«Sensación»
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—Kirino no a venido hoy ¿le habrá empezado el celo? –cuestionó Hyura alarmado.
Masaki no le presto atención, algo que sabía desde que Kirina le saludo en la entrada y el otro solo bufó.
Aoi le había culpado ante los maestros por algo que en verdad no había hecho, y es que Kariya era famoso por causar bromas que, al final decir que el no fue era poco creíble.
Ganándose de castigo limpiar el salón solo y además de limpiar el comedor. El ver la sonrisa triunfante de aquella Mellifer le hizo ir contra esta quien fue salvada por el profesor Afuro, un híbrido Ryujin como Hakuryuu, el cual sabía bien ocultar su aroma y feromonas. Pocos maestros en la escuela sabían de ello, pero los alumnos ni idea.
El profesor Afuro Terumi de hecho era quien se encargaba de separar a los alumnos híbridos cuando había pelea entre ellos, aún si su cuerpo se veía frágil como el de una mujer, trataba de ocultar su fuerza ante ellos.
Y es que, el joven maestro siempre corría con problemas por ser como es, siempre maldecía su condición y algunos altos mandos se compadecían de él ayudándole a conseguir trabajo.
Soltó un suspiro irritado.
—Shindou –saco de sus pensamientos Kirina a Masaki, su cuerpo al parecer siguió al Phanter por instinto —¿sabes si empezó el celo de Kirino?
Le era sorprendente lo directo que llegaba a ser el amigo de su pareja, ahora veía por qué Ranmaru al estar con ellos siempre se le veía sonrojado o molesto —a pescado un resfriado, de hecho su hermano me envió un mensaje en la mañana, al pobre no le baja la fiebre –se veía la gran preocupación de su pareja en los bellos ojos.
—Ya veo... espero que se recupere pronto ¿no Masaki? –codeo al otro quien solo asintió sin prestar demasiada atención.
Pasadas las primeras clases, salieron a almorzar, y que es lo pero para Kariya que estar escuchando a su tío Midorikawa hablar sobre los diferentes tipos de helado, que ver a Hayato sentado a lado de Aoi, cerca, muy cerca.
Inútilmente Kirina trato de detenerle pero ni aún con su fuerza logró hacerle retroceder un paso, fue entonces que las chicas de la Mellifer salieron interponiéndosele, le rodearon acorralándole al fondo de la cafetería, Aoi en verdad que llamaba la atención de Matatagi quien no se inmutaba, algo que, en verdad desquiciaba a Kariya.
—No creo que quieras otro reporte ¿no Masaki
—Se dice que uno más y tendrás arresto domiciliario.
—¿A que extremo llegan contigo?
Decían las Mellifer obreras de Aoi. A Kirina lo tenían por otro lado también acorralado, y una ley entre alumnos era que, jamás debían meterte en un enfrentamiento entre dos híbridos que estaban tras su presa.
Y es que, aún sabiendo media escuela de la relación de Hayato y Kariya, también sabían de las insinuaciones y ganas que la abeja reina le tenía, más aún que el celo de la chica estaba cerca.
Pero todos quedaron totalmente quietos ante la esencia de las feromonas de enojo e irá de un chico en particular.
Las Mellifer dejaron de apresar al Panther y el murciélago, incluso Sorano se levanto de su lugar y por fin fuera del aroma "atrayente" de la reina, Hayato noto algo extraño en todo aquello, dando con los ojos de su querido Masaki quien gruño desviando la mirada.
—¿Kyousuke...? –cuestionó Hyura con el mayor tacto que pudo.
El mencionado le vio relajando su expresión ante las feromonas tranquilizadoras del Panther.
Todos volvieron a sus actividades, Aoi trato de atraer de nuevo a Hayato pero se detuvo con gruñido ante la atenta mirada del Lican.
Masaki salió de ahí con el pecho dolido de ver a ambos juntos, más aún que... se miraban tan... lindos, y eso era lo que más le enojaba.
Se encerró en los baños, lugar donde llegó Matatagi —¡déjame solo!
—¡No lo haré, y abre la puta puerta!
—¡que te largues!
No escucho ruido, pero en menos de un pestañear Hayato estaba dentro del cubiculo con él, se había saltado.
Le sentó en el retrete, aún ante la fuerza de Masaki, este se volvía débil ante aquel rebelde chico como él.
Su rostro fue tomando por la mano de Hayato mientras la otra se deslizaba bajo la camisa del chico empezando los sonoros gemidos.
Gruño empujando al moreno contra la puerta —hueles ella –dejó salir su esencia para impregnarlo de él de nuevo.