Twenty three

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– ¿Y tú anillo?

– En casa. – le respondió Scarlett a su madre mientras almorzaban en un restaurante del centro comercial de Londres. Paula la miró extrañada.

– ¿Está todo en orden?

– Por supuesto mamá. – la castaña intento calmar a su madre. – Sólo no lo traigo porque es muy valioso... Me aterra salir con él, uno no sabe qué loco puede andar por ahí.

La verdad es que la noche anterior se lo había sacado cuando se cumplió otra semana de que Roger no llamaba. La última vez había sido una llamada rápida, lo había escuchado algo ebrio y le decía cuánto sentía no haber llamado. Siempre decía lo mismo, que estaba ocupado, que no había línea, que estaba cansado, y muchas otros motivos más que Scarlett se preguntaba si quizá eran solo excusas.

No sabía qué le estaba ocurriendo. Intentó ponerse en su lugar cientos de veces. A veces lograba comprenderlo, entendiendo que era difícil estar lejos de casa, con tanta presión y sentimientos nuevos de euforia, adrenalina y felicidad. Entendió que siendo un hombre ya comprometido, teniendo tantas mujeres a su alrededor con el historial que había tenido sería una situación difícil para él. Y ahí era cuando ya dejaba de comprenderlo y miles de películas se formaban en su mente, enseñándole los peores pensamientos hacia Taylor.

El único que llamaba a menudo era John. Al principio ella intentaba preguntar sobre su prometido, pero John ya le había respondido más de una vez que si quería hablar con él le diría a Roger que él mismo la llame, ya que las veces  John la llamaba a Scar era para hablar de ellos, y de su amistad... No de Roger o de lo mucho que Scarlett extrañaba a su prometido. ella comprendió la situación, y no había vuelto a preguntar por el rubio en las siguientes llamadas. Y hablar con John ayudaba mucho, él le contaba varias cosas, como que hacían, a dónde iría  y a veces le contaba cuánto extrañaba a victoria. Se sentía muy feliz por su pareja amiga.

. . .

Por otro lado la mente de Roger Taylor era un caos. Estaba una gran parte de si que sabía que estaba comprometido con Scarlett, y sabía que la amaba y que era la mujer de su vida. Era esa parte que le recordaba llamarla, y preguntarle su vida y como estaba. Pero había otra mitad de él, la mitad que estaba repleta de euforia y excitación que le causaba aquella gira. Fiestas, celebraciones y noches de alcohol. Jamás había hecho nada malo, no se lo permitiría, y por eso mismo su antiguo yo estaba sufriendo. Había conocido cientos de chicas guapas, de todo tipo, fans, amigas, castañas, rubias, morenas, altas, bajas, curvilíneas, flacas. Pero jamás se dejó llevar por ninguna, no más que unas charlas, unas risas y nada más.

Y era una lucha constante, entre la parte que sabía que tenía que hacer las cosas bien para no cagarla con su prometida, y la parte en que le recordaba que aún tenía 23 años, que era un joven lleno de vida con sus mayores sueños y placeres en la vida ante sus ojos, y no podía disfrutarlo por completo como lo habría hecho hace un tiempo atrás. Pero sabía que aquel Roger, valga la redundancia, había quedado en el pasado. El ya no podía comportarse como un adolescente, porque ya había hecho su elección. Por más difícil que fuera.

Sabía que no se iban a casar en ese momento, ni a penas él volviera. Pero fué su forma de demostrarle por qué había cambiado por ella. Y que era un cambio irreversible. Cada vez que los comportamientos inmorales venían a su mente, hacia un esfuerzo increíble por controlarse. Pero a veces simplemente le ganaba.

– Viejo, Scarlett preguntó por ti. – mencionó John mientras almorzaban en la cafetería del hotel donde estaban parando. Anoche habían tenido una fiesta bastante descontrolada y Roger tenía unas ojeras hasta el piso, y una sed increíble.

– ¿Que le dijiste?

– Lo de siempre, que estabas ocupado y que te diría que la llames... ¿Por qué no la llamas?

A Kind Of Magic | Roger TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora