Capitulo 19

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El frio azotaba su cuerpo mientras las puntas de su cabello se sentían pesadas por la escarcha, sus pies dolían y pronto se rendirían ante el frio. Morir, acaso así era como iba a suceder, en medio de una tormenta, solo, perdido, sin rastro, sus sentidos lo traicionaban mientras intentaba caminar cuesta arriba en la montaña. Esperaba llegar a la cima y ver algo, nada, todo lo que veía eran copos de nieve, el cielo gris y la nieve que comenzaba a espesar.

La nieve cubriría su cuerpo inmóvil, su cuerpo no sería encontrado hasta la primavera o el verano, si es que aquel lugar conocía dichas épocas. Sus sentidos se encontraban bloqueados, su nariz estaba congelada, sus manos y pies estaban azules, apenas podía mantenerse consiente. Cae de rodillas sobre la nieve, perdido y muerto, era su fin, siempre había creído que su muerte seria imprevista, que no se daría cuenta, pero la realidad era otra, su cuerpo se rendía por partes, sus extremidades, sus órganos y pronto quedaría tieso.

Despertar al lobo, aquella criatura que habitaba en él podía salvarlo, su espeso pelado, su fuerza, su habilidad para permanecer días sin comer, debía despertarlo, aunque lo llevara más rápido a su muerte, no podía rendirse. Inútil, su cuerpo humano resultaba ser débil y flácido, había ganado, moriría sin oportunidad de intentarlo, la bestia yacía muerta en su interior, aquella criatura que mantenía dormida, yacía inconsciente. La montaña comienza a temblar, el suelo bajo sus pies se rompe mientras comienza a caer cuesta abajo, una avalancha, no moriría de hipotermia, moriría aplastado.

Movió sus dedos el dolor que sentía le obligo a soltar un quejido, se giró sobre su cuerpo hasta permanecer de espaldas donde sus ojos notaron el tenue brillo del fuego, abre los ojos y se sorprende al no ver nieve. Un techo, estaba en una casa, en un lugar seguro, se intenta sentar donde un gruñido llama su atención, se gira hacia un licántropo a su lado ayudándolo a recuperar el calor con su espeso pelaje. El lobo abre sus ojos y estos eran verdes, un verde brillante y pálido, se sienta ignorando al animal mirando las viejas paredes de madera, la mesa, las sillas y la pequeña cocina que almacenada comida podrida y platos sucios.

—Por dios niño despertaste –chillo una mujer obteniendo su atención—, creí que morirías.

La mujer se acerca a él tomando su rostro entre sus manos, los ojos verdes del niño la miran con sorpresa, intenta apartarla, pero se da cuenta que sus manos están vendadas al igual que sus pies. A su lado se levanta el lobo con su forma humana, su cabello negro y espalda ancha cubierta de marcas es lo único que logra ver antes que le arroja una toalla a la cara.

—Toma un baño, apestas –replico mirándolo con odio.

—Ignóralo, no le gustan las visitas –la loba sonaba amable mientras le tendía su mano para ayudarlo a levantar.

El niño se levanta cayendo, sus pies dolían no tenían fuerza, aprieta los brazos de la loba con una leve presión intentando mantenerse de pie. La loba sonríe y camina en reversa con tranquilidad guiándolo al baño, el lobo se pierde de su vista por un pasillo mientras la loba abre la puerta y lo deja dentro de la habitación llena de vapor.

Agua caliente, era algo que hace horas anhelaba, seguía vivo ¿Cómo? Debía haber muerto ante el frio, se sujeta del lavado y pasa una mano por el espejo viéndose por primera vez en días. Sus labios estaban morados y quebrados, su piel pálida, alrededor de sus ojos estaban negros y su cabello rojo parecía negro, intenta despertar los cambios de la bestia revelando sus ojos, apenas consiguió un pequeño reflejo amarillo. No lo había perdido él seguía, no se separó de él ambos se habían salvado ¿Dónde estaban?

—¿Cómo estuvo el baño? –pregunto la loba poniendo un plato de comida sobre la mesa que emanaba vapor—. Por cierto, soy Afghan y él es Inu –dijo señalando al lobo sentado en la otra punta de la mesa.

Luna Nueva [Eclipse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora