Capítulo 11. "Bajo rendimiento académico".

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Paso una mano por mi cabello nerviosa, este gesto me hace recordar a alguien que incluso con mi nerviosismo provocado por el miedo, me hace sonreír internamente, esta mujer hasta en mis pensamientos me regala tranquilidad.

Miro nuevamente al frente fijamente, esto no me puede estar pasando a mí, no ahora. ¿Acaso no me ha jodido ya lo suficiente? ¿Por qué seguir haciéndolo?

Pienso en Carlos, el chico que se atrevió a besarme sin mi consentimiento, mientras trato de encontrar una salida ante el encierro de la persecución de aquel desgraciado sujeto que desde que llegó a mi vida no ha hecho más que perjudicarla. Su justificación no es del todo creíble, pero sabiendo que en esta universidad es más rostros que verdades, todo puede pasar. Demostrar con hechos que les gustan las mujeres, cuando es todo lo contrario, está infravalorado en pleno siglo 21 y como yo soy la recién llegada, mejor oportunidad no pudo tener para hacerlo. En estos tiempos hay que mirar y observar bien a las personas ante de dar un paso, te pueden salir con muchas sorpresas.

Detenida frente a la universidad sin saber que hacer, sigo observando el coche negro que reconocería a kilómetros de distancia y ha provocado este repentino ataque de ansiedad y nerviosismo en mí. Llamar a Sara sería una buena opción, pero, el hecho de no conocer el porqué de su ausencia hoy, me frena a hacerlo. Debe estar ocupada cuando no me ha escrito para decirme los motivos de ello.

Me quedo mirando el coche fijamente. Sé que él me ve, que observa cada gesto y cada movimiento que hago. ¿Cómo se atrevió el muy desgraciado a venir hasta aquí? La indecisión sobre si ir o no a casa es cada vez peor y más al saber que mi madre no se encuentra en ella. Temo por mí, no hay nada más desagradable que sentir esta impotencia al no poder hacer nada. Miro hacia la entrada de la universidad buscando alguna salida. Para mi sorpresa, la persona que viene saliendo es la que menos quiero ver, pero es mi única salvación y no sé hasta donde es capaz de llegar el novio de mi madre.

Observo nuevamente el coche que se encuentra a varios metros de donde me encuentro y luego llevo mis ojos hasta la profesora de Historia. La pelinegra ha deparado en mi persona y se encuentra lo suficiente cerca como para escucharme sin tener que gritar.

—¡Profe!

Verónica me mira extraño, no es normal que haga esto y menos con la tensión que siempre hay entre nosotras. Debe verse dado cuenta del estado en que me encuentro porque enseguida preguntó.

—¿Qué sucede?

Mira por encima de mi hombro, buscando lo que ha causado mi estado exasperado. Soy muy transparente o ella es demasiado observadora. Solo sé, que no le puedo ocultar mis emociones.

—Yo

Miro hacia el coche que se mueve lentamente y sigo su trayecto con la mirada mientras se aleja y desaparece. Suspiro aliviada y volteo a verla a ella que sigue con mirada puesta por donde se fue el auto.

—¿Sí?

—¿Quiero saber cómo salí en el examen? —Hablo tras inventar una escusa creíble, al menos para mí.

—¿Segura que es eso? Se nota muy perturbada señorita Julia.

—¿Tanto se nota?

—Me he estudiado y aprendido muchos de sus gestos —la veo morderse el labio como arrepentida de lo que dijo. Clavo la mirada en sus ojos.

—Solo es eso —le digo tras un corto silencio mientras nos observábamos.

—Pues que no le tome por sorpresa que su nombre esté en la lista de los que deben repetir el viernes.

En el silencio de tu mirada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora