Capitulo 37

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Shetland temblaba envuelto en una manta sentado en el sillón mientras Cavalier aun transformado daba vuelta impaciente por la sala de haber perdido a la loba. Su mente luchaba ante la orden de la loba, no era capaz de cambiar para ir por ella o para subir a la oficina de su tío y buscar en sus archivos datos de las centrales de AMINEL. Su cuerpo le exigía obedecer las órdenes de Terranova mientras su mente comenzaba a idear formas de encontrarla, era inútil no podía hacer nada de lo que quisiera la loba era más fuerte que él a pesar de la distancia.

¿Cuánto alcance podía tener? ¿Cuánto duraría la tortura de no controlarse? Necesitaba calmar a su primo y por fortuna aquello lo podía hacer por lo que tambaleándose entre los muebles llega a su primo y cae de rodillas frente a él. Inclina su cabeza y estira sus manos contra el suelo dándole el poder de hacerle lo que quiera, no habían encontrado ninguna señal en el bosque, era como si mágicamente ella se hubiera ido y solo quedara el recuerdo de su existencia, su primo le había pedido que la cuidara y había fallado, no era capaz siquiera de cuidar de otro que fallaba.

Su única función en todo aquel plan era cuidarla, todos habían accedido era el único que a pesar de odiarla obedecía sus pedidos, Cavalier tenía una conexión indescriptible y su hermano como siempre era más fuerte cuya mente no se doblegaba por ella. Cierra los ojos sintiendo la respiración de su primo sobre su cuello, su saliva humedeciendo su piel y sus colmillos rozando la carne de su cuello, había traicionado al único que aun confiaba en él, sus brazos se cierran sobre su espalda y por primera vez ambos compartían el sentimiento de pérdida.

—No fue tu culpa –susurra su primo en su forma humana abrazándolo—, ella sabía lo que hacía.

—Un suicidio –siente a su primo tensarse por lo que se separa viendo el cuerpo de Cavalier cayendo contra el piso tomándose la cabeza.

—No, ella jamás –comienza a divagar perdiéndose en todos los escenarios posibles que debía estar soportando la loba.

No podía permitir que aquella loba pasara por todas las atrocidades que AMINEL decía hacer con todo ser sobrehumano que capturaba, no quería imaginar que tan verdad eran las cosas que los lobos que lograban escapar decían. Nadie volvía a ser el mismo, nadie podía siquiera imaginar pasar por aquella tortura algunos eran mutilados, torturados, abusados, sacrificados todo en nombre de la ciencia para acabar con el gen que les permitía ser cambia formas, que les permitía ser las criaturas puras que eran.

No lo entendían y ningún humano por más cercano a ellos podría entender, no eran licántropos, no eran lobos, no eran humanos eran lo que jamás nadie podría entender eran lo que eran por el simple de tener el poder de serlo, no lo eligieron, no podían cambiarlo y al igual que en los humanos ellos también tenían sus mutaciones. Él era una, aunque no lo supiera, sus primos lo eran, toda criatura viviente lo era y no podrían hacer nada para revertirlo ya estaban condenados desde el momento que nacieron.

—Es tu culpa –oyen los alaridos de Bastián desde el sótano donde Julia se encargaba de encerrarlo.

Ambos lobos se levantan del suelo desnudos siguiendo los gritos del niño que forcejeaba con la cazadora, ambos lobos se frenan a los pies de la escalera al ver el cuerpo del wendigo, ambos lobos sentían miedo ante aquellos ojos negros que no dejaban de verlos como lo que eran, lobos asustados. Sus instintos le aseguraban que en aquel estado el niño seria su perdición y con el mero tacto de su piel sería el fin para ambos, al igual que todos los lobos del bosque que fueron condenados por él.

Un cuerpo esquelético, unos ojos tan oscuros como la muerte, unas garras que desprendían líquido y una piel tan pálida que no se distinguía entre el blanco o gris.

—Bastián entra a la jaula –susurra Shetland con calma apartando a su primo—, cálmate y hablemos con calma.

Gruñidos y chillidos salían de la boca del wendigo que intenta saltar sobre Julia donde sus dientes estaban formados por filosas puntas dispuestas a todo con tal de matar. Julia lo toma del cuello y aparta cuando intenta morder su cuello, giran en el suelo donde ninguno estaba dispuesto a ceder, ambos lobos observaban con pavor la escena deseando que Julia pudiera encerrar a Bastián, las venas de su cuello se tornan verdes cuando escupe y su saliva comenzaba a quemar la piel de la cazadora.

Luna Nueva [Eclipse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora