CHARLIE (Parte 2 de 5)

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Hacía años que la tecnología era mucho más limpia que en siglos anteriores, pero muchos países continuaban teniendo "islas" y "montañas" de basura y restos tecnológicos procedentes de nuestros antepasados. Y de todos esos productos, extraían las partes que necesitaban para elaborar su "energía". Fue fácil averiguarlo, ya que unos meses antes de que se empezara a utilizar este supuesto y milagroso combustible, todos aquellos desechos desaparecieron.

Una empresa anónima se ofreció a limpiarlo todo, sin pedir nada a cambio. Algo que, evidentemente, atrajo muchas miradas e investigaciones. Y, efectivamente, se descubrió el fin de dicha recogida de vertidos y desechos antiguos: la elaboración de ECOSHOOT. Y realmente, dicho hecho estuvo muy bien y ayudó a muchos países a limpiar sus aguas y sus tierras, así como mejorar su ecosistema. Pero el problema llegó cuando no quedaban residuos que utilizar. Momento para el cual se habían preparado, extrayendo la información de cuanto necesitaban para crear los elementos que necesitasen en un laboratorio y tener reservas infinitas de aquel combustible tan "milagroso". Cuando empezaron a crear ellos sus elementos, se dieron cuenta de que el proceso era altamente contaminante, pero nunca dijeron nada al respecto. En contra de sus anteriores motivaciones, ahora les interesaba más el capital que se estaban ahorrando, así que, para mantener contenta a la población, redujeron los precios de todos los servicios, intentando así evitar una futura contienda.

Lo lograron... Como siempre, a poca gente le importó. Pagaban menos por la misma energía; eso era a lo que atendían. Nuestra información pocas veces llegaba a buen puerto. Pero esta vez tuvimos suerte. Dimos con una empresa europea de protección medio ambiental, que se interesó por nuestras investigaciones y nos quiso ayudar a expandir la información que habíamos recolectado para pararle los pies a la gigantesca OBSYDIAN –la empresa madre de todas las que ofertan viajes en el tiempo. Mi jefa, Edith, estaba entusiasmada con la noticia, así que concertamos una reunión con ellos en el menor tiempo posible.

La empresa que nos había contactado se llamaba EURASACORP. Y gracias a mi buen trabajo en el periódico, fui el enviado corresponsal para realizar la entrevista y averiguar cómo pretendían ayudarnos a pararle los pies a OBSYDIAN. Además, claro, averiguaría por mi parte de donde apareció tan misteriosa empresa, de la cual no parecía existir nada hacía apenas unos días.

Cuando llegué a EURASACORP, me encontré con todo lo que no esperaba encontrarme, algo que ya me hizo sospechar enormemente... Una empresa medio ambiental no suele ser tan opulenta como era esta. Era un edificio titánico, moderno, vistoso y alucinante. La entrada era tan grande como un palacio familiar y estaba llena de estatuas de personajes que jamás he conocido.

Un suelo de mármol brillante cual diamante y unas columnas que se perdían en la vista cuando alzabas la cabeza. Sin duda, no parecía una empresa dedicada a aquello que nos habían anunciado. Si fuera una empresa que lucha por el ecosistema, también lucharía por una imagen completamente contraria a la que mostraban. Su edificio debería decir: somos modestos, no contaminamos la vista ni la tierra que utilizamos para construir esta finca. Somos sencillos, nobles y conscientes de la perturbación que generan las grandes edificaciones.

Por el contrario, tal obra de arquitectura claramente decía: sí, soy una empresa tan grande y poderosa como un titán. ¿Qué pasa con ello?

Torcí el morro conforme fui a entrar, caminé con paso firme por el vestíbulo que tanto detesté y me fui a encontrar en la recepción con un hombre y una mujer, que parecían super modelos sacados de una revista. Sorpresa la mía cuando averigüé que eran unos de los modernos androides que habían empezado a utilizar en algunas empresas, unos meses atrás. Y mayor asombro fue cuando me atendieron de una manera tan humana que me dio un miedo terrible. ¿Qué cómo averigüé que eran androides? Por las pupilas, las tenían amarillas y cuadradas. Por lo demás, parecían más humanos que yo.

Dichos androides me indicaron muy amablemente el camino hacia el despacho de la Señora Palmer, con quien había concertado la cita. Si mi intuición no me fallaba, aunque me habían dicho que era la directora de todo aquel conglomerado, seguramente me habrían mentido. De la misma manera que nos engañaron diciendo a qué se dedicaban en la llamada telefónica. Tuve que coger un ascensor –que costaría más que tres apartamentos como el mío– hasta la planta ¡trescientos once! Claramente, esta empresa escondía algo turbio...

En la planta indicada, fui a encontrarme con la persona que me ofreció la entrevista que iba a realizar. Se llamaba Boreal Palmer. Iba vestida completamente de blanco, con un traje muy unisex de dos piezas. Era alta, fuerte y tenía el pelo de un rojo del mismo tono que la lava ardiente. Sus ojos eran verdes, sus manos (nos estrechamos las manos, muy educadamente) eran suaves y fuertes. Era una mujer poderosa. Sin duda, no me habían engañado; era la directora de EURASACORP:

—Buenos días —saludé.

—Muy buenos días. Usted debe ser el señor Byron; un placer —repuso la señora Palmer.

—Hacía mucho tiempo que nadie me llamaba así. Desde que mi padre...

—Oh, lo siento. No quería importunar. Si lo prefiere, le llamaré Señor Charles.

—No se preocupe, Señora Palmer. Puede llamarme como desee. A fin de cuentas, es mi nombre.

—Bueno, pues le llamaré sencillamente Charles. ¿Le parece correcto?

—Para mí es un placer estar aquí y no va a importunarnos una nimiedad como la decisión de cómo llamarme... —Sinceramente esperé que ella dijera que podía llamarla Boreal, o quizás incluso, solo señora. Pero no fue así. Claramente, era una mujer a quien le gustaba el poder.

—Y, dígame, Charles, ¿en qué puedo ayudarle? Ya sé a lo que viene, claro. Por algo hablamos por teléfono. Pero quiero que me diga aquí mismo cómo puedo ayudarles y necesito que me diga cuanto antes qué necesita; quiero ir directa al grano. No me gusta perder el tiempo.

A la Señora Palmer no le gustaba perder el tiempo, pero a mí me daba la impresión de que era eso justamente lo que estaba haciendo...

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