Dejo que una leve sensación de vértigo y nerviosismo se apodere de mi cuerpo, aunque creo que, en mi situación, evitarlo es imposible. Iniciar o ser principiante con algo o en algún lugar siempre trae consigo sorpresas poco favorables a las sensaciones corporales. También, a esa adrenalina que te lleva a querer más y más sin importar el peligro que te acecha, la dejo recorrer por mis venas con libre albedrío, al final la sensación es limpia y agradable, me podría acostumbrar a ello.
Lo bueno es que, aquí no hay peligro alguno que me haga dudar o tener precaución en dar el paso, todo lo contrario; te encontrarás con retos, materias que te agobiarán y te harán los días fastidiosos, te agotarán de tal manera que odiarás a todas las letras del abecedario, como también los números existentes. Pero, todo es parte de la vida, es una balanza que debe estar equilibrada en ambos lados, dígitos y letras, para que todo fluya a la perfección. Pero, en la realidad nada es perfecto en este universo cargado más que todo, de imperfecciones.
Observando bien, todo tiene un precio, tanto en letras como en cifras. Si luchas, te esfuerzas y pones todo tu empeño, triunfarás, a menos que la vida sea una mierda y te empuje hacia el abismo del cual solo salen los que se portan mal y yo personalmente hablando, solo busco cordialidad en todo y ante todos. Pero, cada cosa lleva sus pasos, su razonamiento, su manera de tratar y conllevar.
Dejo que la energía positiva electrifique mi piel, que el nivel de entusiasmo y excitación que recorre los pasillos de la que este curso, será mi nueva academia, me contagie, con su ímpetu y lucidez. Todo tipo de tropiezos y encontronazos están permitidos los primeros días, ahora, si sigues tropezando dos semanas seguidas, ahí si tendrás problemas, o te aplastan los que se creen más listillos o terminas aplastándote tu misma en tu manera sublime de aceptar varias medidas que impone el alumnado y no las normas de la universidad.
Iniciar un quinto año de estudio, de la profesión escogida en una universidad desconocida y nueva cuidad, no es para nada agradable y menos sabiendo que ha sido por caprichos laborales de una madre que se empeña en tener un rol intachable ante una sociedad ajena a lo que realmente ocurre a su alrededor y de los cambios drásticos que ha dado el mundo en el siglo 21. Pero a eso no me puedo enfrentar aún, es mi progenitora, como ella misma se encarga de recordarme cada vez que se me sale la verborrea cargada de sinceridad. Empezar de cero, es escalofriante y puede llegar a provocar pavor, es como un miedo enceguecedor que te hace sentir devorada por miles de emociones cargadas de negatividad.
No es mi caso, yo con once meses di mi primer paso, a los 14 meses dije mamá, es decir que, soy una persona normal, sin retrasos de ningún tipo, ni deficiencias encontradas hasta el momento, que no teme a los cambios, más bien los enfrenta y desafía de la manera que haya que hacerlo, sin importar condiciones ni consecuencias.
Tampoco espero que, en pleno siglo 21 usar espejuelos por presentar ligeros problemas visuales me vaya a traer problemas. Lo cierto es que no los tengo que usar seguido, solo cuando requiero de su apoyo, como en los salones de clases, por ejemplo, algo que me alivia un ochenta por ciento, por las molestias que me puedan ocasionar los más estúpidos que aún piensan que están en secundaria. También en las universidades te vas a encontrar a todo tipo de personas, desde el más sensato, hasta el más odioso u odiosa para no discriminar géneros.
Y aquí voy, una nueva estudiante (novata, llamarían muchos), con ganas de darle una patada en el trasero a la palabra meta al llegar al final de la competencia, con todos los retos cumplidos y por supuesto, poder restregárselos en la cara a mi adorada madre, para la cual no tengo futuro por no ver seguido sus pasos, ¿es tan difícil entender que se me dan mejores los idiomas que la abogacía? Se debería de alegrar por tener una hija dotada en varios idiomas, que se puede valer en varias cosas y no solo en leyes cargadas de mentiras y engaños a quienes las aplican y peor aún, quien la predica.
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En el silencio de tu mirada.
RomanceJulia, una estudiante de turismo, llega a cursar su último año de estudio a una nueva universidad. Allí conoce a Verónica, una profesora que le cambia la vida desde que se conocen. Nueva en la ciudad, bajo el mandato de una madre que la involucra...