Ambos están igual de mal.

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-Lila Pitts.-

Fuí a ver a Dominic después del ataque, todo fué muy extraño allí, y Dominic casi desapareció después de asegurarse de que todo estuviera bien, así que sabía que algo andaba mal, y conociendo a Dominic probablemente esté entrando en crisis ahora.

Abro la puerta con la llave que ocultamos debajo del tapete, algo que Dominic me dijo que no hiciera ya que es muy obvio, pero una vez más, decidí no hacerle caso.

Al entrar lo primero que hice fué visualizar la situación. La lámpara de la sala en el suelo, con la bombilla echa pedacitos en el suelo, algunos papeles esparcidos por encima de la pequeña mesa en medio de los sillones, y Dominic en un extremo del sofá grande, abrazando fuerte sus rodillas contra su pecho.

Dejé mi bolso y mi abrigo en el perchero junto a la puerta, él ya sabía que yo estaba aquí. Caminé hacia la lámpara y la levanté, más tarde le diría que tiene que limpiar los trocitos de vidrios rotos. Me senté en uno de los sofás individuales en frente de él, viéndolo, teniendo la esperanza de que quizás diga algo.

—Luego tendrás que cambiar la bombilla.— Mencioné, refiriéndome a la lámpara.

Él suspiró y le dió un vistazo rápido a la lámpara, para después volver a poner la mirada en el suelo.

—Lo sé.— Soltó en un suspiro.

—¿Vas a contarme lo que pasó?— Pregunté, tratando de darle libertad de negarse o darle el mayor espacio posible.

—No lo entenderías..— Contestó, apartando la mirada por completo.

—Puedes intentarlo.

—Terminé mis asuntos aquí.. La misión, Emily, todo.— Soltó en un suspiro.

—¿De qué hablas?¿Que hiciste?

—Le dije la verdad, que me iría de aquí en cuánto la misión terminara, y como ya lo hizo, debo irme. Hay trabajo por hacer.

—Dominic, sabes que puedes quedarte, siempre te he dicho que tú no le debes nada a la comisión, no es..

—Lo sé.— Interrumpió.— Pero no puedo quedarme, no importa lo mucho que quiera hacerlo.

—Puedes. Debes hacerlo si lo quieres de verdad..

—Lo que quiero es protegerla..—Murmuró.

—¿A Emily?— Él asintió.— Ya no hay peligro, ¿De qué quieres protegerla?

—¡DE TODO!— Gritó, poniéndose de pie y viéndome a los ojos.— QUIERO QUE SEPA QUE TIENE A ALGUIEN QUE LE IMPORTA, NO QUIERO QUE SE SIENTA CÓMO...— Suspiró, al parecer tratando de calmarse.—Como alguna vez yo me sentí...

Pasó sus manos por su cabello, llevándolo hacia atrás y volvió a sentarse, con los codos sobre sus rodillas y volviendo a mirar hacia abajo, haciendo que algunos mechones de su cabello volvieran a caer sobre su rostro.

Si hay algo que no le gusta en lo absoluto, es perder el control de las cosas, ser explosivo por qué la situación lo sobre pasa. Y al parecer de verdad esto estaba completamente fuera del alcance de sus manos.

—No quiero hacerla sentir como si sus sentimientos y su existencia no importaran.. Yo lo viví y no es agradable.

—¿Cuándo?— Pregunté, no sabía aquello de él.

—Cuando estaba al cuidado de la encargada, los años con ella fueron... Una completa tortura. Créeme que si tú la odias, yo lo hago el triple.

—Sé que no tengo ni la menor idea de las cosas que pasaste en ese entonces, pero como alguien que fué criada por ella, puedo decirte que.. Lo entiendo en cierto punto. Ella no le daba importancia a qué tú eres mucho más de lo que ella creía, no supo lo que estaba haciendo cuando te creó.

Sus ojos se cristalizaron de repente.—¿Y si la lastimo sin quererlo?

