•Especial de navidad•

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-Primera navidad.-

-T/N Hargreeves.-

Todo está siendo lo contrario a algo tranquilo últimamente, visto que, con dos bebés de cinco meses la vida cotidiana puede ser un poco más complicada que de costumbre.

Ya estamos en víspera de navidad, y Cinco y yo decidimos pasar la navidad solos este año, o mejor dicho, los cuatro, ya que es la primera navidad de nuestros hijos, y queríamos hacer algo por nuestra cuenta.

—¿Por qué te empeñas en hacer eso el último día?— Preguntó Cinco, viéndome mientras armaba el árbol de navidad.— Podrías hacerlo días antes, como una persona normal.—

—Es especial, ¿Okey? Mi mamá siempre olvidaba cuando era la fecha que había que armarlo, entonces lo hacíamos antes de navidad, y luego lo dejábamos por un mes.— Respondí.—

—¿Vas a dejarlo un mes?— Preguntó incrédulo.—

Sé que la idea de tener media casa llena de luces y adornos navideños por más de las fiestas no le agrada mucho.

—Bien, hasta año nuevo, ¿Okey? Puedes aguantarlo una semana más.— Insistí.—

Él sonrió.— Está bien, me parece justo.—

—¿Quieres poner la estrella?— Dije enseñándosela.—

—¿Me concedes el honor de colocar la estrella que estuviste buscando por tres días?— Dijo burlón.—

Asentí, sin darle importancia a su ironía.— Si, puedes hacerlo... Además yo no llego.—

Él rió abiertamente.— Ay, pobre pitufina.— me dió un beso en la frente y tomó la estrella de mis manos.

—No me llames así.— Me quejé.—

Él colocó la estrella en la punta del árbol, y luego volvió hacia mi para abrazarme por los hombros, mientras ambos apreciábamos las luces del árbol.

—No todo se puede en esta vida, te tocó ser sobre naturalmente hermosa, pero la altura, pues.. Te la deben.— Dijo en tono burlón.—

—¿Ah sí? Pues tú eres sobre naturalmente fastidioso.—

—¿Un bonito fastidio?— Insistió.—

—El mejor fastidio.— Me rendí.—

—Admítelo, no podrías vivir sin mi.— Dijo con aires de egocentrismo.—

—Claro que no, tú si llegas a los estantes altos de la cocina.—

Él sonrió y volteó a verme, tomando mi cara entre sus manos.— De verdad te amo.—

—Y yo a ti.— Dejé un corto beso sobre sus labios.— No puedo creer que tenga que pararme de puntitas para besarte.— Dije de forma incrédula, como si no supiera lo alto que Cinco era a mi lado.—

—Así estás bien.— Sonrió.—

Claro, en modo hormiga tenía que nacer.

Oímos un llanto por el pequeño radio que estaba conectado a uno igual en el cuarto de los niños.

—Yo voy, no te preocupes.— Sonreí, y me separé de él para ir a la habitación de los bebés.—

Entré y vi a Jackson llorando y moviéndose, así que lo cargué en brazos y salí rápidamente de la habitación antes de que Emily se despertara también.

La profecía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora