XI

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Sandro volvió a su casa unas horas después de comer. Chiara y yo nos quedamos viendo el televisor, hablando de varias cosas.

Le conté que mi hermano volvería a España y que Gabriella iría con él, aunque aún no lo habían decidido. Aquello la apenó mucho, ya que eso significaba que el verano siguiente sería el último en el que yo tendría excusas para regresar a Italia. Chiara ya no vería más a su mejor amiga, a mí.

En cierto modo, también me apenaba. Roma era mi casa, mi segundo hogar, a pesar de que las veces en que estaba con mi madre eran un infierno.

- ¿Mantendremos el contacto? -preguntó Chiara cuando se lo conté.

- Obviamente. Ya lo hacemos cuando la mayor parte del año estoy en España.

- Bueno, vale.

Sobre las ocho de la tarde, nos metimos en la habitación de mi madre para arreglarnos. Chiara me pidió prestada una camiseta de algún grupo, así que le dí un crop top con el logo de AC/DC. El resto de su conjunto lo había traído en su bolso, ya que sabía que me acabaría convenciendo de ir a aquella discoteca. Se trataba de una chupa de cuero y una minifalda, también de cuero.

- Tranquila, son sintéticas -dijo ella al ver que miraba su ropa con seriedad.

Se puso unas medias de encaje negro y unas sandalias de tacón para completar el conjunto, además de sus habituales pendientes de aros y su gargantilla favorita.

Yo aproveché la ocasión para ponerme mi vestido negro ajustado, aquel que me había producido tanta inseguridad hacía años y que había decidido meter en mi maleta. Era corto, muy corto, y tenía un escote que había hecho que nunca me lo quisiera poner en la vida. Pero eso había sido hacía años, yo me quería a mí misma y había aprendido a aceptar mi cuerpo tal y como era. Bueno, al menos, estaba en proceso. Me puse el vestido y me miré en el gran espejo que había encima de la cómoda. A diferencia de hacía dos años, el escote se veía bonito esta vez. El vestido apenas me llegaba al muslo, pero al menos tapaba el pequeño pantalón corto que llevaba debajo. Me puse mis medias de rejilla favoritas y mis botas altas de cuero sintético y plataforma. Cambié la púa que llevaba siempre de colgante por un pentagrama que me llegaba precisamente al escote. Me recogí la larga melena azul en una coleta alta, dejando el flequillo como estaba, y cambié mis pendientes de cruces por unos largos. Completé el conjunto con mi chupa de cuero sintético que tenía el logo de Guns N' Roses bordado a la espalda. En cuanto a mi maquillaje, Chiara se encargó de ello. Sombras oscuras, un eyeliner que me llegaba a la ceja y los labios de color negro. Ella, en cambio, se maquilló con más colores, poniéndose los labios rojos.

Por una vez, era ella la que llevaba el pelo suelto y yo recogido.

Salimos sobre las nueve de la noche.

Cuando llegamos a Campo dei Fiori, vimos que para entrar en la discoteca había una cola que llegaba hasta Piazza Navona. Al parecer, aquella discoteca estaba de inauguración, por lo que todos los romanos de más de dieciséis años a los que les encantaba la música de finales del siglo XX estaban en aquella cola esperando a entrar en la discoteca.

- ¿No podíamos haber venido cuando esto hubiera dejado de ser la novedad? -me quejé.

- No, porque entonces sí que habríamos tenido que aguantar a babosos de más de cuarenta años -contestó ella-. Si miras en la cola, hay muchísimos adolescentes amantes del rock que quieren entrar. Sería tu oportunidad de ligar con un metalero italiano de ojos pardos y una larga melena.

- No quiero ligar, y menos con tíos...

- Bueno, pues una rockera sexy con rizos espectaculares.

Girls Bite Back (Victoria de Angelis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora