CAPITULO 32

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En cuanto vi a Diego el mundo se me vino abajo, verlo como estaba era autodestruirme a mí misma, se hizo parte de mí en tan poco tiempo que verlo sufrir me causaba el mismo dolor o peor.

Tuve que ir a rehabilitación durante 3 meses, con terapia y más medicamentos.

Mientras esperaba que Diego despertara yo pasaba todos los días intentando recuperarme de lo que me provoco verlo así. Aún recuerdo ese día como si fuera ayer, lloraba todos los días, a cada hora y a cada segundo.

Vine al Hospital todos los días del año a visitarlo después del instituto, durante los 3 meses que estuve en rehabilitación no me dejaron verlo, pero me mantuvieron informada de él diariamente, me dieron una serie de medicamentos y pastillas que debía tomar, dentro de esos había un antidepresivo, otro me ayudaba con la ansiedad y los otros eran para poder calmarme.

Mientras estaba en rehabilitación me hacían hacer ejercicios para distraerme y tenía que hablar con mi psicóloga, dijo que la situación me había afectado drásticamente y que iba a tener que tener paciencia porque no iba a ser una recuperación mental muy rápida.

Después de 3 meses me dejaron volver a casa, pero debía seguir tomando las pastillas e ir con ella para que siguiera evaluándome.

Volví a casa y me esperaban mis padres con Samy sonrientes y de brazos abiertos para abrazarme.

Me llevaron a visitar a Diego, después de tres meses iba poder volver a verlo, mi psicóloga me había autorizado aun que era riesgoso porque podía volver a recaer, pero aun así accedió después de suplicarle un buen rato.

Mi madre me acompaño en el auto y entramos juntas al hospital.

Fuimos a la habitación 32 del pasillo tres, ya me sabía todo de memoria y entonces al llegar a la puerta lo vi.

Las heridas de su rostro estaban sanadas y lucia sano, aunque la ruptura de su brazo seguía sanando.

Me acerque a la camilla y me puse a llorar mientras acariciaba su cabello que ya había crecido hasta el punto de poder entrelazar mis dedos sobre él.

La enfermera me acerco una silla y me senté junto a la camilla donde estaba recostado, mientras acariciaba los nudillos de sus lindas y suaves manos.

Sentí que algo entre mis manos se movía y rápidamente quite la mirada de su rostro y la baje a nuestras manos.

Apreté con fuerza los ojos quitándome la lagrimas que no me permitían ver y entonces vi que su dedo índice se estaba levantando.

- Mamá. –me levante y la llame para que viera lo que sucedía-

Mi respiración estaba muy agitada y sentía como me sudaron las manos de inmediato.

Vinieron dos enfermeras junto con mi madre con cara de preocupación.

- Movió el dedo. –dije apuntándolo-

Las enfermeras me sonrieron con un poco de lastima y una de ella se acercó.

- Ya había ocurrido antes. –me acaricio el hombro-

- Pero... ¿por qué no me avisaron? - mire a mi mamá un poco enfadada- había pedido que me digieran todo.

- Necesitaba que estuvieras bien antes de verlo, pero si despertaba serias una de las primeras en saberlo. -me sonrió- 

- Bien. –limpie mis lágrimas con mis manos-

No quería enfadarme con ella ni comenzar una discusión en este momento así que me giré y volví a sentarme junto a Diego.

Estuve una hora más y luego regresamos a casa.

Paso una semana desde que salí de rehabilitación y volví al instituto, faltaban un par de meses para salir e ir a por el curso en la universidad de mi padre en la cual si me aceptaron.

Todos los días después del instituto iba a ver a Diego, la rutina era siempre igual, de mi casa al instituto, del instituto al hospital y del hospital a mi casa.

Siempre tenía la esperanza de que iría a verlo y el habría despertado, pero no paso.

Mis amigos fueron a visitarme cientos de veces, pero no tenía ganas de tener que hablar y contarles sobre lo que sentía, simplemente no quería hacer más cosas.

Me dieron unas pastillas para el ánimo porque ya no les veía sentido a muchas cosas y ya no hacia las cosas que antes me gustaban hacer simplemente porque no había motivación en mí.

***

Vengo llegando del instituto y me dirige hacia el hospital como de costumbre, en dos semanas comenzaría a ir al curso de psicología y ya no tendría mucho tiempo para venir al hospital para ver a Diego.

Una punzada en el corazón me llego al poner pie dentro de él y automáticamente algo vibro dentro de mí.

Despertó.

Todo en mi me decía que había despertado, me había sucedido un par de veces antes pero siempre que pasaba iba corriendo hacia su habitación y no fue la excepción esta vez, fui corriendo y me detuve en seco cuando en su camilla el ya no estaba, comencé a llorar en la puerta mientras mis rodillas caían al piso con el pecho apretado.

Deja vu.

Lo mismo que ocurrió ese día, el día más horrible de mi vida sin duda.

Una enfermera que ya conocía de tanto que venía al hospital me recogió y me levanto.

- Diego despertó.

Mi respiración se agito y mi mente se conectó con mi corazón y fue el segundo más feliz que había tenido durante ese año.

La enfermera apunto hacia la cama y me acerque para ver qué era lo que había.

Tome el papelito blanco y leí lo que tenía escrito.

Salí corriendo y fui a buscar a mi mamá llorando a mas no poder, tengo que verlo, tengo que tocarlo, tengo ver sus ojos hermosos, tengo que escucharlo, tengo que disculparme.

Mi madre llego justo cuando salí del hospital a abrazarme, seguramente ya le habían dicho y vino a buscarme.

- ¿Se ha ido? –pregunte llorando-

- Perdóname amor.

- No, mamá, por favor.

- Se fue amor, perdóname, perdóname cariño. –dijo mientras me abrazaba-

- Necesito verlo, quiero verlo, solo quiero...-llore en sus brazos- verlo.

Esa sensación de amargura en mi garganta era asquerosa, yo lo espere un año para verlo sonreír de nuevo y se fue...

- Tenemos que seguir adelante amor. –dijo mi madre-

- Solo quiero volver a sentirlo mamá. –dije con el pecho apretado-

Mi corazón volvía a quebrarse en mil pedazos, la persona a la que más amo sufrió un accidente después de que yo le gritara y le digiera cosas horribles y no pude disculparme.

Ahora despertó y se fue sin más.

DIEGO: Deseo que te quedes conmigo   [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora