Capítulo 10

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Tregua

Seth.

Salgo hecho mierda de la casa de Aileen, porque todo lo que se relaciona con nuestra hija la vuelve una mujer agresiva y a la defensiva. Ni siquiera deja que le explique lo que en verdad está pasando.

Camino molesto a mi casa, entró cerrando la puerta de golpe y busco mi botella de whisky. Mi compañero fiel estos años, mientras cuidaba a mi hermana solo el alcohol era mi escape.

Derek entra por la puerta del jardín y se sirve una copa acomodándose en el asiento del lado.

—¿Qué sucedió?

—Crei qué estábamos avanzando y llegó la citación del juzgado.

—Te dije que era mala idea.

—Cierra la puta boca, ella no entiende nada.

—Con esa citación lo que se entiende es que quieres quitarle su hija.

Niego.

—Solo quiero su custodia. Si estamos juntos, no se la quítare.

—¿Acaso no la escuchas? Te ha dicho que no quiere estar contigo. Por ende, me acabo de tomar tus palabras como que intentas forzarla por la niña.

—No seas estúpido esa no fue la intención.

—Pues es lo que parece imbecil. Tantos años y sigues actuando sin pensar.

Lo miro molesto.

—¿Yo? Ella es la que actúa como una histérica cuando pasa algo serio con Lucienna.

Niega y sirve otra copa para ambos.

—Solo está cuidando su tesoro. Thomas, ella a dado la vida por el terremoto, era obvio que se sentiría amenazada si tu pides la custodia de su hija.

—Sabes que lo hice porque si algo me pasa, quiero que mi herencia quede solo para ella. Además de que quiero cuidarla.

—Le hubieras dicho eso a Aileen antes de ir a pedir la custodia de su niña. Desalmado.

—¡También es mi hija! —arrojó la copa contra la pared, haciéndola trizas—. Con su custodia también tendré una seguridad de que no se ira y me deje fuera de la vida de Lucienna, otra vez.

Niega y me mira molesto.

—Aileen no merece esto. Estas errado, gracias a ella tu nunca fuiste un desconocido en la vida de la niña.

—¿A que te refieres?

Niega.

—Sabes que mi esposa luchará contra ti por defender a su amiga.

—No me importa, tengo mejores abogados.

—Mi esposa es la mejor.

—¿Y tú? ¿De qué puta parte estás?

—Del lado de Lucienna —contesta—. Ser padre no es llegar aquí y tomar un lugar, debes ganarte el puesto.

Asiento y echo la espalda hacia adelante mirándolo.

—Me amenazó. Me dijo que tengo prohibido volver a acercarme a Lucienna. No sé si la voy a quitar, pero exigiré lo de la custodia.

Niega y deja el vaso sobre la mesilla.

—Te estás equivocando, así no recuperarás a tu familia.

Sale de la casa dejándome solo. Todos se ponen en los zapatos de Aileen, pero yo que. Estuve cinco años sin mi hija, yo también temo perderla. Solo un par de meses a su lado y ha logrado que la ame como no lo imaginé llegar a hacer.

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