Capítulo once.

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Mateo

—Pensé que íbamos a adoptar un enfoque de "divide y vencerás". Minimizar nuestras interacciones en la medida de lo posible. —dijo Cuauhtémoc, mientras caminaba perezosamente hacia su escritorio.

Resoplé, aunque tenía razón. Había sido una sombra acechando en el fondo de mi mente toda la maldita semana. Y llevaba otra puta corbata de cachemira. La miró y luego me miró a mí, con una sonrisa astuta y expectante asomando en sus perfectos labios, anticipando claramente un comentario sarcástico. Así que no le hice ninguno.

—Habría pensado que me agradecerías mi contribución —Golpeé los archivos de mi escritorio—. Me pasé tres horas leyendo informes de casos más densos que tu cráneo mientras tú, ¿qué, te tomabas unas cervezas con tus colegas?

Una sombra cruzó el rostro de Cuauhtémoc.

—No exactamente —Rápidamente atenuó la expresión malhumorada, mirando hacia otro lado mientras abría de un tirón uno de los cajones de su escritorio y rebuscaba en él—. ¿Así que leer los informes de los casos era digno de ese texto de mierda de capa y espada de anoche?

Su irritable refunfuño era más dulce que la dona glaseada de chocolate que había tomado de la recepción esta mañana, esta vez junto con una servilleta.

—La verdad es que no. Sólo me divertía.

Le envié un mensaje de texto diciendo que había encontrado algo para nuestro proyecto y luego me fui a duchar, sólo para volver y encontrarme con una serie de mensajes de texto que iban en aumento.


***


Cuauhtémoc: ¿Qué es?

> ¿De verdad? ¿Sólo vas a dejarlo así?

> Oh. Vamos.

> ¿Sabes lo molesto que es eso?


Quería decirle que era tan molesto como sus corbatas, pero en lugar de eso tomé la decisión extremadamente madura de responder con:


Mateo: Te lo enseñaré mañana. Ahora estoy ocupado.


Cuando no respondió, me lo imaginé agarrando su teléfono, con la cara ensombrecida por la indignación, como cuando éramos más jóvenes y yo le robaba la pelota justo cuando iba a hacer su tiro, tan jodidamente seguro de que tenía los puntos en la bolsa.

Dejé caer una hoja de papel sobre su escritorio, que estudió por un momento antes de lanzarme una mirada vacía.

—Lo siento, ¿es esto...? —Giró el papel hacia un lado y luego hacia otro—. ¿Español? ¿Cirílico?

—Deja de fingir que reconoces el cirílico, idiota. —De acuerdo, mi letra dejaba un poco que desear, pero había llegado tarde—. Mientras leía esos casos, empecé a captar algunas referencias a casos anteriores que SB&N intentó. Así que empecé a hacer una lista. Pensé que podríamos ir a la sala de archivos más tarde y sacarlos, a ver si encontramos algo más. Al menos, apuesto a que sería bueno tenerlos como parte de nuestra investigación del caso. Demostrará que hemos sido minuciosos y que estamos prestando atención.

Cuauhtémoc miró la lista y se encogió de hombros.

—Okay.

—¿Okay? —¿Eso era todo? Le arrebaté el papel—. ¿Qué tal un 'gracias por sacrificar tu precioso tiempo y sueño por el bien de nuestro equipo'?

try me | matemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora