volvió al viejo hábito de mentirle a toda su familia. Aunque no tuvo que hacerlo; quizá olvidó que le avisaron o, como siempre, su familia olvidó avisarle a ella, pero el punto era que Jazz y sus padres irían el fin de semana a New Haven, Connecticut a visitar la Universidad Yale y consultar el proceso de admisión.

—Entonces ¿no los acompañaré? —preguntó la menor Fenton para asegurarse

—Teníamos la intención de que nos acompañaras, cariño —aseguró Maddie sin mirar a su hija menor porque seguía empacando—. Pero necesitamos que alguien se quede en casa para vigilar la ciudad en caso de algún ataque fantasma.

—Así que ¿dejarán a una adolescente de quince años a cargo de luchar contra fantasmas? —preguntó sarcásticamente Danny logrando que no se notara en su tono de voz

—¡Vamos, Danny! ¡Eres una Fenton! —dijo Jack dejando de empacar para mirar a su hija menor—. Y los Fenton somos los mejores cazadores de fantasmas del mundo

«Eso sería más que nada a las mujeres Fenton.» pensó Danny

No menospreciaba a su padre, pero era más que obvio que el patriarca Fenton no era el mejor en ese campo sino su esposa e hijas.

—Además, cuentas con la ayuda de Sam y Tucker. —agregó Maddie—. Tus amigos nos han ayudado mucho combatiendo fantasmas. También está la Cazadora Roja, podrían hacer equipo con ella

Danny solo se encogió de hombros. Como Fenton podría contar con la ayuda de Valerie. Como Phantom... a pesar de que la ayudó a salvar a Daniel, aún había asperezas entre ellas.

—De acuerdo. Así que además del Escudo Fantasma, me aseguraré de cerrar puertas y ventanas con llave...

—¡Oh no, cariño! —interrumpió Maddie—. Te quedarás con Vlad

—¿¡QUÉ!?

Su familia se cubrió los odios ante el grito de la azabache. En cuanto la joven se calmó, la familia miró confundida a Danny. ¿Por qué reaccionó de esa manera? En estos últimos meses se llevaba de maravilla con el alcalde de Amity Park (pensó el matrimonio Fenton) y tenían una relación de pareja (pensó Jazz). Así que no tenía sentido de que Danny actuara así.

Dándose cuenta de su reacción, la azabache carraspeó y dijo:

—Es que me sorprende que para combatir fantasmas si confíen en mí y prácticamente me permitan pelear sola, pero no puedo quedarme sola en casa. ¿No es algo contradictorio?

La pelirroja y los adultos se miraron. Danny tenía un punto. Si confiaban en ella para cazar fantasmas ¿por qué no para quedarse sola en casa? Últimamente la menor Fenton había demostrado lo responsable y madura que era, y una prueba de eso era confiarle la seguridad de la ciudad ante cualquier ataque fantasma.

Finalmente, la familia accedió a que Danny se quedara sola en casa, pero con la condición de que contactara a Vlad por cualquier cosa. La azabache tuvo que forzar una sonrisa al momento de contestar; lo que menos quería en ese momento era estar encerrada en las mismas cuatro paredes con el mentiroso, doble cara, traicionero, bastardo de Plasmius.

Una vez solucionado todo, Jazz y sus padres terminaron de empacar. Se despidieron de Danny y se fueron a Connecticut. En cuanto la azabache los perdió de vista, entró a la casa y cerró la puerta con llave.

—¡Camino libre! Ya puedes salir, Dani

El niño se asomó al final de la escalera. Al ver a su prima sola, sonrió y bajó deslizándose por el barandal.

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