Veintinueve.

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—Deberias de estar camino a tu casa no aquí — le dije mientras iba detrás de él, había tomado la bandeja con las cosas y la había dejando encima del mostrador.

Mi abuela y mi tía estaban detrás de esta y el chico hizo una revencia hacia ellas.

—Me quedaré aquí contigo estas dos semanas— volteó a mirarme y sonreí.

—No puedes ¿Y tus padres?

—No te preocupes por eso—se quitó la mochila que había en sus hombros y la dejó al lado de una maleta— ¿Puedo?— señaló los delantales que se ponen los trabajadores del restaurante que estaban colgados en la pared.

Mi abuela asintió y este tomó dicha tela y se la puso.

—No tienes porque...— dejó un rápido beso en mis labios y luego me sonrió, pasó por mi lado y tomó otra de las bandejas para ir a recoger las mesas.

Miré a mi tía y esta se encogió de hombros y fue hacia la cocina, miré a mi abuela y ella levantó sus manos a la altura de sus hombros negando con la cabeza.

Sí, ellas sabían de todo esto.

●○○○●

—Él nos pidió quedarse, no le ibamos a decir que no— me dijo mi tía y apreté mis labios.

—¿Te molestó cariño?— mi abuela acarició mi cabello y negué. Ella asintió y fui hacia la estufa.

—No, nada de eso, pero de seguro y sus padres lo esperan— me encogí de hombros, dejando los cubiertos en la mesa, mi tía ponía los platos mientras la abuela terminaba la comida.

—De seguro y él habló con ellos — ahora mi abuela fue la que se encogió de hombros.

—Ve a llamarlo, ya la cena esta—asentí y dejé el último cubierto encima de la mesa, para ir hacia la habitación en donde se quedaría Taehyung, la habitación de mi abuela.

La casa no es muy grande solo tiene tres habitaciones, así que mi abuela y yo dormiremos junta mientras que él se queda en esa.

Toqué la puerta y esperé a que él me accediera el pase o que simplemente la abriera.

—Ya esta la cena—Murmuré una vez  salió de la habitación, se había acabado de bañar.

Su cabello estaba húmedo y aun caía algunas pequeñas gotas de agua de él.

—¿Harás algo más tarde?— puso sus manos detrás de su espalda y negué— Vayamos a la azotea después de cenar—

—Esta bien— me sonrió y se acercó a mi para dejar un beso en mi mejilla, me envolvió en sus brazos y sonreí contra su pecho mientras abrazaba su cintura.

—Muero de hambre — mencioné y él rió.

—Vamos entonces— pasó su brazo al rededor de mis hombros y empezamos a caminar hacia el comedor.

Penúltimo capítulo

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Penúltimo capítulo.

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