Capítulo 8

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Anahí se quedó un rato en silencio viendo el cielo despejado y las luces de la ciudad iluminando la noche. Nunca le había gustado hablar de su pasado, de cosas que la pusieran triste, de cosas que le dolían, pero, por algún motivo que no entendía, se sentía segura con Alfonso, como si quisiera contarle de su vida, como si quisiera que supiera más de ella. Quizás era porque él se había sincerado con ella, aunque muy poco, Alfonso seguía ocultando muchas cosas, lo podía percibir, pero le daría tiempo para poco a poco se abriera más.

Alfonso la miraba esperando que ella se decidiera a hablar. No la quería presionar, pero se moría por escucharla, por conocer de su vida, de su pasado, descubrir quién había sido ella, qué la asustaba, qué la hacía feliz. De pronto se descubrió queriendo conocer cada detalle, cada cosa insignificante que tuviera que ver con ella. Anahí lo cautivaba, le parecía extraordinaria, diferente, única. Ella lo miró y él le sonrió, ella respondió, después desvió la mirada y suspiró, como preparándose para hablar.

—Mi mamá murió cuando Ucker y yo éramos apenas unos niños. Crecer sin ella ha sido de las cosas más difíciles que he tenido que enfrentar en mi vida — Anahí volvió a mirar a Alfonso y él pudo ver que le costaba trabajo hablar de eso, parecía triste — Supongo que por eso crecí siendo una niña muy insegura, muy tímida — Alfonso enarcó las cejas, le parecía difícil de creer, ella entendió y sonrió — Sí, aunque no lo creas era muy tímida. La parte más difícil era ver siempre a las demás niñas con sus mamás, ayudándolas a peinarse, a escoger qué ropa vestir, cómo comportarse como una señorita. Aunque no me puedo quejar, tenía a mi papá y a mi hermano, pero no era lo mismo.

Ella siguió viendo el paisaje, como queriendo perderse en él. Alfonso la escuchaba con atención y sentía unas ganas enormes de abrazarla, de hacerla saber que él estaba ahí.

—Cuando me convertí en una adolescente, estaba desesparada por encontrar mi lugar, por tener amigas, por ser una de las niñas populares y bonitas del colegio, pero siempre estaba sola, me costaba socializar. No sé si fue por inseguridad o por el simple hecho de querer formar parte del montón, pero me empecé a obsesionar con lo mismo que todas las niñas de mi edad estaban obsesionadas: ser modelo — Anahí sonrió, pero fue una sonrisa triste — Así que comencé a cambiar mi forma de vestir, aprendí a maquillarme y al parecer, el cambio dio resultados. No porque haya logrado hacerme modelo, seguía siendo una niña, pero las personas comenzaron a prestarme más atención, ya no era tan invisible. Aarón, el mejor amigo de Ucker, siempre estaba en nuestra casa, me había visto crecer, pero él también cambió conmigo, empezó a tratarme diferente, a prestarme más atención. Y poco a poco, nos acercamos más, hasta que nos hicimos novios. Al principio mi papá se opuso diciendo que yo era demasiado joven, tenía 17 recién cumplidos, pero al verme tan feliz y contenta, decidió darnos la oportunidad, por supuesto nunca estábamos solos, si no era mi papá, era mi hermano. Aunque Ucker estaba tan feliz de que su mejor amigo fuera también su cuñado, que buscaba la forma de darnos nuestro espacio, sin dejarnos completamente solos.

—Parece mentira pensar que Ucker te diera espacio — dijo Alfonso intentando distraerla un momento.

—No creas, Ucker parece celoso, pero no lo es, en realidad, más que celoso, es muy sobreprotector. Siempre me está cuidando, se preocupa más por mí que por él mismo.

—Supongo que el que sea así tiene algo que ver con su amigo, Aarón, ¿no?

—Vaya Herrera, parece que no hace falta que siga hablando — respondió ella bromeando y después de un corto silencio, continuó — Aarón y Ucker eran de los más populares. Así que en el colegio fue todo un chisme que Aarón Díaz fuera novio de Anahí Von Uckermann, habiendo tantas niñas bonitas, cualquiera se moriría por estar con él, nadie entendía por qué estaba conmigo y yo tampoco lo entendía la verdad.

La Venganza (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora