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Narrador omnisciente:
Lydia se encontraba en el gran comedor, pero había algo que confundía a los gemelos cuando entraron y era que estaba en su mesa, de Slytherin, cuando durante todo el año se había sentado con ellos.

Ambos se miraron algo preocupados y inmediatamente fueron con ella quién ni se dignó a mirarlos. Siguió comiendo tranquilamente.

-Pasa algo pequeña?- le preguntó Fred con una sonrisa.- Lydia?

La chica lo miró y sonrió tristemente.
-Como os lo pasasteis ayer? Arreglaseis ese asunto?- preguntó a lo que George miró a la mesa de Gryffindor para encontrarse con las miradas del trío de oro y recordó que aún debían mantener todo en secreto. Por que? Ni ellos lo sabían pero lo habían prometido.

-Eh, si, al principio estaba algo complicado el asunto, digo que estaba feo el tema... pero lo arreglamos.- respondió algo nervioso George haciendo que Fred asintiera.

Era demasiado tarde para ellos, Lydia empezó a recoger sus cosas sin decirle nada a nadie.

-Feo? Feo es que te mientan en la cara sabiendo la verdad.- dijo para marcharse y dejar a los pelirrojos hundidos en sus pensamientos. Que idiotas habían sido, pensaron.

Lydia caminaba algo molesta pero sobre todo triste. Si, era verdad que ella era Slytherin pero no había hecho nada malo para que no confiaran en ella, había traicionado a su casa para estar con ellos y aún así... no eran capaces de confiar en ella.

De repente, vio como Crabbe y Goyle sujetaban a un niño. Gryffindor y de primer año.

-Soltarme! Dejarme por favor!- decía este llorando a lo que las serpientes seguían riéndose mientras lo empujaban.

-Oye, dejarlo.- pidió Lydia acercándose donde se encontraban estos.- Por que no os metéis con alguien de vuestra altura o edad?- les preguntó a lo que Goyle paró de empujar y pegar al niño para mirarla.

-Te crees una heroína acaso? Vamos, pelea si te ves capaz. Solo es una sangre sucia.- dijo mirando al niño.

-Al igual que yo.- dijo la chica sacando su varita.- Y eso no te da derecho a menospreciarnos.

-Oh, que conmovedor.- dijo riendo Crabbe.- Que pasa si hago esto?- dijo pateándole la barriga al chico.

-Para! Expulso!- gritó la chica haciendo que la serpiente saliera disparado hacia atrás.

Goyle se acercó amenazadoramente a Lydia pero antes de eso, la chica tomó con fuerza su varita apuntándolo.

-Atrás!- le dijo haciendo que este se parara.

Mucha gente que caminaba por ahí e ignoraba lo que sucedía se quedó mirando la escena sin hacer nada.

-Estás loca!- le gritó.- Pero tranquila, que no eres la única que puede hacer magia, a diferencia de ti, yo si que soy un mago de verdad.- dijo apuntándola también.

Lydia apretaba su mandíbula y le importaba muy poco ser castigada en ese momento.
-Si, lástima que seas tan inútil, flipendo!- dijo haciendo lo mismo con este.

Se acercó al pequeño Gryffindor y se agachó a su altura.
-Nunca dejes que te hagan sentir inferior. Vamos.- dijo ayudándolo a levantarse.- Deberías ir a enfermería.

-De eso nada. Ustedes no irán a ninguna parte, acompáñenme inmediatamente.- dijo Umbridge apareciendo entre la multitud con una sonrisa en el rostro.

El niño miró a Lydia quien le regaló una débil sonrisa para empezar a caminar.

Los rumores no tardaron en expandirse sin embargo peor de lo que esperaban pues Ron se acercó a sus amigos muy sorprendido.

-Habéis escuchado lo de Lydia?- dijo llamando la atención de todos.- Se ve que le ha pegado a un chico de Gryffindor...- empezó a decir el pelirrojo pero todos miraron detrás de él.

Lydia caminaba junto al niño detrás de Umbridge y vaya, quién le hubiera pegado al pobre chico debía ser muy cruel.

Fred y George se miraron entre si para pensar lo mismo. No era posible.

Se levantaron y se dirigieron donde se encontraba el despacho de la profesora y esperaron a ver que les decían, suerte para ellos, a los cinco minutos, el niño salió llorando.

-Eh, que ha pasado pequeño?- preguntó George intentando sacarle información sin embargo Fred no podía esperar más.

-Lydia te ha pegado?- preguntó a lo que el pequeño negó inmediatamente.

-Ella... me ha defendido de Crabbe y Goyle, ella me ha salvado, me... estaban, p-pegando y yo no sabía que hacer, ahora ella está...- dijo muy nervioso mirando la puerta del despacho de Umbridge.

De repente se escuchó el grito de la profesora claramente diciendo "mentirosa! No se deben decir mentiras!" haciendo que los tres chicos se sobresaltaran.

-Es la verdad, por que estaría mintiendo?- preguntó Lydia algo asustada.

-No toleraré que los alumnos vayan atacando a mis mejores estudiantes... no lo consentiré, por eso, deberá escribirme algunas líneas...- empezó a decir con una sonrisa.

-Que le den.- dijo ella entonces, la profesora se acercó a ella, quedando muy cerca y la abofeteó.

-El mal comportamiento se merece ser castigado...sangre sucia.- dijo con una sonrisa.- Por eso, en vez de escribir... creo que el mejor castigo para usted será...- empezó a decir mientras buscaba algo en su cajón.

Lydia miró al suelo. Quería hacer tantas cosas sin embargo no tenía el suficiente valor... no en esa situación.

En realidad, la profesora no buscaba nada solo escondía una foto del primer ministro haciendo que la chica se pusiera más nerviosa de lo que estaba.

-Que va hacer?- se atrevió a preguntar pero Umbridge solo sonreía.

Fred y George quiénes esperaban junto al niño de primer año fuera del despacho se preocuparon al no escuchar nada. Primero gritos? Y ahora silencio?

Entonces, los gritos de Lydia se hicieron presentes, dolorosos de escuchar y perforadores... como si la estuviesen torturando.

-No, no, que le está haciendo!?- preguntó el niño a punto de volver a llorar.

-Chicos?- preguntó Harry apareciendo por el pasillo.

Fred se tapaba los oídos mientras que George miraba hacia abajo y el niño se encontraba al lado de la puerta.

Pasaron dos minutos aproximadamente cuando esta se abrió dejando ver a Lydia que casi no se sostenía sobre si.

-Como dije... los niños malo, merecen castigos malos. Que no se le olvide para la próxima señorita Anderson.- le dijo con su misma sonrisa de maniática cerrando su puerta y dejando a la chica fuera.

-Lydia...- dijo el niño.- Lo siento mucho, yo no quería que nada de esto pasase...- empezó a decirle mientras la abrazaba, gesto que impresionó al azabache.

Por otro lado teníamos a los gemelos que se sentían fatal por no haber confiado en ella, Lydia sin duda se merecía una disculpa.

-Sabes George, creo que nuestro futuro siempre ha estado fuera de lo académico.- dijo Fred mirando a Lydia que hablaba con el niño.

-Fred, estoy pensando lo mismo que tu.- terminó por decir George.

damm pride (Oliver Wood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora