El Anillo de la Ira

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Sabían que los halfas eran poderosos al no ser simplemente fantasmas, sino también humanos. Conocían la Zona Fantasma más que cualquier otro ser humano cazafantasma; su poder, sus caminos, sus secretos. Sin embargo, también sabían que el primer halfa era extremadamente peligroso; no solamente porque tenía mucho tiempo con sus poderes y se escuchan historias sobre él, sino que destruyó al guardián de la Llave Esqueleto, la cual todos en la Zona Fantasma sabían lo peligrosa que era, ya que podía usarse para liberar algo peligroso... o más bien, a alguien peligroso.

Vlad Plasmius llegó a una isla abandonada, antes de aterrizar se percató de que ningún fantasma habitara en él, puesto que ellos eran muy territoriales y lo último que necesitaba, era lidiar con algún fantasma "sobre protector" respecto a su propiedad. Dejó la caja de cristal sobre una roca y la analizo detenidamente; la caja no tenía cerradura por lo que sería difícil abrirla y sin embargo, no iba a rendirse con facilidad.

Plasmius analizó la caja de cristal hasta que finalmente encontró algo que le llamó la atención: en las esquinas de la caja —los cuales eran calaveras— donde parecía ser la puerta, se veían algo flojas. Vlad supuso que tenía que quitarlas de ahí para poder abrirla, pero no fue así. El halfa mayor quitó las manos ahí con enfado de no poder abrir la caja; pero cuando las retiró, las calaveras brillaron tenuemente de fucsia y al ver eso, Vlad sonrió con malicia.

—Entonces... así está la cosa —dijo en un susurro—. Necesita energía fantasma para poder abrirse. Al parecer, es con la intención de drenar la energía del ladrón y así impedir que la robe. Lastima para quien creó este patético sistema de defensa, ya que esto no es ningún reto para mí —dijo Vlad con arrogancia

Levantó las manos hacia las calaveras, las cuales inmediatamente brillaron de energía fucsia y empezaron a absorber la energía de Vlad. El halfa mayor empezó a debilitarse, pero no quitó las manos en ningún momento. Pasaron unos minutos —los cuales le parecieron horas a Vlad— hasta que finalmente se escuchó un pequeño chasquido proveniente de la caja. Vlad bajó las manos y vio la puerta entreabierta.

—Finalmente —dijo triunfante a la vez que abría la puerta y tomaba la llave con firmeza—, pude hacerme con la Llave Esqueleto —la contempló por unos segundos con un brillo de superioridad en sus ojos—. Al fin, podré obtener lo que he estado buscando por años —se guardó la llave en su bolsillo y emprendió el vuelo.

Desde que obtuvo sus poderes fantasmas estuvo investigando a fondo la Zona Fantasma, incluyendo sus mitos y leyendas. Una de ellas era sobre el Rey Fantasma, Pariah Dark, y los artefactos que poseía. Estos al ser usados, hacían que su usuario se volviera poderoso e invencible. Llegó a su destino y entro al castillo sin cuidado; recorrió todo el lugar hasta llegar a la estancia que se encontraba casi al fondo.

El lugar era enorme; las paredes eran rojas y en estas había esqueletos flaqueando. Plasmius miró el lugar con interés, hasta que logró ver la causa de su intromisión en el castillo, y sin miramientos, entró flotando en el lugar.

—Aquí estamos. La fortaleza de Pariah, hogar del Caballero del Terror —llegó hasta un esqueleto que se encontraba a los pies del lado derecho de unas escaleras, el cual sujetaba una esfera roja que contenía un anillo verde con negro y una calavera verde con los ojos rojos grabada en medio de esta—. Y antes de eso... —introdujo la llave en la nariz del esqueleto, la giró y la esfera se desintegró haciendo que el anillo cayera en la palma izquierda de Vlad—. El Rey Fantasma. Y aquí estoy yo, Vlad Plasmius —se puso el anillo en el dedo corazón de la mano derecha—, con todos sus poderes en la palma de mi mano.

Vlad trató de usar el anillo, pero nada pasó. Lo miró indignado y regreso su mirada al sarcófago que se encontraba en lo alto de las escaleras y fijó su mirada en la imagen grabada de una corona que parecía estar rodeada de llamas verdes fosforescentes.

Polos OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora