Piero llevaba un buen rato reconociendo la zona a la que habían llegado. Desde que Tuan les hizo callar exactamente. Pese a que el hombre no era precisamente muy hablador se le hacía imposible hacer las cosas en silencio, y esa había sido principalmente la razón por la que se alejó a reconocer la zona.
Nunca había estado en Atlagur, el reino caía fuera de sus no muy extensos conocimientos. Sí conocía lo básico del bosque de los caídos, y no le parecía la mejor idea adentrarse ahí, ya que como era el camino le parecía absurdo andarlo dos veces. Le sorprendió ver tanto terreno vacío, sin usar y de un verde vígen que se extendía a todo lo que alcanzaba su visión. Disfrutó un poco del moviemiento del prado y se encaminó a una prominente colina. Desde lo alto creyó que sería la mejor forma de visualizar la zona, y si tal y como anticipaba, seguía todo tan vacío como lo que llevaba un par de horas viendo volvería con su grupo con la calma de que no había ningún peligro que los acechase por ahora.
El hombretón estaba bastante seguro de que nadie había pasado por ahí en mucho tiempo. Sus botas aplastaban con fuerza la hierba marcando el suelo, y dejando ver la tierra y el barro, y a su alrededor no había ninguna marca similar. Ni de carros, ni de caballos, ni de humanos y mucho menos de animales. Lo que sí era visible era algún nido de hormigas que se encontraba por allí y que Piero esquivó con cuidado. Algún insecto más se paseaba por el lugar, pero nada remarcable.
Una vez llegó a la cima de la colina cerró los ojos y respiró el aire puro del campo que tenía ante él. El mago de los portales los había traido a este lugar en cuestión de segundos según su reloj, pero según Piero y su percepción del tiempo parecían haber pasado más de diez minutos en ese espacio. El hombre sin un solo cabello en la cabeza hubiera deseado permanecer en esa pacífica calma eternamente, ahí donde no existía nada. Un lugar en el que el tiempo no corría, allí donde no existía nada tampoco había sucedido nada. Ahí su esposa no había nacido, y por lo tanto jamás había fallecido.
Abrió los ojos otra vez y comenzó a escanear todo el terreno en busca de algo fuera de lugar. No había nada que sobresaliese mucho. Si acaso una pequeña granja a lo lejos, pero la primera vez que el hombre pasó la mirada por ella no vió nada extraño. No fue hasta la tercera vez que Piero se percató de que realmente había algo extraño en esa lejana estancia. Según parecía por los alrededores hacía años que estaba inhabitada. Cultivos algunos podridos, otros demasiado altos como para estar siendo recolectados. Las vallas que delimitaban la propiedad del dueño del lugar estaban tiradas, y algunas maderas podridas. Lo que en algún momento fue un establo estaba derrumbado, los corrales con animales que parecían muretos, y los que no lo estaban campaban a sus anchas por el terreno. Por supuesto luego estaba la que debió haber sido la casa del dueño. Era de un color negruzco, como si esta hubiera ardido. Aún creía ver humo saliendo de ella. Por un momento llegó a pensar que quizá esa había sido la casa en la que anteriormente había residido la archimaga a la que buscaban. Pero no tardó en deshechar la idea. Sabía de primera mano como quedaba una casa de madera cuando ardía, y el aspecto de esa no se parecía para nada a una casa que ardió. En algún momento fue de dos pisos, pero ahora la planta de arriba estaba completamente derrumbada. Desde tan lejos no podía estar seguro, pero era bastante mas probable que fuese por la antiguedad y falta de mantenimiento que por un supuesto fuego. Piero juraría que si se acercaba más sería capaz de ver lo que quedaba dentro de ella. Su vista no daba a mucho más a menos que se acercase, pero no veía razones para hacerlo. Quizá por supuestos supervivientes, pero no era su tarea claro. No era un héroe, era un mandado, un trabajador al que le habían obligado a hacer algo a lo que no podía negarse.
Se dió media vuelta y regresó con cuidado de no caer colina abajo. Se sorprendió al notar cierta inquetud por esa casa, pero no sabía decir porqué. Sacudió un poco el cuerpo para alejar de él ese sentimiento y prosiguió con su camino.
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El Consejo de marfil
Fantasia¿Qué prodigio ha podido unir a tantos soldados? ¿Hacia que sueño marchan compactos como uno solo? ¿Acaso un sueño es suficiente para obrar algo así? Tras el asesinato de los reyes y el secuestro del heredero de Etherin los reinos medios sucumben al...