Cartas del pasado.

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-Emily Hargreeves.-

A pasado una semana desde aquél paseo, y puedo decir que todo sigue igual, dentro de lo que cabe..

Al fin mis dudas se resolvieron, y le pedí a papá que me explique muchas cosas, por ejemplo el por qué le había dicho "Máquina" a Dominic.

Lo que yo no sabía, es que Dominic literalmente era como un robot, con una inteligencia incluso más avanzada que la de mi abuela Grace, tanto que él es casi como un humano, excepto por algunas cosas, pero no sé específicamente cuáles son.

También le confesé a papá que había escuchado aquella pelea entre él y mamá, el día antes de perdernos en el tiempo. Él se sintió mal por qué yo tuve que escuchar eso, según él no debería preocuparme por esas cosas, aunque de todas formas lo hago, es decir, son mis padres, ¿Saben?
A pesar de eso, me repitió mil veces que su discusión no era culpa mía ni de Jackson, y que simplemente les había ganado el estrés de el momento.

Oí que tocaron la puerta de mi cuarto, y sin mucho esfuerzo de mi parte dije que pasara.

—Ey.— Dijo Dominic al abrir la puerta.—

—¿Hola?— Dije yo, era extraño que él esté aquí, o que me dirija la palabra sin tener un motivo aparente.—

—¿Qué haces dentro de la cama? Son las dos de la tarde.— Preguntó apoyado en el marco de la puerta.—

—Estoy fingiendo estar enferma.—

—¿Para qué?—

Uy qué preguntón estamos hoy.

—Para safarme de las clases de etiqueta de Dorothea, son más que insufribles. —Suspiré.— Y llevar el maldito corset todo el día estaba matándome.—

—Si, claro, cómo sea; Vine a buscar algo.—

Sabía que no iba a venir aquí si no era por algo, jamás lo ah echo.

—Claro, ¿Qué buscas?— Pregunté.—

—Algo que sirva como gancho, pero muy pequeño, no lo sé, Cinco dijo que podrías tener algo así para el cabello, y por qué tú eres la que ya recorrió cada rincón de esta casa.—

—¿Un gancho pequeño?— Él asintió.— Puede ser.— Me levanté de la cama y me puse unas pantuflas.— Sígueme.—

Salí de mi habitación y Dominic me siguió tal y cómo le dije.

—¿A dónde vamos?— Preguntó.—

—Al sótano, creo haber visto algo así en un costurero, aunque estaba bastante obscuro.— Respondí.—

Bajamos las escaleras para así llegar a la sala, luego pasar por en frente de la cocina, haciendo que Dorothea nos vea sobre saltada por razones que ni yo sabría explicar. Pasamos por un largo pasillo, y al final de él estaban las escaleras al sótano.

Tomé una vela que había a un lado, y se la dí a Dominic para bajar y poder ver algo.

—Este lugar es una mierda.— Murmuró Dominic bajando las escaleras.—

Yo iba detrás de él, y aunque apenas veía por donde estaba pisando, logré bajar las escaleras con éxito.

—¿Dónde dijiste que estaban?— Preguntó él, acercándome la vela para verme.—

—Sobre un tocador, aunque no sé dónde se encuentre ahora.— Dije yo.—

—Bien, hay que buscarlo.—

La profecía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora