Fourteen

1.1K 66 20
                                    


Un mes había pasado de la pelea que Scarlett había tenido con John. Aquella noche que cayó llorando en casa de Roger con la lluvia que hubo, había intentado arreglar las cosas con su amigo. Pero lo único que recibió fué un "La verdad no tengo más ganas de hablar sobre eso, Scarlett" de parte de John. La castaña entendió que ya no había nada que hacer.

Deacon había quedado herido. Bastante desilusionado, se obligó a olvidar a la muchacha. No podía volver a la amistad que había surgido entre él y la muchacha. Y por otra parte, Scarlett seguía sin comprender del todo por qué John se había enojado tanto. Creía estar segura de que era porque la quería mucho y no quería que Roger le haga daño... pero se veía muy enojado, y no le había dado muchas explicaciones del por qué.

Cuando se juntaban entre amigos John hablaba con todos de lo más normal, menos con ella y Roger. Se notaba, era obvio. Él ya no bromeaba con la chica, ni venía a molestarla juguetón, ni la abrazaba, ni le pedía que se junten a hablar por horas como solían hacer. Sino que hacía como si ésta no existiera, y por más que Scarlett estaba muy feliz con su nuevo "intento de relación" con Roger - aunque aún no fuera nada oficial - el tema de John le dolía bastante. Y al parecer a Roger también, porque se tensaba cuando estaban los cuatro juntos y John lo ignoraba.

Una tarde de los últimos días que quedaban del verano en Londres, se dirigió una última vez a la casa de John. Estaba nerviosa, demasiado nerviosa.

Tocó timbre en la casa del jóven. No era una casa muy grande, era bonita y sencilla... Tal como era John. En segundos alguien atendió el contestador del timbre.

– ¿Quién es? – sonó por el portero.

– John, soy yo... Scarlett... – Del otro lado John se quedó petrificado. ¿Qué hacía otra vez en su casa? ¿No sé daba cuenta lo difícil que le estaba siendo olvidarla? No le dijo nada por unos segundos.

– Vete, Scarlett. – murmuró fingiendo rudeza. A quién quería engañar, no era para nada rudo. La situación aún le dolía, y se podía notar en el fondo.

– No me iré hasta que abras la puerta. Escucho que John colgó el contestador del portero. Frunció el ceño. Golpeó la puerta. Nada. Volvió a golpear repetidas veces. – Sé que estás ahí John, puedo oír tus pisadas. – murmuró desde el porche de su casa. – Si no me abres la puerta en éste instante, te juro que será la última vez que intente solucionar ésto... Y desapareceré de tu vida.

John corrió a abrir. Pero abrió con cautela, sólo unos 15 centímetros.  La miró esperando una respuesta.

– ¿Vas a dejarme pasar? – Insistió la muchacha al ver que no abría más la puerta, sino que se había quedado asomado mirándola.

John no dijo nada, abrió la puerta por completo y se hizo a un lado para que Scarlett pasara. Ésta entro con firmeza. John cerró la puerta tras suyo, y apoyo su espalda en ésta.

– ¿Qué quieres? – preguntó finalmente cruzado de brazos. Scarlett volteó a mirarlo una vez dentro.

– Quiero arreglar ésto, John.

– No hay nada que arreglar.

– ¿Tan poco te intereso? – la muchacha entrecerró sus ojos.

– No tienes idea lo mucho que me interesas.

– Lo sabría si lo demostraras. – John soltó una risa amarga y negó con la cabeza mirando sus pies. – Ni siquiera sé si tendría que disculparme yo, o pedirte a tí que te disculpes. Porque no me has explicado absolutamente nada desde la última vez que me hablaste. Después de eso me tratas como un fantasma, como si no existiera.

A Kind Of Magic | Roger TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora