Capitulo 35

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La luna se alzaba sobre ellos observando a los licántropos en su forma más primitiva, el viento soplaba con fuerza dejando que la culpa se disipe, era por el bien de ella, todo lo que había hecho era por su bien, su padre no podía enterarse de lo que había hecho. Jamás se mantenía demasiado tiempo encerrado su cuerpo lo condenaba al sentirse débil, por eso en la tercera planta apoyado en el balcón, el remordimiento lo comía por dentro, sus hermanos, su padre, todo el mundo era ajeno a lo que en verdad pasaba.

—Piensas quedarte encerrado toda la noche —voltea apoyándose en la pared y caminar sintiendo como todo su alrededor daba vueltas mientras se deja caer en una silla—. Enserio Boston, no lo hagas.

—Está hecho, no puede pasarle nada —lo corta.

—Crees que AMINEL es la solución —lo encara viendo el rostro pálido de su hermano—, enserio tienes que decirlo no puedes...

—AMINEL es el medio a un fin —se apoya contra sus rodillas sintiendo como su estómago se revuelve a la espera de expulsar lo que cargaba en él.

—Sabes que AMINEL daña a los lobos, planeas condenarla.

Boston se queda en silencio sintiendo los ojos de su hermano fijos en él, no necesitaba un recordatorio de lo que pasaba tras las puertas, sin embargo, estaba destinado a proteger a esa loba, aunque se gane su odio. Según todo lo que le habían dicho tenía la capacidad de controlar a quien quisiera y si era lista su estadía en aquel lugar seria escasa. Desataría lo que AMINEL hace y todos ignoran, mostraría que los verdaderos monstruos no eran los licántropos si no la especie humana, solo necesitaba que la loba sea prisionera, alejarla de los lobos de eclipse y salvarlos.

Nadie lo entendía, nadie lo veía porque aquella loba era lo único que quedaba de Silki, era lo único que quedaba de la unión de ellos, una loba cuya vida pendía de un hilo. No podía ir a buscarla y decir "soy tu padre" pretendiendo que no había pasado nada, no cuando aquel acto condenaría la vida de ambos, sus ojos brillaban mientras miraba a su hermano, sus ojos lagrimeaban y la súplica latente en su posición.

—Shih está preocupada —susurra llevando las manos a su espalda—, teme que Berna lo descubra o peor...

—Nadie se va a enterar —lo corta—, mataremos dos amenazas de una mordida: AMINEL y el monitoreo de eclipses.

A la orilla del acantilado yacían enterrados los secretos que condenaban a Berna, aquel rincón cuyo primogénito vigilaba todos los amanecer sin ser consciente de lo que protegía en aquel pequeño lugar, los muertos hablaban, los vivos corrían y los asesinos se regocijaban. Voces, gritos, susurros, los pasillos albergaban los temores de los lobos, cuando más querían escapar más te perseguían, era así como en la quietud de las paredes los rugidos alertaron a Boston y Malamute. Todo lobo que acudía al consejo tenía el mismo problema, secretos, y nadie confiaba en Berna para confesar sus más oscuros tormentos, ayuda era lo que todos buscaban por eso cuando los ojos de Boston ven a la loba ensangrentada y al lobo sosteniéndola supo que algo andaba mal.

—Busca a Shih —ordena Boston saltando a la planta baja.

Sus piernas dolían por el impacto que le provocaba saltar tres pisos, aun así, todos le abrían espacio para que se encuentre con Russel, los tres eran un símbolo de esperanza entre licántropos: eran cazadores y rastreadores. Los lobos se agrupaban alrededor de la loba con psicosis sin comprender como aquella guerrera había caído tan bajo, sus piernas pateaban todo lo que estaba a su alcance, su boca largaba espuma, sus ojos estaban inyectados en sangre, sus garras habían lastimado sus brazos y los de Russel. Boston toma las piernas de la loba, viendo a Russel bajar la cabeza ante la presencia de su antiguo compañero quien toma a la loba presionándola contra él inmovilizando sus extremidades, la cargaba como si fuera un cachorro con tanta fuerza que los gruñidos de Cocker se volvían quejidos.

Luna Nueva [Eclipse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora