Twenty seven

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El lunes por la tarde, Scarlett salió de trabajar y se dirigió a la casa de su novio. Después de aquel sábado las cosas habían quedado distantes y no se habían vuelto a hablar, debía solucionar las cosas, ya no eran dos niños.

— Scar... — musitó Roger al verla en su puerta. Ésta entró y lo abrazó con fuerza por la cintura.

— Perdón por arruinar todo... No quería darte ésta bienvenida, quería que sea perfecto... Y me odio a mí misma por arruinar todo siempre. — musitó en sus brazos, mientras Roger la acariciaba por la espalda negando con la cabeza. Luego cerró la puerta de entrada.

— ¿Qué dices? No arruinaste nada, no lo quise decir en serio Scar. Te amo, y nada cambiará eso. — levantó su rostro. Scarlett asintió apenada.

— Te amo Roger. — musitó y se paró en puntas de pie para besarlo con ternura. — Lo siento, de verdad.

— Está bien, yo también lo siento. — sonrió de lado. Scarlett suspiró viéndolo a los ojos, aquellos ojos azules que tanto amaba, aquellos ojos que la cautivaban. Admiró cada detalle de su rostro y volvió a besarlo. — ¿Quieres comer algo? ¿Que dices?

— ¿No almorzaste? — preguntó apenada.

— Si lo hice, pero no sé si tú comiste algo...

— Me apetece algo para el café. — Sonrió de lado.

— Me parte el alma verte así, ¿Cómo puedo animarte? — preguntó frotando su espalda con calidez. Acto que sabía que relajaría a su amada, la conocía muy bien. — ¿O que te parece si vamos a tu confitería favorita y traemos tus favoritos? Croassant acaramelados.

Scarlett sonrió amplio dejándole saber al rubio que aquella idea le encantaba.
Roger tomó su abrigo, su billetera y llaves y salieron abrazados caminando por las calles de Londres directo a la panadería favorita de Scarlett. Estaba a pocas cuadras de la casa de Roger, pero éste le pidió que ella se quede afuera porque le tenía una sorpresa. Una vez compró todo volvieron a su casa y éste preparo café, amenazándola con que no se le ocurra abrir la caja de postres que habían comprado.

— Bien, ahora sí creo que está todo listo. — observó Rog mientras ponía una pava de porcelana con café en la mesa y ahora sí ponía la caja de la confitería en la mesa.

— ¿Por qué tanta sorpresa? Sé que pueden ser Croissants acaramelados. — comentó Scarlett entre risas, ya sentados en la mesa. El sol de la tarde se colaba por las ventanas de la cocina, tiñendo sus rostros de un color amarillo anaranjado.

— Ya puedes abrir la caja. — le indicó el rubio, mirándola con la expresión de amor más pura en su rostro, y apoyado con sus brazos en la mesa.

Scarlett lo miró extrañada, ¿De qué iba todo eso?. Abrió la caja lentamente, y lo primero que notó fué que efectivamente estaban sus Croissants acaramelados, y algunos panes con crema y chocolate (favoritos de Roger) amaban mucho las delicias francesas. Pero al abrir la caja por completo, notó que había algo escrito en la tapa.
            "¿Te mudas conmigo?"
Scarlett abrió amplio su boca y se llevó una mano a ella. Miró al rubio que comenzaba a sonreír.

— ¿Qué demonios? ¿Es en serio? — preguntó comenzando ahora a sonreír, acto que relajó a Roger. Éste comenzó a reír y asintió con la cabeza.

— Por supuesto Scar, te amo. No quiero vivir un segundo más alejado de ti. Quiero que empecemos nuestra vida juntos, como una pareja oficial... Y cuando quieras.... — tomó su mano y besó su anillo. — Estoy listo para dar el siguiente paso.

A Kind Of Magic | Roger TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora