Es simplemente increíble la vista que se puede disfrutar y apreciar desde donde me encuentro ahora mismo parada. Así como es de increíble, es de irreal, los hospitales son lugares que causan pavor y siempre saca la negatividad y el pesimismo en las personas. Pero en estos momentos el atardecer ante mis ojos es tan cautivador que juraría se puede comparar con la más fuerte de las drogas a la hora de aliviar los dolores y la estadía en dicho lugar.
Aparto los ojos de la ventana y la llevo hasta mi madre que aún duerme, sumida en la embriagues de alivio que suelen dar ciertos medicamentos frente al dolor. ¿Cómo si dice amarme tanto, tuvo el valor para hacer lo que hizo? ¿Cómo es que ahora es tan desconocida para mí, cuando pensé que siempre sería la persona en la cual no había nada por descubrir? ¿Cómo se perdona a alguien que ha matado la confianza casi hasta en ella misma?
Me acerco despacio hasta la cama, temo que el roce de mi mano en su piel me sorprenda también, pero me equivoco, se siente correcto y reconfortante. Estos días le han favorecido a los años y su paso arrollador se refleja en su rostro. Martha es una mujer sumamente hermosa, aun con los rasgos marcados reflejando su madurez, no cambia nada la belleza física que aún la acompaña. Acaricio su cabello y entrelazo varios dedos de su mano con los míos, extraño la sensación de confort que me envolvía cuando me abrazaba y besaba. Todo se ha vuelto tan extraño, que temo, algún día, mis sentimientos lleguen a cambiar hacia ella, eso ni yo me lo perdonaría.
—Mamá —hablo en voz baja—, en varias horas será mi cumpleaños número 24, hay que celebrarlo como siempre hemos hecho, despierta, por favor, al menos una de las dos se tiene que emborrachar.
La contemplo en silencio y me pierdo en los recuerdos: Cuando curó mi primera herida y la devoción con la cual lo hizo, los primeros regaños, los consejos, la manera perfecta en la que guía mis pasos ante las adversidades que me ha mostrado la vida y he necesitado de su ayuda. Su carácter ante mis arrebatos de rebeldía juvenil y adolescente. Siento las lágrimas mojar mis mejillas y me aferro a su cuerpo lo más que puedo con temor a lastimarla, si me pidiese perdón ahora mismo, no dudaría en perdonarla.
—Mamá.
El amor es lo más sutil y complicado que puede existir, una energía que abarca todas las terminaciones nerviosas del cuerpo. El amor es, haber perdonado antes de que pidan perdón, es calor, tranquilidad, es lealtad a uno mismo, es abrir paso al sufrimiento y aprender a vivir con él, es contemplar el futuro en los ojos de otra persona. Es divagar en la ausencia de los recuerdos y regalar libertad a nuestros sentimientos.
El amor es tan fuerte como débil a la vez. Vulnerable. Te hace reír a carcajadas, como llorar sin límites. Te hace despertar a la vida y te sumerge en el sueño interminable de la felicidad. El amor, así como te hace volar, te hace caer, te vuelve inmune, impenetrable. Te enseña a escribir cursilerías y mostrarlas sin vergüenza. Es tan fugaz y locuaz, que, si te llegas a hacer una idea de su inmenso que es su poderío, te darás cuenta que, todo está en mirar, apreciar y saber aceptar lo mucho o lo poco que puedan dar sin temor a fracasar, porque ahí radica todo, en salir, observar, aprender y continuar.
No sé cuánto tiempo pasó, solo que cuando sus caricias me despertaron, ya la noche había dejado caer su manto haciendo notar su poder sobre la luz del día.
—Hey. ¿Cómo estás? ¿Estás bien? —estas preguntas las debería haber hecho yo, pero se me adelantó ella, la observo fijamente y sus electrizantes ojos conectan con los míos. Un diálogo en silencio entre nuestras miradas, donde ella teme perder. Sé que no es el momento ni el lugar para reclamar respuestas a los cientos de preguntas que merodean en mi cabeza desde hace horas, por ello, apartando la mirada.
—Estoy bien. ¿Cómo te sientes tú? —respondo y pregunto alejándome de la autenticidad de sus caricias en mi cabello, cuando se lo propone la señora Martha puede romper mis muros, aquí nadie me conoce tan bien como ella y sabe de sobras cuáles armas usar.
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En el silencio de tu mirada.
RomansJulia, una estudiante de turismo, llega a cursar su último año de estudio a una nueva universidad. Allí conoce a Verónica, una profesora que le cambia la vida desde que se conocen. Nueva en la ciudad, bajo el mandato de una madre que la involucra...