Tía Lacie abrazaba a Aziz con ternura mientras acariciaba su cabello. El pequeño nunca se había desplazado tan lejor de su hogar. Las pocas veces que había salido de la granja era para ir a las vecinas, y siempre había sido a pie. Ahora el traqueteo del carro lo había hecho enfermar, y el pobre chiquitín no tenía otra forma de gestionarlo mas que en brazos de su tía. Ya habían tenido que parar un par de veces para que el niño no devolviera lo último que comió y calmar un poco su mareo.
Pese a que nadie más parecía importarle el parar por el niño Will sí que mostraba cierto deseo de ir más rápido y sin parones. Declan fue el primero que trató de hacerle entender que el niño es pequeño y que es normal que los niños se mareasen en un trayecto así. El hombre, que aseguraba que lo entendía, insistió aún así que ya no habría más paradas y que Aziz debería aguantar pasase lo que pasase. Lacie le entregó una mirada llena de desdén y asco, pero el conductor del carro le devolvió una mirada indiferente. Sin mucho más que hacer volvieron a entrar en el interior del carro y la de cabellos castaños acunó al pequeño contra su pecho.
—Ya casi llegamos—los labios de tía Lacie se posaron en su frente—una vez allí podrás descansar en una cama y olvidar todo esto
La idea de dormir no le apetecía nada de nada. Sentía como si hubiera dormido un día entero, y su pequeño cuerpo, aunque estaba indispuesto, se sentía lleno de energía. Cuando llegasen junto al los amigos del abuelo lo que Aziz mas deseaba era pasear por el lugar de la mano de su tía. Descubrir las cosas nuevas que se escondían en el que quizá iba a ser su nuevo hogar y respirar el aire fresco. Sonrió levemente ya imagiándose en esa situación y se acurrucó mas en su tía.
—Te quiero mucho—le murmuró el pequeño a su tía con esa sonrisa que tenía en los labios
—Oh, mi niño—Lacie no pudo evitar sonreir tambien y darle varios besos por toda la cara. Se le había derretido el corazón ahí mismo de aquella forma que sólo Aziz lograba—Y yo a ti. Tanto tanto tanto que para cenar te haré gachas con miel.
El de cabellos negros sonrió todavía más y cerrando los ojos sonrió satisfecho. Sintió en ese momento como su tía comenzaba a acariciarle la mejilla con cuidado. Su mano estaba algo fría, lo cual era muy reconfortante, y no contenta con esas caricias que tan feliz hacían al niño comenzó a cantarle una canción de cuna que ya había oído alguna vez.
♪♫Un diminuto niño mira las estrellas, las estrellas desde su ventana♫♪
Aziz no tardó en dormirse. Su cuerpo se hizo algo más pesado al estar tan relajado, pero a Lacie le dio igual. No le molestaba en absoluto el tener a ese niño en brazos. Sabía que a veces lo mimaba mucho, pero no podía remediarlo. Era su pequeña debilidad.
Un par de horas después el carro se detuvo y Will dió un par de golpes dede fuera al cubículo.
—Vuestra parada—abrió las puertas traseras y se apartó para que pudieran salir
Lacie salió con Aziz en brazos, y pese a que tenía su nuevo hogar justo delante la mirada se le volvía a desviar a esa sutil cojera que estaba segura que Will tenía.
Al menos no iba a volver a verlo nunca más por estos lares una vez esto concluido, y eso la tranquilizaba enormemente.—Vaya...¿pero qué es esto?—El anciano miraba el lugar al que acababan de llegar y se rascó la coronilla con cierta confusión.
—¿Que ocurre, padre?—Lacie se apresuró a su lado y empezó a mirar el lugar.
Este no parecía una hacienda, que era lo que Declan había prometido que tendrían. Pero a juzgar por la expresión del anciano le había tomado por sorpresa también ver una posada que se alzaba alta e imponente a través de las murallas de piedra no muy altas.
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El Consejo de marfil
Fantasy¿Qué prodigio ha podido unir a tantos soldados? ¿Hacia que sueño marchan compactos como uno solo? ¿Acaso un sueño es suficiente para obrar algo así? Tras el asesinato de los reyes y el secuestro del heredero de Etherin los reinos medios sucumben al...