CAPÍTULO 3; AKIRA (Parte 1 de 3)

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—¡Akira-kun! ¡Es hora de levantarse! ¡Llegarás tarde!

—Voy, mamá...

—¡Venga Akira! No vayas a llegar tarde...

—Ya bajo...


—Venga cariño, el desayuno está listo.

—Ya estoy mamá... tranquila...

—Buenos días, cielo.

—Buenos días, mamá.

—Hoy va a ser un gran día. Un día tan brillante como tú.

—¿Por ir a la escuela?... Como cualquier otro día...

Akira, parece no haberse despejado todavía del sueño nocturno. Está en pijama, con el pelo negro azabache revuelto. Le da un beso a su madre por encima de la frente, ya que es bastante más alto que ella...

—No, tontín. Hoy empiezo en mi nuevo puesto, ¿no lo recuerdas?

—¿Qué puesto?

—¡No sé para qué te cuento nada! La verdad...

—No me acuerdo mamá. Estoy medio dormido aún...

—Bueno, bueno. Pues espabila y no llegues tarde. Yo tengo que irme ya.

—Vale, mamá. Seguro que lo haces genial en tu nuevo puesto de presidenta ejecutiva de ventas.

—¿Eh?

A Akira le gusta hacer rabiar a su madre por las mañanas. No se lo dice, pero le gusta ver como se mantiene ocupada y como frunce el ceño cuando se enfada con él. Y más desde que su padre se fue de casa, hacía ya dos años...

—Creías que no me acordaba, ¿verdad?

—Qué bandido eres... Muchas gracias, cariño. Pasa un buen día, cielo.

—Igualmente mamá.

—Adiós. Y acuérdate de darle la pastilla al gato cuando vuelvas.

Era un gato blanco y negro, de ocho años, que Akira, había recogido de la calle siendo un niño. Necesitaba unas pastillas para que el hígado continuara trabajando como debía. El gato estaba de color amarillento y no solía moverse mucho en los últimos días. Sabían que no le quedaba mucho tiempo al Sr. Equis...

—Sí mamá, adiós.

—¡Te quiero!

—Y yo a ti... Pesada...

—¡Akira!

—Adiós mamá. Te quiero...

—Adiós cielo.

Akira vuelve a su cuarto y se prepara para un gran día. Se viste con unos pantalones vaqueros y una camisa de color rosa. Se pone las zapatillas negras que le regaló su hermano y recoge su habitación. Al terminar, hace una llamada.

—Hola Yusuke, ya estoy preparado. En seguida estoy por allí.

—Vale, "Aki". ¿Mamá sospecha algo?

—Nada de nada. Está tan emocionada desde hace días que ni se había dado cuenta de que hoy no hay escuela. Y eso que me preguntó ayer de qué me iba a disfrazar en este Hataka Dontaku.

—¿Y de qué te vas a disfrazar?

—¡De nada! Ya soy mayorcito para estas festividades.

—Venga... Si sigues siendo el niñito de mamá...

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