< Veintiocho >

48 2 7
                                    





« Final »


La cálida brisa movía las copas de los árboles, y con ello dejar filtrar los rayos del sol dar en el rostro inmutable de aquel hombre de piel pálida y cabellos azul rey que dormitaba.

Su respiración era tranquila, subiendo y bajando el pecho, una mano tras la nuca sirviendo de almohadilla y la otra sobre la cubierta del libro abierto sobre el abdomen que resguarda una pequeña parte de él y de su pareja.

Kyousuke tenía pocas semanas de gestación, compartiendo la felicidad de la noticia con el mayor de los Tsurugi y el pequeño Kyo de cinco años de edad, quien atendió a saber que tendría con quien jugar más adelante, aún si ya tenía a su amigo Takari.

El principal en saber la noticia debía ser Shuuya, aunque no le fue fácil a Kyousuke decirle la noticia. En esos días Goenji tenía presente un viaje, y de saber la noticia, sabía no se iría, y de hecho no quería tenerlo lejos cuando ahora su bebé se formaba dentro del vientre, un ser hecho con amor, mucho amor de las noches fogosas en las que sus sentimientos eran los protagonistas de sus cuerpos.

Noches de pasión y deseo floreciendo y ser expresadas con caricias y besos al otro, recibir y escuchar los gemidos y jadeos para terminar ambos en un extasis que los enviaba al cielo.

Desde el primer segundo de sentir la extrañeza en su cuerpo, se sentía feliz, pero no hallaba forma de comentarle a su pareja, aquella con la cual inició desde el momento que le subió al auto llevándole a la escuela, aquella en la cual floreció en sus días de escuela y la cual sigue y daría frutos pronto.

—Será mejor que lo hagas pronto –insistió Yuuichi —debiste hacerlo desde el primer momento. Compartir ambos la dicha de ser padres.

Kyousuke observaba el contenido en la taza con café, no le gustaba, pero el aroma aquella mañana le resultó apetecible.

—Se lo diré... cuando esté listo.

Entre abrió los ojos al sentir a unos metros de distancia a su pareja, el aroma tal vez común para muchos híbridos en cuanto a personas normales, pero para Kyousuke, Shuuya tenía un aroma delicioso y especial desde el primer día que le conoció.

Sin esperarlo, deseaba tenerlo, que fuera suyo y solo suyo. El mal trago que pasó por aquellos chicos del equipo, incitados por una hembra deseosa de obtener todo y luego botarlo, de pelear por lo que sabía en su corazón, era suyo.

Se alzó para nacer una sonrisa de los labios y extender los brazos para recibir a su esposo.

Logró estar tranquilo. Después de algunas sesiones de terapia, su impulso cegado de ser el dueño de Shuuya pasó a ser amor sin miedo ni temor.

Se acurrucó en aquellos brazos sobre el pecho cálido de su amante quien le estrechó a él —te amo.

—Haz estado... muy meloso –sonrío Shuuya recargando sobre el tronco de aquel árbol la espalda —me gusta –admitió.

Y es que Kyousuke no era muy afectivo, muchos menos en público, así era Tsurugi Kyousuke, que cuando quería se abrazaba, le besaba o tomaba la mano. Pero hace unos días comenzó a estar más pegado a él, de abrazarse a su brazo, abrazarlo o acurrucarse sobre él.

⚔️Mi príncipe ⚔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora