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-Emily Hargreeves.-

—¡Muévete, llegaremos tarde!— Digo desde el pasillo.—

—¡Ya voy! Te eh dicho que no me apresures, Emily.— Dice Jack desde adentro de su habitación.

—¡Mamá nos va a regañar!—

—Ya estoy aquí, deja de chillar.— Dice abriendo la puerta.—

—Hasta que te dignas a salir.— Digo caminando detrás de él, hacia la cocina.—

—Buenos días mamá.— Dice Jack, sentándose en la barra.—

Copio su acción, sentándome a un lado de él.— Buenos días.—

—Buenos días niños.— Dice mamá sonriendo mientras prepara el desayuno.—

—Hasta que se despiertan, dormilones.— Dice papá, pasando por un lado de Jack, sacudiendo su cabello, para luego besar mi mejilla.— Buenos días.—

—¡Jack se tarda demasiado!— Me quejo yo.—

—¡Ayer tú te tardaste!— Se queja Jack.—

—Niños, sin pelea en el desayuno.— Dice mamá, poniendo dos platos de cereal frente a nosotros.—

—Perdón mamá.— Decimos ambos, para luego sacarnos la lengua.—

—Coman o se hará tarde.— Dice papá.—

Mamá se acerca a él y acomoda su corbata.—Siempre te la pones chueca.—

—¿Por qué acomodarla si de todas formas tú lo haces?— Pregunta él, sonriéndole.—

—¡Terminé!— Dice Jack.—

—¡Espérame para salir!— Digo yo con la boca llena de cereal.—

—¡Eres una tortuga!— Se levanta y va a su habitación para tomar su mochila.—

—¡Mamá!— Me quejo yo.—

—Jackson, espera a tu hermana para ir a la escuela.— Dice mamá en voz alta.—

—De todas formas iba a hacerlo.— Murmura él, regresando con su mochila puesta.—

—Ya.— Digo yo separándome de mi plato.—

Me teletransporto hacia mi habitación y tomo mi mochila, la cuál estaba sobre la silla de mi escritorio y me la pongo; Para teletransportarme de nuevo hacia la cocina.

—Ya nos vamos.— Anuncia Jack.—

—¿No se olvidan de algo?— Pregunta papá arqueando una ceja.—

—¡Claro!— Digo yo, y voy hacia él, le doy un beso en la mejilla y luego a mamá.—

Jack hace lo mismo.— Ahora sí, ya debemos irnos o perderemos el autobús.— Dice dirigiéndose a la puerta.—

—¡Vayan con cuidado!— Dice mamá.—

—¡Sí mamá, siempre!— Digo yo, saliendo de el departamento.—

Jack llama a el elevador, y cuando se abre, ambos entramos. Él se ve en el espejo, mientras acomoda su cabello, el cuál había sido desordenado por papá hace unos pocos minutos.

La puerta de el elevador se abre una planta abajo de la nuestra.

—¡Tío Dan!—Exclama Jack.—

La profecía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora