La comisión.

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-Jackson Hargeeves.-

—¿Dónde estamos?— Pregunto yo.—

—En la comisión.— Explica Dominic.— Vengan, tenemos sus habitaciones listas.—

Él comenzó a caminar y todos lo seguimos a él. Emily se apresuró a tomar mi mano para caminar junto a mí, la verdad de todo esto es que ninguno de nosotros dos entendía nada de lo que estaba sucediendo, la verdad espero que todas nuestras dudas se resuelvan pronto, esto es demasiado confuso.

—Se ve muy diferente.— Menciona papá viendo a su alrededor mientras caminábamos por los pasillos.

—Hubo remodelaciones, obviamente.— Habla una voz femenina a nuestras espaldas.—

Todos dimos media vuelta para ver a la mujer dueña de aquella voz.

—¡¿Tía Lila?!— Dijimos Emily y yo al unísono.—

—Un gusto verlos, pulgas.— Dice ella. Nuestros tío Diego y ella nos llaman así desde que somos pequeños.—

—¿Por qué no me sorprende verte aquí?— Dice mamá.— El misterio va de la mano contigo.—

—No por elección definitivamente.— Voltea a ver a Dominic.—¿Ya los llevaste a sus habitaciones?—

Genial, nuestra tía también conoce a el acosador.

—En eso estaba.— Bufa él.—

—¿Pasaremos la noche aquí?— Pregunta Emily.—

—Es lo más seguro.— Dice Lila.— Yo los veré mañana para explicarles todo con calma y claridad, por ahora deberán conformarse con él.—Dice refieriéndose a Dominic.—

—Si, muy graciosa.— Dice él entrecerrado los ojos irónicamente.—

Él continúa caminando, y volvemos a seguirlo por los pasillos. Admito que me sentía como si estuviese dentro de una nave espacial. Las paredes eran de color gris metálico con una franja azul justo en el medio de forma horizontal, que recorrían todas y cada una de las paredes de aquél lugar, con flechas indicando los caminos en las esquinas cuando debíamos doblar en algún sitio. Dominic se detuvo frente a una puerta, la abrió y vimos una habitación con dos camas, una mesa de noche, encima de ella una lámpara, un par de sillones y no mucho más la verdad.

—Esta es la habitación para ellos dos.— Dijo Dominic, refiriéndose a Emily y a mi.— La de ustedes es la que está al final del pasillo.— Les dice a mis padres, señalando la puerta que se encontraba más lejos.—

—¿Debemos quedarnos aquí?— Pregunto yo.—

—Sólo si quieren, pero les recomiendo que no se alejen demasiado, pueden perderse visto que todos los pasillos son jodidamente iguales.—

-Cinco Hargreeves.-

Los niños entraron a la que iba a ser su habitación, al menos por el tiempo en que nos íbamos a quedar aquí. Dominic por lo tanto, nos guío a t/n y a mí hasta nuestra habitación, que era igual a la anterior sólo que con una cama doble, nosotros entramos y él se va, dejándonos solos.

Noté que ella no había volteado a verme desde que Dominic le explicó todo aquello de la profecía, cosa que estoy seguro que no le había quedado clara, ni a ella, ni a nuestros hijos, pero ya habría tiempo de explicar todo... O por lo menos eso espero.

Notaba su semblante serio y bastante tenso, me hacía recordar a aquellas veces en las que se enojaba conmigo y yo terminaba durmiendo en el sillón, ocasiones que no fueron muchas, para mí suerte, pero sin embargo habían ocurrido una que otra vez. Lo que si tenía claro, es que estaba enojada, y probablemente yo era el motivo de ello.

La profecía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora