ECHO (Parte 2 de 2)

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Prepararé mis bártulos y cogeré un avión directo a Volusia. Aterrizaré antes de que lo haga él y después solo tendré que reclutarle. No será fácil, pero voy a lograrlo, tengo la mayor de las motivaciones. Si en el presente se conoce de la existencia de Rem, es porque yo voy a conseguir que se una a mí.

Ya perdí su pista en su anterior vida, cuando yo no era más que un enfermero de ambulancia, que llevé su femenino cuerpo al hospital y no volví a verlo jamás. Pues en esa vida, mi ser moría en un atraco a mano armada por unos pandilleros que decidieron violar a un joven que volvía a su casa tras catorce horas de trabajo. Me cogieron y lanzaron en un callejón. Entre tres me sujetaron boca abajo y uno, el líder del grupo me violó analmente hasta que me sangraron todos los poros de mi cuerpo. Me golpearon en la cabeza y en la boca para que no gritara y me fueron penetrando uno a otro, hasta dejarme sin sentido. Al terminar, no contentos con su violenta labor, me apuñalaron en el costado tres veces y me extirparon el pene y los testículos. Me dejaron tirado en el suelo y se fueron corriendo. Yo no grité, ni intenté salvarme. Ya conocía la realidad que nos rodeaba y asumí que aquella realidad tenía que llegar en ese momento a su fin.

Pero gracias a mis conocimientos en medicina, pude alternar las rutas que realizaba con la ambulancia, para encontrar personas que estuvieran sufriendo brotes psicóticos. Efectivamente, buscaba remanentes. Encontré cinco en esa línea temporal. Uno de ellos era Alfa, que me reconoció como un igual y me pidió que continuara investigando. De los otros cuatro, tres no llegaron a existir y el último fue Sarah... Eider... Rem. No podía volver a perderle la pista.

En cuanto el avión tomó tierra, me dirigí al punto en que todos los noticieros decían que iba a aterrizar la cápsula de rescate donde viajaba el astronauta Eider Ross. Sabía que habría gente presenciando tal acontecimiento, pero no imaginé que hubiera tanta... ¿Cómo? ¿El ejército?, ¿Furgonetas de la NASA?... Un momento, ¿aquello era una caravana de OBSYDIAN? ¿Cómo era posible? Sabía que OBSYDIAN existía en prácticamente todas las realidades, pero ¿qué hacían aquí? ¿Acaso habían averiguado que en esta realidad existían de los remanentes?

—Alfa, Alfa, ¿me recibes? —Vuelvo a contactar desde la seguridad de mi cueva en el presente.

—Te recibo, Echo. ¿Qué ocurre?

—Estoy en la zona de aterrizaje. Pero OBSYDIAN está aquí también. Han desplegado una barricada y al ejército.

—¿OBSYDIAN? Pero eso no es posible. ¿Qué probabilidad hay de que sepan algo?

—No tengo ni idea, pero aquí están. Necesito que contactes con el resto de las facciones. Algún remanente debe haber coincidido en esta vida, aunque fuera de niño, y por eso no habíamos encontrado a ninguno antes. Alguien debe saber qué hace OBSYDIAN aquí.

—No hay nadie más en ese punto, lo sabes. Hemos preguntado mil veces y ni un solo remanente más ha vivido en ESE año 2104.

—Mierda, ¡Joder! ¿Qué hago? No puedo acceder a Eider.

—Déjame buscar algo de información. No te muevas de donde estás.

—De acuerdo.

Habían pasado apenas veinte minutos cuando Alfa volvió a ponerse en contacto conmigo. Él estaba en la facción sur –la lideraba–, a muchísimos kilómetros de mí, pero manteníamos todos el contacto con unos chips que había diseñado uno de los nuestros, que tuvo la suerte de ser, durante sus vidas, once veces desarrollador de dispositivos de comunicación.

Así que teníamos lo mejor en sistemas y los utilizábamos como una extensión más de nuestros cuerpos. Los llevábamos implantados tras la oreja izquierda y eran prácticamente invisibles. De ahí su importancia para nosotros.

—¿Echo?

—Dime, Alfa.

—He conseguido contactar con un remanente de la facción este, que no vivió en ese año 2104, pero sí conoció en una de sus vidas a uno de los remanentes virtuales —Así comenzamos a llamar a aquellos remanentes que no llegaban a vivir en el presente real— que había vivido en ese año.

—¡Perfecto! ¿Y te ha contado algo?

—Sí. Me ha contado que se encontró con OBSYDIAN en esa realidad y que supo que había un grupo que se dedicaban a eliminar las "rarezas" ocasionadas por sus experimentos. Parece ser, que no conocían la creación, ni existencia de los remanentes como tales, pero conocían que ciertos cambios que estaban haciendo ocasionaban que algunas personas enloquecieran y hablaran de otras vidas ya vividas, las cuales coincidían con las que ellos tenían registradas en sus bases de datos.

—Entonces, si suponían que no llegaban a existir realmente, ¿por qué los eliminaban?

—Por seguridad. Según me ha contado, durante todos sus experimentos, llegaron a eliminar a miles de remanentes virtuales. Pero que nunca llegaron a capturar a ninguno real.

—Entonces... Rem es un remanente virtual...

—Eso no lo sabemos, recuerda que es especial. Por ahora, trataremos este tema con cautela. Pero ten presente esa posibilidad.

—¡Debo evitar a toda costa que lo encuentren!

—Así es. Si lo eliminan, no podremos volver a contactar con ella en ninguna de las líneas temporales. Pues parece ser que, cuando OBSYDIAN eliminaba algún remanente virtual, lo hacía de todas las realidades que había creado.

—Por eso hemos encontrado tan pocos remanentes virtuales, frente a los miles que ha eliminado OBSYDIAN... Es un genocidio...

—Lo es. Tienes que actuar rápido y con precaución.

—Lo sé, lo sé... Pero no sé qué hacer ahora mismo... La nave todavía no ha llegado, pero está llena de seguridad por todas partes. No sé cómo acceder.

—Déjame pensar... ¡Un momento! Me dijiste que lo habías conocido en otra vida, ¿no?

—Sí, poco antes de morir yo en ella.

—Pues regresa allí, habla con ella en esa otra vida, dale pistas para que sepa qué tiene que hacer. Que engañe a OBSYDIAN una vez despierte en esta realidad en la que se llama Eider y dile que te busque.

—¡Cómo no se me había ocurrido! De acuerdo, voy a hacerlo ahora mismo.

—Mantenme informado. Y ten muchísimo cuidado.

—Lo haré. Corto.

Yo ya había hablado con Sarah antes de perder el contacto con ella. Y ahora podía regresar y darle más información para que pudiera salvarse de la captura de OBSYDIAN y que me encontrara en un punto concreto. Me daba rabia que no se me hubiera ocurrido a mí esta idea, pues era tan obvia que la había pasado por alto. Pero gracias a Alfa, ahora tenía una nueva oportunidad de salvar a Rem. ¿Sería realmente un remanente virtual? No me lo podía creer... De todos modos, no era momento de pensar en ello. Era hora de volver a convertirme en el enfermero que había contactado con Sarah. El enfermero que una vez fui y que se conocía en ese mundo como Luke.

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