< Catorce >

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«Licuado»





Un buen desayuno es la base de todo, eso lo sabe muy bien la híbrida Lika, la chica sapo que no se dejen engañar por su aparecía.

Se mecía de un lado al otro en busca de todo lo necesario para su nutritivo desayuno a base de hojas, moras e insectos, los cuales eran comestibles, no comería cualquier bicho.

Y no sólo hablando de comida. Siempre ah sido simpática, abierta, algo fastidiosa pero ella siempre ganaba lo que quería sin trampas.

—Perdón cariño... Pero este bombón ya le tenía el ojo. Sólo aguardaba el momento indicado –se encogió de hombros aún ante la situación.

Hakuryuu no le perdía posada alguna, gruña a cada cosa que hacia y mostraba sus colmillos. Ibuki no sabía si moverse o no, si bien, Lika no parecía afectada con aquello, a cambio de Hakuryuu.

—Deja ya eso, lo asustas. Ya veo por qué opta por tener horas extras de entrenamiento, lo huelo. Te tiene miedo.

—¿Qué? –reaccionó. Frunció el ceño —eso no es cierto, Ibuki... –ensanchó los ojos al ver a Munemasa nervioso, más que eso —¿Ibuki? –no evito gruñir.

Al menos la lluvia lograba simular el sudor frío de Munemasa, pero no decía nada en contra de su aroma.

—¡¿Por qué carajos me tendrías miedo?! –de nuevo. Empuñó y respiro —nunca eh hecho algo que no quieras, por ende, de igual manera no haría que me tengas miedo.

—Eso dices tú.

—¡Cállate, perra Batracon!

—¡Ambos ya basta!

Tarareaba una canción con toda la energía. Están listo, sirvió en un vaso y tomó hasta el fondo.

—¡Es tan delicioso como él aroma de Munemasa! –chilló de emoción.

—¡¿Estas rompiendo conmigo por irte con esa zorra?!

—¡Claro que no! ¡¿Siquiera me estás escuchando?!

Los profesores a cargo de ellos incorrectamente tuvieron la decisión de dejarlos hablar para que solucionaran el asunto, pero a lo que veían, el final tendrían que interceder y de la forma que menos querían.

Sabían que Ibuki era un buen estudiante, un jugador de baloncesto excepcional aunque su personalidad causará en vez dolor de cabeza. Lika había estado el mismo tiempo que él en el equipo y no vieron cambio hasta que alguien entró a la vida del albino.

Se veía más cansado, fastidiado y se dormía en las clases o las prácticas, el entrenador hablo serio con él, pero las respuestas del chico era que todo estaba bien.

—¿Ven esto? Siquiera sabe que tenemos un partido importante con la ciudad vecina por la cual tenemos que ir ¿que significa ello?

Hakuryuu gruño y en un intento de lanzarse sobre la chica, Ibuki le detuvo al tiempo que un bala con sedante le hizo caer en sueño profundo al momento. Le cargo.

—Ibuki... esto es serio –habló serio el entrenador —no es bueno para ti estar con alguien así.

—Con todo el respeto que se merece profesor, este es un asunto de dos. Permiso.

Dicho eso, se retiró del lugar.

Todo listo, se calzó bien los tenis y tomando sus cosas salió de casa cerrando con llave. El camino era menos pesado cuando llevaba sus audífonos puestos.

No supo como termino el asunto de Ibuki y Hakuryuu, pero sabía que ambos tuvieron problemas y que la directora en curso hablo seriamente con Hakuryuu, a tal grado que se volvió una fiera, con Munemasa tuvo un régimen estricto de entrenamiento que le permitía a duras penas descansar un poco.

Ensanchó la sonrisa al llegar a la escuela, el autobús ya estaba esperando. Ibuki recostado sobre uno de los pilares de la entrada trasera del instituto, el ceño fruncido mirando el celular, tecleando rápido y después guardarlo.

—Hakuryuu... tú solo me estás dando en bandeja de plata a mi hombre –rió para escucha a sus compañeras y acercarse, pronto emprenderían el viaje donde ella si o si regresaría con Ibuki entre sus piernas.

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