Hacemos silencio porque justo en ese momento van pasando cerca de nosotras varios profesores incluido nuestro motivo de charla. Continúo mirando a la morena bajita que está a mi lado tratando de entender lo que ha dicho. Levanto la mirada y ahí tropiezo con sus dos ojos color avellanas de expresión intensa que me miran fijamente. Gracias a que el director se detuvo a saludar ella lo ha hecho también con igual dedicación, protocolos de educación que nos ayudan a ser mejores personas cada día.
Recibo su mirada con aprecio, con educación, como me ha enseñado mi madre, nunca bajes la mirada ante nadie gracias a eso ni a ella misma se la aparto. Los segundos pasan y nuestros ojos no se dan por vencidos, se estudian, se analizan, ¿le habrá llamado la atención el cielo azul que tengo bajo mis párpados? Creo que al darse cuenta que yo no apartaría mis perlas azules de su intensa y electrizante mirada, optó por hacerlo ella algo perturbada, de eso me di cuenta, al llevarse una de sus manos al cabello y acariciarlo, prefirió sentir la suavidad de su pelo y poner atención en ello y no en la sublime tensión que se instaló entre las dos en apenas pocos segundos de vernos visto por primera vez.
Volteo hacia mi casilla, guardo mis cosas y tomo las que usaré, justo lo necesario, no me gusta cargar con lo innecesario, es pérdida de tiempo y carga para mi cuerpo. Siento el peso de sus ojos fijos en mi persona, específicamente en mi nuca, todo esto pasa bajo la atenta mirada de Sara que no se ha perdido un detalle de nuestra interacción, en silencio. Retorno a mi sitio inicial y ahí está ella atravesándome con lanzas salidas de sus preciosos ojos. Si, son preciosos, llamativos, exuberantes en el brillo cegador que desprenden, creo que es lo que más ha llamado mi atención de ella hasta ahora. Pero en mis pedazos de cielo hay bastante espacio para que ella pasee con sus afilados cuchillos cuando le dé la gana. Se que mi presencia le ha llamado la atención, soy nueva en el lugar, pero toda su atención puesta solamente en mí, empieza a incomodarme de tal modo que mis nervios de forma delicada empiezan a aparecer en mi cuerpo, ganando terreno poco a poco hasta el punto de sentir como mis manos empiezan a sudar.
Alguien se me acerca y le agradezco mentalmente por haber interrumpido nuestra eterna comunicación sin palabras, diciendo miles de cosas y ninguna de las dos sin entender nada.
—Señorita.
La voz de un hombre, del director para ser específico se dirige a mí. Pongo mi atención en el que tiene máxima autoridad en la universidad, sonrío educadamente, pero sin descartar por completo la sensación de quemazón que empiezo a sentir en el pecho. La presencia de la profesora Verónica me hace replantearme si mis métodos de defensa son o no los correctos ante este tipo de situación, o ha sido su persona la que ha logrado desequilibrar un poco mi seguridad.
—Julia señor.
—Sea bienvenida a nuestra universidad.
—Gracias.
—Espero que nos sorprenda con sus dotes de estudiante, por lo que pude ver en su expediente, son excelentes.
—Espero no decepcionarlo señor.
Se despide. Dedico a la elegante mujer que se encuentra frente a mi otra mirada retadora, me recibe gustosa, la veo entrecerrar el ceño, apartar su mirada y seguir por el pasillo acompañada de sus compañeros de trabajo. Miro a Sara que no ha dicho nada.
—¿Qué ha sido eso? —me encojo de hombros— Pareciera que te quería matar y a la vez comer.
—No sé, ni quiero saber. Mejor enséñame un poco esta edificación y sus lugares más solicitados, como la cafetería, por ejemplo, soy de muy buen apetito.
—Vamos. Gracias por dejarme acercar a ti. No suelo tener muchas amistades en este lugar —dice de repente caminando a mi lado, logrando llamar la atención de varios compañeros. Es algo extraño ya que la desconocida soy yo.
—¿Eso por qué? —pregunto llena de dudas, se ve una chica agradable y sociable.
—Diría que estuve en el momento y lugar inadecuado con la persona equivocada. Después de lo que pasó, nunca más he vuelto a establecer ningún tipo de relación con alguien.
—¿Me quieres contar?
—Si. No quiero que pienses cosas que no son.
Me toma del brazo y me conduce por un pasillo menos transitado, pero que regala un delicioso aroma a café, lo necesito, para calmar la sensación que provocó en mí la de los ojos color avellana y cabellos oscuros. Entramos al lugar bajo la atenta mirada de todos, noto a Sara nerviosa.
—Hey, a mi lado no tienes que temer a nada. Me acabo de dar cuenta que aquí la del problema no eres tú, son ellos y para ser el primer día que te conozco ya me caes bien, solo espero que no me decepciones.
—Gracias —ya sentadas con nuestras bebidas en mano, miró alrededor y luego puso sus ojos color café en mí—. Todo pasó hace unos meses atrás, estaba en unos de los baños y aquí hay muchos o muchas que van a realizar sus necesidades sexuales en esos lugares, eso no debe ser extraño para ti. Solo que en esa ocasión la que estaba llevando a cabo esas necesidades era yo con otra persona.
—Pero, no entiendo, si los demás lo hacían. ¿Por qué tú no?
—Ahí el detalle, que la otra persona era una mujer. La cual, para no salir involucrada en todo el asunto, dijo que la había obligado a hacerlo y como es obvio, ahora la rara, la que tiene lepra soy yo.
—¿Se defiende o no la diversidad de géneros en esta universidad? Porque con lo que vi hace unos minutos allá en las taquillas del pasillo, me dice que lo aceptan.
—Si. Muchos lo aceptan, otros no. De frente al público se muestra una cara, pero la realidad es otra. Todavía hay muchos atrasados que no entienden que el respeto hacia los demás existe.
—Por eso te acercaste a mí. Al desconocer tu historia, soy una presa fácil para tratar de establecer una amistad.
—Perdón por eso, pero sí. Nadie se me acerca debido a que la muchacha se encargó de joderme lo suficiente en ese tema, verbalmente hablando, así que decidí estar sola a estar rodeada de hipócritas.
—Muy bien. La chica con la que tuviste ese desafortunado problema, ¿está aquí, en la universidad?
—Si.
—¿Cómo hiciste para sobrellevar todo, tu sola? No debe ver sido fácil.
—Ignorando todo y a todos. Y aquí estoy —hace un puchero y yo sonrío, paso mi brazo por sus hombros en modo de apoyo y ella me entiende. Solo espero no tener problemas más adelante.
La piel se me eriza completamente, tanto que me estremezco en la silla que me encuentro sentada. No tengo que mirar hacia atrás para saber que es ella, la profesora Verónica la que está a escasos metros de nosotras con sus ojos puestos en mí. Me volteo despacio, luchando contra mis ganas de no hacerlo y me perdí en la profundidad de sus ojos, en ese brillo intenso que plantó brasas calientes en mi sangre. ¿Qué sensaciones más raras me hace sentir? Vaya recibimiento me está dando este nuevo año de estudio.
—Creo que tendré un año muy fructífero, en cuanto a problemas me refiero —digo en voz baja tratando de salir sin ahogarme de la inmensidad de sus pupilas.
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En el silencio de tu mirada.
RomanceJulia, una estudiante de turismo, llega a cursar su último año de estudio a una nueva universidad. Allí conoce a Verónica, una profesora que le cambia la vida desde que se conocen. Nueva en la ciudad, bajo el mandato de una madre que la involucra...