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– ... Daddy... – llamaba, ya sin fuerza, Mike. – ¡d-daddy!... – se esforzaba pero sus gritos eran apagados.Ya era de noche. Horas habían pasado desde que Flex le había ido a encerrar en esa fría habitación. Era la despensa, por lo que tenía comida, pero no mucho más.
Los gritos de Flex pidiendo ayuda e incluso a veces SU ayuda lo habían dejado muy confundido y de alguna manera muy triste. Pero no solo eso le daba miedo, lo otro que le daba miedo era que Trolli había bebido su séptima copa y eso significaba cuchillos. Tenía claro que eso le había pasado a Flex, pero, ¿Por qué gritaba tanto? Cuando a él le pasaba, no armaba tanto escándalo.
Lo que Mike no sabía era que Trolli era más cuidadoso con él, entonces no llegaba a... hacerlo gritar y rogar como a Flex.
Pese a que en el fondo quería al peliazul, en ese estado ese sentimiento tan simple no valía nada. Y como Mike era tan importante para él, la consciencia de Trolli era capaz de seguir amándolo aún en la completa locura.
¿Qué estaba haciendo Trolli ahora?
– ... – dejó la copa en la mesa. Se metió a la ducha para limpiarse la sangre y se acostó a dormir.Pero apenas dejó descansar la cabeza en la almohada escuchó un lloriqueo proveniente de la despensa. Se levantó de un brinco al recordar a Mike. Intentó abrir la puerta.
– ¡Daddy! viniste... F-Flex tiene las llaves.
El mayor no le contestó. Solo dio media vuelta. Caminó por la sala de estar hasta llegar a Flex.
– T-Trolli... – murmuró apenas sintió los pasos.
El mencionado tomó las llaves y se largó rápidamente. Como si no quisiera ver lo que había hecho. Le abrió a Mike y lo recibió con un demandante beso.
– N-no daddy. – se separó. – le hiciste eso a Flex, ¿no?
– ...
– Quiero verlo. ¿Por qué gritaban tanto? – caminó en dirección a la sala pero fue detenido de inmediato por los fuertes brazos del mayor. – quiero verlo... – el azabache lo tomó en brazos. Fue hasta la habitación y lo acostó en la cama. – ¿Por qué no me hablas? – vio una copa en el velador. – ...
Trolli solo se acostó también, dándole la espalda. No tardó en sentir el calor del menor pegado a él luego de un rato.
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– Buenos días Mikel. – despertó sobrio y... "normal", si así se le podía decir.– Buenos días daddy... ¿ahora podré verlo?
– ¿A quién?
– A Flex.
– ¿Qué? pero si el fue a casa, ¿no?
– No lo recuerdas.
– ¿Se quedó a alojar?
– ... Supongo. Estaba encerrado, daddy.
– ¿Encerrado? ¿Qué pasó mientras estaba ebrio? recuerdo que bebí la sexta copa, hablé con Flex, él como que ya se iba... Y ya. No mucho más.
– Bueno – tenía prohibido recordarle lo que había pasado. Órdenes del propio Trolli, pero en su estado de locura obviamente.
– Te traeré el desayuno, descansa un rato más.
– Ya
El mayor se levantó con una sonrisa. Pasó directo a la cocina. Abrió el cajón para sacar unos cubiertos para Mike.
– ¿¡Dónde fueron los cuchillos?! – no quedaba ni uno solo. – ¡Mike! ¡ven acá!
El mencionado se levantó y comenzó a caminar, pero al escanear con la mirada la sala de estar mientras iba hacia Trolli se quedó en shock con lo que vio.
– ... – estaba completamente paralizado.
– Te dije que vinieras. – vio su expresión. De inmediato se concentró en la marca para tratar de entenderlo y notó el miedo que tenía. – cachorro, ¿Qué pasa? – dejó lo que llevaba en la mesita y se acercó. Se agachó para quedar a su altura. – háblame...
– ¿Por qué le hiciste eso?
– ¿Mm?
– T-tú lo... – comenzó a llorar sin control.
– ¿Qué? ¿Qué hice? no llores.
– ... – señaló hacia Flex, intentando contener el llanto por unos segundos.
– No... ¡FLEX! – se acercó rápidamente. – no, no, no... – le tomó el pulso. – despierta, vamos. ¡Mike, vuelve a la habitación!
El menor solo le hizo caso en silencio.
– Ah... – entreabrió los ojos. Había quedado inconsciente casi toda la noche, pero eso le había servido para no gastar energía.
– ¿Qué pasó? – le envolvió las muñecas en una servilleta. – dios, Flex, ¿Cómo pasó esto? – lo abrazó mientras dejaba fluir sus lágrimas por verlo así.
– Llévame al hospital, estoy frío y es un milagro que siga vivo...
– ¿Qué? – la idea le parecía mala, aunque era lo que se debía hacer. – No. Tengo un botiquín.
– Mierda, ¡mírame! ¡tengo cortes por todos lados! – hasta algunos hematomas. Y no puede ser que no lo recuerdes.
– ¿No recordar qué? Mike reaccionó igual.
– ... ¿Cómo están mis piernas? me duelen mucho. Cada corte es horrible...
– Estás sin pantalones... – recién se había dado cuenta. – mm, están mal.
– Llévame al hospital, por favor. Ya pasaron muchas horas, los cortes podrían infectarse, necesito antibiótico.
– Bastará con un poco de alcohol sobre las heridas.
– ¡Por favor! – le tiró de la manga de la camisa. Estaba al borde de las lágrimas. – Muzi debe estar tan preocupado... por lo menos llámalo y dile que pasé la noche aquí.
– Eso sí puedo hacer. Y no llores, que ya me basta con uno. – tomó su celular y comenzó a llamar. – hola Muzi.
– ¿Dónde mierda está?
– Sí, sí, tranquilo, te oyes furioso.
– ¡Podría haberme dicho que se quedaría allá! pasé toda la noche en vela.
– No eran los planes.
– ¿Lo voy a buscar?
– No te preocupes, que yo lo llevaré más tarde.
– Quiero hablar con él.
– ... Se está duchando.
– ¡Oye! ¡Trollino!
– Lo siento, adiós. – cortó.
– Yo también quería hablar con él. – bajó la mirada. – pobrecito, se oía enojado pero sé que en el fondo también estaba deprimido.
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El Vino de tu Copa | Baby boy~₰Mikellino °Omegaverse°
FanfictionJamás se enterarían de como consiguió un Baby boy, pero a nadie le importa, porque nadie sabe que lo hizo. Desde su adquisición, Mike siempre ha visto como su daddy toma vino siempre que no está la universidad. Lo hace todo el tiempo, sin embargo c...