try me | matemo.

Capítulo trece.

Temo

Santiago me encontró en la sala de conferencias F, con las carpetas desplegadas y el portátil abierto mientras intentaba elaborar una presentación en PowerPoint a partir de un esquema que Nelson me había dado antes. Esa mañana había tenido clase y me esforzaba por no quedarme dormido porque la sala de conferencias era cálida y repasar el esquema y hacer las diapositivas de PowerPoint era lo suficientemente tedioso como para adormecerme. Ya me había me cortado dos veces con papel cuando mis pensamientos se desviaron, sobre todo hacia Mateo. El escozor del papel cortando la piel se sentía como una penitencia.

—¿Ya está listo? —Se detuvo brevemente detrás de mi silla para mirar la pantalla de mi portátil.

—Faltan diez diapositivas.

Santiago ocupó la silla junto a mí y hojeó el esquema. —Probablemente estés acostumbrado a algo más... de lujo, viniendo de la oficina de tu padre.

Me reí. —No es así. No, esto está bien. Yo también fui un chico de los recados ahí.

Aunque no podía negar que la pasantía había sido un poco decepcionante hasta el momento. Esperaba ver al menos el interior de un juzgado, aunque lo único que hiciera fuera observar.

—Los omnipresentes 'ellos' creen que el trabajo pesado ayuda a separar a los trabajadores duros de los oportunistas que sólo quieren rellenar su currículum.

—La empresa de mi padre funciona igual.

—Y sin embargo, elegiste hacer lo mismo aquí este verano —Juntó los dedos en broma—. Interesante.

—Dirigiendo al testigo, ¿eh?

Santiago esbozó una sonrisa de agradecimiento. —Tal vez has encontrado tu actuación.

Ya había tenido esta conversación con Mateo, aunque el tono había sido diferente. El interrogatorio de Santiago me pareció más curioso que un medio acusador para conseguir un fin. Pero en cualquier caso, no quería repetirlo necesariamente. Así que le di la vuelta a las cosas.

—El ayuntamiento, ¿eh? ¿Así es como conociste a mi padre?

Santiago asintió. —Empecé a ir a las reuniones del consejo el año pasado, con la esperanza de que aprobaran un parque en el distrito. Fui al instituto público de ahí.

—¿Sí?

—Sí. De todos modos, se había deteriorado con los años. Me entristece. Pasé mucho tiempo ahí cuando era niño. Mis padres trabajaban constantemente.

—¿Chico de la guardería?

—Básicamente. El parque no se aprobó, pero seguí yendo a las reuniones. Tu padre fue el que me sugirió que me presentara al consejo. Se enteró de que había estudiado en la Universidad —Miró por la ventana con una expresión que se acercaba a la vergüenza. O quizás era la incomodidad de alguien que no está acostumbrado a hablar mucho de sí mismo—. Tu padre siempre me ha inspirado —Me lanzó una mirada y rápidamente añadió—: Al menos desde la distancia. Apenas somos más que conocidos. Pero conozco su trayectoria profesional. Lo mucho que ha trabajado para llegar a donde está. Lo extraño que debe haber sido ver caer a un antiguo socio. Buena redirección, por cierto.

Un sentimiento de inquietud retumbó en mí. Por supuesto que lo sabía.

—¿Qué es esa mirada? —Ladeó la cabeza hacia mí, y traté de suavizar la cara que había puesto.

—Nada, es sólo que... —Dudé sobre qué decir, cuánto decirle sobre mi padre. ¿Que el pedestal en el que lo había colocado era erróneo? Ni siquiera estaba seguro de que ese sea el caso—. No creo que sepa que Mateo también es becario aquí, y mucho menos que es mi compañero. Y...