—Dominic..—Dije en un suspiro, para sentarme a su lado y darle un abrazo.

—La cuidé de todo lo externo, cuando en realidad debía cuidarla de mi..

—Escucha, si pides mi opinión, creo que debes ir a buscarla antes de que sea tarde.

—¡Lila mírame!— Se separó de mi y subió la manga de su camisa para mostrarme la herida de bala.

Sólo había un par de cables expuestos y una se sus placas de sensibilidad que al parecer él mismo ya había reparado.

—No soy para ella, se merece a alguien que pueda acompañarla el resto de tu vida, no a alguien... Bueno, algo como yo.

—Dominic, te conozco, a veces incluso mejor que tú mismo y sé que todo lo que dices ahora, es por qué tienes miedo.

Él bufó.— Eso es ridículo.— Masculló.

—Tienes tanto miedo de perder a los que amas, que hasta los alejas de ti.

Él soltó una corta risa sarcástica.—¿Sabes lo que me decía tu madre?

Yo negué con la cabeza.—¿Qué?

—"Eres un arma. Estás aquí para asesinas a las personas, no para amarlas. Aléjate de los débiles lo más que puedas, no permitas que te contagien su lástima."

—Dominic, por favor, debes olvidar todas esas cosas, sabes que ella no es un ejemplo a seguir.

—Pero tenía razón en algo.— Me volteó a ver.— Yo no debía enamorarme, pero Emily... Yo la amo, ¿Sabes? No puedo evitarlo, pero creo que necesito tiempo...

—El tiempo está permitido, y es algo muy importante.— Me puse de pie.— Pero será mejor de que tomes una decisión antes de que la pierdas, porque ella no va a esperarte para siempre.

Él asintió y yo me dirigí a la cocina.

—Y recoge el desorden que hiciste, yo no voy a hacerlo.—Me asomé, apuntando el desorden de la sala con el dedo.

Él rodó sus ojos.— Si, Lila, ya voy.

Él también se puso de pie y fué en busca de una escoba, para recoger los pedazos del vidrio que se había partido de la lámpara.

—¿Qué haces?— Preguntó, desechando los vidrios, mientras me veía sacar algo de la nevera.

—Siéntate en la mesada, ven.— Le señalé el mármol de la cocina.

Él me hizo caso sin quejarse y se sentó dónde le dije.

—¿Qué es eso?— Preguntó al ver el envase que tenía en la mano.

—¿Jamás abriste la nevera, verdad?

—¿Debería haberlo hecho?

—Quizás.— Dije abriendo el envase.— Esto va a tapar los cables expuestos en tu hombro y deja el acabado de piel sintética, no va a notarse, como si nada hubiera pasado.

—¿Por qué no inventan algo así para arreglar la vida en general?— Dijo, quitándose la camisa que aún tenía una mancha de 'sangre' por toda la parte de su hombro.— Sería muy útil.

—Si, pero lamentablemente así no es como funciona, ya te gustaría que fuera así.— Dije aplicándole el producto sobre la parte afectada, colocando los cables en su lugar.— Ya está.

—Gracias.

—No hay de qué.— Dije volviendo a guardar el envase en la nevera.— Oye, ¿Puedo decirte algo sin que suene extraño?

También me subí a la mesada, sentándome a su lado mientras él volvía a colocarse su camisa y abrochaba los botones de la misma.

—Claro, dime.

—Siempre te vi como algo más que un compañero de trabajo, ¿Sabes? Como si fueras.. No lo sé, como mi hermanito menor al que cuido y le enseño estupideces de la vida que no conoce.

Él sonrió de lado.— Sé de que hablas, a veces también me pasa eso por la cabeza, aunque.. Yo quizás diría que de vez en cuando eres más como una madre— Me empujó suavemente con su hombro.— Serías una buena madre.

—Ay por dios, cállate.— Reí, dándole un codazo.—

La profecía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora