XL

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No daba crédito a lo que veían mis ojos, se suponía que mi madre había sido internada en un psiquiátrico después de estar en la cárcel, y ahora la veía en las calles de Roma, pidiendo limosna y sin tener nada que llevarse a la boca. Paola Bernacci había pasado de estar forrada y vivir en el barrio de Parioli a mendigar cerca de Via del Corso, sin un sitio donde quedarse. ¿Cómo había podido pasar aquello?

- ¿Mamá? -musité, mirando a los ojos a aquella mujer que me observaba con confusión y desamparo. No parecía reconocerme, ni siquiera parecía aquella mujer que tanto me había maltratado-. ¿No sabes quién soy?

La mujer negó con la cabeza, antes de agacharla y comerse la pizza que le había dado.

- Marlena... -musitó Victoria, entrelazando su brazo con el mío. Me giré y la miré con nerviosismo-. Vámonos a casa, por favor...

Tal vez era una alucinación, tal vez me estaba volviendo loca. No, aquella mujer no podía ser Paola Bernacci. Mi madre estaba en un centro psiquiátrico, siendo atendida y medicada por su grave trastorno mental. No podía ser ella. No podía volver a toparme con mi madre, no podía dejar que volviese a arruinarme la vida. Simplemente, no.

Decidí dejarlo pasar. No, aquella mujer no era mi madre, solo era fruto de mi imaginación. No podía ser la mujer que me separó de mi segunda familia, no. No era posible que acabase de darle comida a una mendiga y que esta hubiese sido...

No, definitivamente no.

Estuve sujetando a Chilli con una mano y la cintura de Victoria con el otro brazo mientras ella conducía hasta casa con la Vespa. Suspiré y apoyé la cabeza en su espalda, aferrándome a ella y con una extraña presión en el pecho que me daba ganas de llorar. Estuvimos calladas durante todo el camino, en un silencio abrumador, pero cálido a la vez.

Llegamos a casa y, después de que Victoria le pusiese a Chilli de comer y de beber, nos acostamos en la cama, ambas sin ropa debido a la calor que hacía. Me quedé boca arriba, mirando al techo, y Victoria me observaba con preocupación. Se acurrucó, apoyando la cabeza en mi pecho y rodeando mi cintura con un brazo, aún sin apartar la vista de mí, intentando escrutar mi expresión.

- ¿Quieres hablar de ello, Marlena? -musitó al fin, al ver que no decía nada ni cambiaba de expresión.

- No era mi madre, seguro que me he confundido -murmuré, aún con los ojos clavados en la lámpara del techo-. No puede ser ella...

- Yo solo he visto a tu madre una vez en mi vida, así que... -suspiró antes de abrazarme con más fuerza.

- Es difícil reconocer a alguien que está tan sucia, tan... demacrada... pero ella tampoco me reconocía a mí... no, está claro que me he confundido...

- Tu madre te hizo la vida imposible durante dieciséis años... Incluso si fuera ella, no se merece que estés pensando en ella ahora mismo...

- Pero es mi madre al fin y al cabo, Vic... -resoplé.

- Solo es la mujer que te parió, nunca ha ejercido como madre, tú misma lo has dicho muchas veces. No se merece que pierdas el tiempo pensando en ella, no se merece tener una hija tan buena y tan pura como tú.

- Acabo de imaginar que estaba en la calle mendigando, Vic... es normal que piense en ella, es...

- Relájate... -suspiró-. Hoy ha sido un día de muchas emociones para ti... has convencido a Chiara de que sea tu manager, has escrito por fin la canción... seguro que has tenido que recordar muchos momentos agridulces para escribirla, de hecho...

- De estos últimos años, sí...

- Entonces habrá sido eso... estás cansada y nerviosa por tu nuevo proyecto, y por eso has creído ver a tu madre en aquella vagabunda...

Girls Bite Back (Victoria de Angelis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora