En el silencio de tu mirada.

Capítulo 20: "Amenazas".

Verónica no supo cómo reaccionar, sus músculos se quedaron rígidos, incapaz de dar señal de querer moverse, su padre y alumnos la observaban en silencio, asombrados por la reacción de la profesora. La peli negra se había quedado desconcertada de tal manera que no encontraba la manera de salir del abismo donde repentinamente se encuentra sumergida y todo por no saber guardar sus palabras, por no saber dar apoyo cuando fue ella la que prometió darlo. Todo se juntaba y enredaba a la vez. Una tela de araña de la cual espera escapar junto a la que desea sea su compañera de vida, porque no la dejaría sola, no ahora, le demostraría que no es el ser sin emociones que mostró minutos antes. Simplemente se dejará llevar por sus sentimientos, sin importar las consecuencias que pueda tener en el futuro.

Se llevaron detenida a Julia, delante de sus narices y ella no hizo más que hundir a la joven hasta el cuello en el lodo donde se encuentra sumergida, en vez de tenderle la mano para que lograra salir sin obstáculos en su camino.

Sintió que su garganta se cerró y en sus ojos se empezaron a hacer lagunas de lágrimas, el señor que se encuentra a varios pasos de ella, se acercó rápido al verla tambalearse.

—Hija.

Al señor no le importó que casi veinte alumnos presentes en el salón descubrieran que la elegante mujer, de trayectoria intachable, era su retoño más preciado, ahora lo único que importa es el rol de padre. Sospechaba que su hija estaba involucrada sentimentalmente al ver las fotos que la delataban, pero no estaba preparado para verla sufrir por una estudiante de la cual se había enamorado hasta serla perder los estribos.

—Se la han llevado papá y yo más idiota no puedo ser.

Verónica no supo por qué, pero sus ojos se conectaron con los de Sara que la miraba con el ceño fruncido incapaz de creer lo que sus ojos veían. ¿Cuándo Julia se había involucrado con la profesora de Historia? Verónica recuperó la compostura como toda una profesional, recorrió con la mirada el salón completo y se dirigió a su buró lentamente.

—La clase ha terminado por hoy. Dado el acontecimiento de hace unos minutos, les pido que sean lo más discreto posible con el tema, ninguno de los aquí presente conoce los motivos por los cuales se le ha acusado a la señorita Julia y la han detenido. Así que respeto a su derecho de privacidad. Esto se los pido, porque, somos las únicas personas en la universidad que hemos presenciado todo. Ahora pueden retirarse.

Sara permanece sentada, parece estar viviendo dentro de una película de terror, donde es coprotagonista y tiene que jugarse su papel en la actuación. Escucha atenta la conversación que tiene su profesora de Historia con el director que resulta ser el padre de la misma, para sorpresa de todos.

—Verónica, creo conveniente que te vayas a casa y te relajes un poco, para que pienses bien lo que haces o vas a hacer —habla el de mayor edad poniendo un brazo en el hombro de su hija, como muestra de apoyo.

—No me puedo quedar con los brazos cruzados, papá —dice la mujer que toma su móvil y busca entre sus contactos.

—Hija, ella tiene quien se encargue de todo, su madre

—Su madre se encuentra en el hospital —lo interrumpe—, tal vez debatiéndose entre la vida y la muerte y solo son ellas dos, no hay más nadie padre.

—¿Qué piensas hacer? Sabes que su abogado no permitirá que se quede una sola noche en ese lugar.

—Lo sé papá —el nudo en su garganta apenas la deja hablar y a las lágrimas es imposible frenarle la salida— si no lo hace él, lo haré yo, pero no se quedará ahí un minuto más del necesario.

—¿Por qué te afecta tanto? —el director la observa con complacencia, sería capaz de hacer lo que sea por el bienestar de su hija.

—Porque le prometí apoyo y le fallé, me porté como una persona sin emociones, todo por las jodidas amenazas, podíamos perder todo y no soportaría causarte una decepción a ti, ni que la lastimaran a ella.