Mateo
En nuestro último lunes, tuvimos una reunión de toda la empresa en el auditorio, durante la cual se anunció a quién se le pediría que volviera el próximo verano. Como era de esperar, Cuauhtémoc pasó el corte, junto con Liza.
Al resto se nos invitó a volver a solicitarlo el año que viene.
Cuando el Sr. Nieto estrechó la mano de Cuauhtémoc con fuerza en el podio, la sonrisa de Cuauhtémoc se tambaleó brevemente antes de enderezarse. No importaba cuántas veces le hubiera dicho que se merecía la victoria, seguía luchando por conciliarla con la influencia de su padre.
Lena me dio un golpecito en el antebrazo mientras todos nos arremolinábamos con los refrescos de después.
—¿Puedo verte en mi oficina, por favor?
—Claro —dije vacilante y busqué un lugar donde dejar mi taza antes de que Cuauhtémoc extendiera la mano y la sostuviera. Le mostré una sonrisa de agradecimiento—. Nos vemos en la oficina. Intenta que Dylan no te la chupe en el ascensor. —bromeé.
Desde el anuncio de Cuauhtémoc sobre cómo le gustaba su "cerveza", la adulación de Dylan había alcanzado niveles sin precedentes, lo que también sirvió para que yo sacara a relucir un carácter ferozmente posesivo que había intentado negar tener pero que claramente tenía.
Lena cerró la puerta de su despacho y señaló una de las sillas frente a su escritorio, momento en el que empecé a ponerme un poco nervioso.
Me senté. —¿He hecho algo mal?
—Dímelo tú. ¿Lo hiciste?
Me devané los sesos mientras ella se sentaba frente a mí. Las cosas habían estado bastante relajadas durante la última semana, la carga de trabajo era menor, pero ¿había olvidado copiar algo para ella? ¿Olvidé sacar un archivo?
Fruncí el ceño.
Luego esbozó una sonrisa.
—En realidad, has sido uno de los mejores internos que he tenido. Sin embargo, a pesar de mis vehementes protestas sobre el nepotismo rampante en este lugar, las viejas costumbres no mueren por aquí. Fui a batear por ti y perdí, y lo siento.
Sacudí la cabeza. —Está bien. Me alegro de que Cuauhtémoc lo haya conseguido. Se lo merece tanto como yo.
—Sí, pero tú lo necesitabas más. Lastimosamente el mundo no siempre funciona así —Hice un ruido de reconocimiento pero no supe qué más decir—. Así que, aunque no puedo ofrecerte nada aquí, le conté a mi padrastro todo sobre ti. Le mostré tus ensayos, le dije qué clase de persona eres y en qué creo que te convertirás —Lena me pasó una tarjeta por la mesa—. Es un juez federal. Este es su número de teléfono y su dirección de correo electrónico. Todo lo que tienes que hacer es mantener tus notas altas este semestre, y luego enviarle un correo electrónico después de Navidad. Te estará esperando —Levantó un dedo—. Y en caso de que estés a punto de decir algo sobre que esto es una ofrenda de misericordia, no lo es. Es un reconocimiento a alguien que sigue apareciendo incluso cuando las cartas están en su contra.
—¿Sabe lo de mi padre? ¿Mi historia?
—Lo sabe todo —Asintió y se inclinó hacia delante—. Hay mucha gente ahí fuera que sabe que una ruptura dura no es una debilidad de la que avergonzarse, o un defecto permanente, sino algo que forja a una persona más fuerte. Sigue haciendo lo que estás haciendo ahora y estarás bien.
Me recosté en la silla, dándole vueltas a la carta en mis manos, sin palabras. Se me hizo un nudo en la garganta. También el pecho.
Lena murmuró una maldición y abrió un cajón del escritorio, sacando un paquete de pañuelos.
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try me | matemo.
FanfictionDos rivales. Una pasantía de derecho. Un montón de actividad objetable. No siempre fue así entre nosotros. Fuimos mejores amigos, crecimos. ¿Competitivos? Sí. ¿Despiadados? Efectivamente. A ninguno de los dos nos gustaba perder. ¿Pero la química...