Capítulo 4

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De vuelta en mi vida

El día pasa rápido. En la mañana Lu y yo nadamos, en la tarde comemos helado, antes de que entre a su cabaña a pintar, mi hija es un manojo de sorpresas, multitalentos igual a su tío Derek.

Le gusta conducir auto de carrera para niños, le gusta pintar, ver en su telescópico, nadar y lo que más amo es que le encanta cantar como a su abuelo Peter.

Debido a todo esto, le construimos esa cabaña, un lugar solo para ella donde puede divertirse y tener todo lo que ama como ella quiera, y el acceso es ilimitado únicamente para quien ella considere digno de entrar.

Cada año, en el cumpleaños de mi papá, tenemos una tradición especial, enviar luces al cielo en señal de homenaje a el gran hombre que fue. Adoro a mis amigos y familia, ya que comparten esto conmigo y aun más a mi terremoto que ahora demuestra más amor e interés por estos detalles que nadie.

Preparo las linternas frotantes en las mesas de la plazoleta, Leah prepara hamburguesas, ya que hoy la familia estará reunida de nuevo. Si papá estuviera vivo, sería su cumpleaños numero cincuenta, este día es el más doloroso cuando se que no podré bailar con él como siempre.

—Soy o no soy afortunado al tener la mujer más hermosa frente a mi.

Saluda Maximilian acercándose, sonrio y dejo que me envuelva en sus brazos con fuerza. En cuanto a papá Max es quien más cerca me hace sentir de él, sus recuerdos e historias juntos son los que me alegran el alma.

—Creí que llegabas mañana.

—No me perdería el homenaje a Peter, es su cumpleaños y aquí me tienes ¿Que hago?

—Aquí están las luces voladoras, ayudame a armarlas.

Asiente, se quita el saco de paño azul oscuro y lo deja en una silla. Recoge las mangas de su camisa hasta los codos y comienza a ayudarme. Otro más que con los años se ha vuelto más guapo y atractivo, la sombra de barba que tiene y el cabello peinado perfectamente hacia atrás lo hacen ver muy sensual.

—Deja de mirarme así o me enamoro. —sonrie de lado y me guiña un ojo.

Este hombre también está lleno de sorpresas, en cinco años no ha dejado de darme su apoyo y dedicarse a mi bebé, sin importar que a veces Lucienna suela ser grosera, el siempre está para apoyarnos.

—¿Lucienna? —Pregunta mirándome.

—En la cabaña.

—La extrañe demasiado, le construí un auto de carreras como quería. Rojo con negro y su propio uniforme.

—Max, sabes que ella solo puede montar los de pedal, la contaminación del motor le afecta.

—Lo sé, por eso estaba en Suiza lo mandé a hacer especial, y este se maneja con batería, es decir se agota la batería, se recarga y ya.

Niego y sonrio besando su mejilla.

—Gracias, por tanto con mi bebé.

—Sabes que ambas son mi adoración. Solo quiero hacerlas felices.

—Señorita Banks, la parrilla no enciende. —comenta Leah a nuestras espaldas.

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