Capítulo 14: "Entendimiento".

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   —¿Dónde estabas?

  Fue la pregunta que hizo mi madre al yo entrar por la puerta principal de la casa cuando ya era casi de noche. ¿Qué hace aquí tan temprano?

  —Necesitaba relajarme, los exámenes me tienen agobiada.

  Paso al lado de ella y me toma bruscamente del brazo, observa mi cuello, sé que me ha dejado marcas, huellas imborrables en toda mi piel y no era para menos con todo lo que me hizo sentir bajo las experiencias de sus manos.

  —¿Esta es la manera que usas para relajarte?

  Muestra unas imágenes en su celular donde salimos Verónica y yo besándonos en su coche. El muy desgraciado lo supo aprovechar. Siento que mi sangre se empieza a congelar y la respiración no llega al cien por ciento a mis pulmones, esto podría acabar con su intachable carrera y ya empiezo a sentirme culpable de lo que pueda pasar.

  —¿Tienes algún problema con ello? —no entiendo cómo es que de momento me interesa tanto la opinión de mi madre sobre si su hija resulta ser lesbiana.

  —¿Eres consciente de que podría acabar con su carrera en segundos?

  —No dudo que lo hagas, de personas como tú —pongo un dedo en su pecho—, se puede esperar cualquier cosa —noto que va a hablar y la detengo.

  —Mientras me recriminas por esto, por haber tenido el mejor día de mi miserable vida —digo señalando su celular—, deberías preguntarte que cojones hacia tu novio merodeando por la universidad en la que estudia tu hija y justamente a la hora de salida. ¡Qué casualidad!

  —Tal vez le queda en camino hacia algunos de sus clientes.

  —¡¿En serio Martha?! Te pensaba más inteligente, pero veo que me equivoqué.

  —Respétame Julia.

  —Pues entonces gánatelo —detengo mis pasos que ya me dirigían hacia la parte superior de la casa—. Ah, ¿tienes algún problema con eso que ves ahí?

  —¿Desde cuándo te gustan las mujeres? —pregunta relajando el tono de voz y mirándome fijamente.

  —Desde que la conocí a ella. Y no me gustan las mujeres, me gusta solo una mujer.

  —¿Por qué ella?

  —Porque me vi en sus ojos. Es la primera vez que me pasa, es tan fuerte lo que me hace sentir cuando me mira que derrumba todos mis miedos, ¿y lo que me hizo experimentar esta tarde? Aún no encuentro palabras para describirlo.

  Me dirijo y me dejo caer en el sofá que ocupa un espacio en aquel inmenso espacio de la casa, mi madre se coloca a mi lado, pasa un brazo por mis hombros y me lleva a ella. El calor maternal es el más perfecto que existe, de ello no tengo la menor duda.

  —¿Sabes lo que implica, las consecuencias que pueden tener si alguien que no deba se llega a enterar? Toda su carrera y tus estudios se van a la mierda y te lo digo como abogada. Como madre no sé qué decirte, porque el brillo que tenían tus ojos al entrar por esa puerta me hizo estremecer, te veías esplendida.

  —No sé qué pensar. De ti me fio, pero de tu novio no, él las tiene y eso implica que ejerce cierto poder sobre lo que sea que pasa entre ella y yo.

  —¿Por qué no confías en él? —miro sus ojos y su mirada transparente no me da la seguridad maternal que necesito.

  —No confío. No me agrada, no deseo nada que tenga que ver con él.

  —Pero lo tienes y me tienes que respetar —su voz cambia cuando se trata de él, lo que me da a entender que lo escogerá una y mil veces ante que a su hija.

En el silencio de tu mirada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora