Capítulo 8: "Examen de Historia".

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Al entrar por la entrada principal de la universidad, me encuentro con una Sara sonriente, llena de energía y positividad, de la cuales, no dudo en tomar un poco con un hambre propia de un ser humano que necesita ser alimentado con una dosis alta de tranquilidad, para así, subir un poco mi autoestima que se encuentra en este momento por los suelos.

En las anteriores discusiones que tuve con mi madre, nunca habíamos llegado tan lejos, frenábamos antes de hacernos daño. Pero ella quebró ese límite, afectándome de una manera que pone en riesgo mi estabilidad emocional. Nunca pensé que me afectaría tanto. Conocer en segundos que eres una mierda para la persona que supuestamente es tu horcón en los pasos que das por la vida, duele, duele de una manera que te hace dudar si realmente mereces estar ahí, sosteniéndote de sus raíces.

—Hola linda —saluda mi amiga con una sincera sonrisa—. Me quedé esperando tu llamada.

—Hola —devuelvo el saludo, ya con algo de su energía recorriendo mi cuerpo—. Muchos contratiempos. Así que perdón por eso.

—No pasa nada. ¿Qué tal tu finde?

—Fatal. Pero mejor no hablar de ello, no es para nada agradable, tal vez en otro momento te cuente —explico al ver su cara de preocupación.

—Entiendo. Ya verás que te vas relajando poco a poco, aquí en esta universidad lo que sobra en entretenimiento.

—Eso trataré. ¿Te puedo pedir algo? Es raro, pero solo quiero que me respondas si se puede, si no, no preguntes por qué.

—Tú dirás.

—Gracias. ¿Me puedo quedar en tu casa? Solo quiero desconectar de la mía, por lo menos un día.

—Si. Sabes que me tienes para lo que necesites.

No dijimos más nada. Me agrada que respete mi espacio y mis palabras, hay muy pocas personas hoy en día que lo hacen. Sara sin darse cuanta se va convirtiendo en un apoyo más que necesitado para mí en este momento, en ese segundo lleno de alegría en mis minutos interminables. Me fue sacando de esa neblina espesa de negatividad que me rodeaba, la cual había puesto mi madre en mi camino y pensamientos. Esto es una prueba, o la vida había comenzado a ser una hija de puta conmigo.

—¿Qué clase te corresponde ahora? —pregunto a mi amiga que se ha quedado con la mirada fija en algún color o persona que se encuentra en aquel ruidoso pasillo, lo cual llama mi atención.

—Historia.

—Bien. Nos toca juntas —debe de verle llamado mi repentina alegría, porque se giró a verme sonriéndome, pero es que pocas veces nos tropezábamos en los salones, por llevar carreras diferentes—. ¿Se te da bien Matemáticas?

—Un poco, aunque no es mi fuerte. ¿Por qué? ¿Necesitas ayuda?

—Si. El profe nos ha dejado unas tareas y últimamente las ecuaciones se me están resistiendo, como todas las materias. No sé por qué le imparten Matemática a los de Turismo, lo nuestro es más idiomas que otras cosas.

—Los números son el eje de todo. Además, te he notado algo distraída estos días, ojo con eso, te puede bajar el promedio y no es algo favorable para último año. Luego quedamos para lo de mate o más tarde en casa te ayudo. Ahora, vamos al salón, hay examen.

—¿Cómo que examen? Yo no sabía.

—Si. Olvidé decirte, discúlpame. Pero saldrás bien, de eso estoy segura, hasta ahora por lo que he visto eres de las que más se destaca en su clase.

—Ojalá. Luego de que me expulsara, no creo que pase de los 5 puntos, la tiene montada conmigo y pareciera que va para ratos.

—Tú tampoco se lo pones fácil —Sara me mira y sonríe—. Comenzaste con el pie izquierdo con ella.

En el silencio de tu mirada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora