Capítulo 3

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—Poncho, ¿podrías por favor dejar de caminar de un lado a otro? Me pones nervioso — había dicho Christian después de varios de minutos de estarlo observando. Era su mejor amigo, se conocían desde pequeños y cuando había decidido estudiar leyes, Alfonso pensó que lo más natural era que trabajara con ellos y se convirtiera en el abogado de la compañía. Y así había sido.

Ese día, estaba muy nervioso. Había recibido los papeles del contrato que Enrique Von Uckermann les ofrecía. Alfonso le había pedido a Christian que lo estudiara con detenimiento, que buscara la mínima cláusula sospechosa, pero no había nada. Era demasiado bueno para ser cierto y eso lo preocupaba, en especial después de todas las advertencias que su padre le había hecho antes de morir. Al conocer la historia de cómo su padre y Enrique habían sido amigos y cómo Enrique lo había traicionado, lo odiaba y odiaba la idea de aceptar su ayuda.

Seguían esperando a que llegaran las dos personas que Enrique había mandado para cerrar el negocio. ¿Por qué no había ido Enrique personalmente? Era un contrato importante, pretendía comprar el 50% de las acciones de la empresa y aun así, había decidido mandar a sus hijos. Le habían asegurado que eran los mejores para hacerse cargo de todo, pero él seguía teniendo dudas y preguntas. Sabía que no aceptar la oferta que le proponía Von Uckermann era, prácticamente, decirle adiós a la empresa.

—Sí, Poncho. Tranquilízate, también me pones nerviosa a mí — agregó Dulce al ver que su hermano no le había hecho caso a su amigo. En ese momento, los interrumpió un toque en la puerta.

—Disculpen — dijo Claudia, la secretaria — Han llegado, señor Herrera. ¿Los hago pasar? — Alfonso respiró profundamente antes de contestar.

—Sí, por favor, Claudia. Gracias.

Escucharon voces afuera y entonces, entró Claudia, seguida por un hombre joven, más o menos de la misma edad de Alfonso. Era alto, delgado, cabello castaño, elegante y seguro, pero sin rastro de arrogancia, por el contrario, tenía una sonrisa amable. Vestía de traje entero y traía un maletín de cuero en la mano. Alfonso supo que como el mayor de los Herrera y el representante de la empresa, debía ser quién hiciera las presentaciones.

—Alfonso Herrera — dijo esté mientras le extendía una mano — A sus órdenes.

—Encantado. Christopher Von Uckermann — contestó este con una sonrisa. Alfonso se dirigió hacia su hermana.

—Ella es mi hermana, Dulce María Herrera y el abogado de la compañía, Christian Chávez — Christopher les extendió la mano a ambos — Pensé que venían dos, ¿dónde está...?

—Disculpen. Necesitaba ir al baño y después se me fue el tiempo viendo los hermosos cuadros que tienen en los pasillos, son unas fotografías impresionantes — dijo la joven que había ingresado en la sala con una amplia sonrisa.

Tenía el cabello castaño, del mismo color que su hermano, que caía en ondas por sus hombros y espalda, una piel blanca y sedosa, un perfil perfecto y unos ojos de un azul profundo que deslumbraban. Llevaba un vestido amarillo con un cinturón café. Era elegante, pero al mismo tiempo fresco y juvenil. Sonreía de manera encantadora y Alfonso se quedó sin aliento mientras la observaba. No imaginó que la hija de Von Uckermann podía ser tan increíblemente hermosa, pero ¿qué esperaba? se preguntó mientras movía su cabeza para concentrarse de nuevo.

—Me perdí las presentaciones, ¿verdad? — preguntó mirando a su hermano. Él sonrió.

—No te preocupes. Mira, él es Christian Chávez, ella Dulce María Herrera y él — dijo señalando a la persona que estaba más cerca de ellos — Alfonso Herrera.

La Venganza (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora