¿Celos?

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Termino mi manzana y me dispongo a dormir, no sin antes darme un baño para relajarme, costumbre mía de tomar el baño antes de dormir, creo que lo herede de mi madre, al menos eso dice Galadriel. Salgo del baño, seco un poco mi cabello y me pongo el camisón de dormir, suspiro al sentir la fina seda del camisón rosar mi piel desnuda. Me meto entre las sábanas blancas y aspiro el aroma de estas, extrañaba este olor tan propio del bosque negro, olor a mentol y gardenias. El sueño va venciéndome poco a poco, hasta que duermo profundamente. El sonido de un hermoso canto me despierta, hay un jilguero en mi ventana, preciosa ave que me ha dado uno de los más dulces despertares que he tenido desde que murió mi madre. Unos golpes me sacan de mis pensamientos, son en mi puerta, tal parece que alguien se dispone a derribarla, me acerco a la puerta y la abro de golpe. Légolas se nota muy molesto.

-          ¿Por qué lo invitaste?- me dice mientras me señala con el dedo

-          ¿a quién? ¿de qué me hablas?- de verdad no entiendo nada de lo que está diciendo

-          De tu novio, el “príncipe de Rivendell”- me dice haciendo mueca de repulsión

-          No se dé qué hablas Légolas- le contesto muy sorprendida

-          Elladan está aquí, en el comedor, desayunando al lado de mi padre. Supongo que no aguantabas las ganas de verlo, que le dijiste que viniera a alcanzarte

-          Légolas, yo ni siquiera le dije a Elladan que venía aquí. Hace más de un mes que no lo veo, tuvo que partir de Lothlorien hacia Rivendell porque lord Elrond necesitaba de su presencia, así que he venido aquí sin que él lo sepa.

-          Entonces seguro llego a buscar a su amada y como no estaba decidió seguirla- me dice levantando las manos

-          No lo sé, pero si fuera así, ¿Cuál es el problema?- Légolas me mira fijamente como queriendo asesinarme- tú mismo dijiste que si me hacía feliz tú lo aceptabas.

-          Tienes razón, no hay ningún problema- termina diciendo esto haciendo énfasis en “ningún”- te dejo, para que te pongas hermosa para tu príncipe- se da la vuelta y sale, dando un enorme portazo que estoy segura se escuchó hasta el comedor.

Esta loco, de verdad que lo está, murmuro por lo bajo mientras termino de arreglarme. Estoy algo nerviosa, no sé si por Elladan o por saber que Légolas se puso histérico. Camino hacia los comedores, esta vez sola. Al llegar a las enormes puertas puedo ver al rey charlando amablemente con Elladan. Que demás está decirse se veía tan bien. Su túnica color negro con bordados en plata lo hacía verse como todo un rey, aunque aún no lo fuera. Este último al verme llegar se levanta y camina rápido hasta donde estoy ofreciéndome su brazo. Yo acepto que me escolte hasta mi lugar en la mesa y antes de irse toma mis manos y da a cada una un dulce beso. Vuelve a su lugar al lado del rey. mientras yo me siento Légolas, quien se encuentra sentado enfrente de mí, me mata con la mirada mientras susurra un “que patético”. Yo solo le ignoro. Mientras escucho la conversación entre el rey Thranduil y Elladan:

-          Así que ya conocías a Norie, Elladan- dice Thranduil a modo de pregunta más que de afirmación

-          Así es, he estado sirviendo a la guardia de lady Galadriel desde hace ya casi 5 años. Pero no esperaba encontrarla aquí

-          Príncipe Elladan- interrumpo- disculpe que no haya hablado con usted de que vendría hacia aquí, pero he tomado la decisión mientras estaba usted en Rivendell

-          No se preocupe, lady Norie, ha sido el más grande placer el disfrutar su hermosa presencia de esta forma tan inesperada, la mejor de las sorpresas que me pude encontrar aquí, así no tuve que aguantar mis ganas de verla hasta llegar a Rivendell

-          El placer es mío Elladan- respondo haciendo una reverencia

-          Ahora rey Thranduil, si me disculpa estoy demasiado cansado por mi viaje, iré a la habitación que usted amablemente me ofreció, nos veremos en la comida- al terminar de decir esto hace una reverencia y se va-

Sigo comiendo mientras Légolas me mira de forma grosera. Sigo ignorándolo hasta que ya no puedo.

-          ¿Qué tanto me miras?- le pregunto molesta

-          Nada, tan solo creo que ustedes me dan ganas de vomitar- me dice poniendo cara de asco

-          Légolas, compórtate- lo reprende Thranduil

-          Deja de comportarte como idiota- le digo a la vez que lo señalo

-          Como idiota estas tú, tan admirada por el encanto de Rivendell- me dice, poniendo los ojos en blanco

-          Los celos te corroen, pequeño príncipe

-          ¿celos? Ni que fueras la gran cosa- me dice pasándome una cesta de pan

-          Los dos compórtense por favor-nos dice el rey

-          No quiero pan, gracias- le digo intentando contener mi enojo provocado por su ultimo comentario

-          Es lógico, no quieres pan, como este pan no es de Rivendell- me dice en tono de burla

-          Creo que mejor me retirare, no quiero seguir haciendo el ridículo al discutir

-          Te ofrecería escoltarte como a cualquier dama, pero bueno, como dije, ni que fueras la gran cosa, busca a Elladan, estará encantado

-          Al menos el si tiene modales- le respondo casi gritando

-          ¿Enserio? ¿y por qué no te escolta? ¡ah, es cierto, se fue!

-          Eres un maldito…- no acabo mi frase

-          ¡Cállense los dos! -Grita el rey furioso- parecen unos niños, compórtense o sino los encerrare juntos en una celda de mi calabozo hasta que arreglen sus tontas peleas. A lo que nosotros solo inclinamos la cabeza en señal de vergüenza. Unos minutos después, me excuso y me retiro.

"Sin decir una palabra"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora