Capítulo 15

385 38 2
                                    

—Has estado muy serio, Poncho. ¿Está todo bien? — había llegado la hora de despedirse. Cuando Anahí lo miró con sus profundos ojos azules, una corriente le recorrió todo el cuerpo. Se moría por abrazarla y besarla, pero algo dentro de él no lo dejaba.

—No, Any. Lo que pasa... Es que tengo la cabeza en otro lado últimamente... Hay muchas cosas que necesito pensar, pero... Yo...

—Solo quiero saber si te arrepientes de haberme invitado a pasar contigo el fin de semana — Alfonso le acarició la mejilla y le corrió un mechón de pelo dorado que caía sobre su rostro. ¿Podía ser sincero una vez más?

—Nunca me voy a arrepentir de nada de lo que haga contigo, hermosa — Anahí no pudo evitar sonreír, eso era todo lo que necesitaba saber, si tenía que darle tiempo o espacio, lo haría — Perdóname si te hice pasar malos ratos.

—No te preocupes, yo me la pasé muy bien. ¿Nos vemos mañana? — el asintió y se despidieron con un beso. Cuando Anahí y Christopher se habían alejado, Alfonso vio a Dulce que agarraba el bolso con sus cosas.

—¿Qué haces, Dul?

—Me voy.

—Pero habíamos quedado en que dormirías aquí, la otra habitación está libre.

—Gracias, pero prefiero irme a la casa.

—Está bien, voy contigo.

—No, Poncho. Yo... Creo que necesitas estar solo y pensar bien las cosas ¿sí? Ya pedí un taxi, nos vemos mañana en la oficina.

Alfonso se quedó solo, pensó en llamar a Christian, pero se arrepintió. Eran mejores amigos hacía años y se conocían demasiado bien. Alfonso sabía que no podría ocultarle nada a su amigo y aún no se sentía preparado para hablar con nadie. Estuvo intentando distraerse el resto del día, pero cuando llegó la noche, se tiró en la cama derrotado.

Esa noche estuvo soñando diferentes cosas, imágenes de su padre iban y venían, lo escuchaba, pero no lo veía, hasta que su figura apareció frente a Alfonso.

Me estás traicionando, hijo.

—No, papá. Jamás lo haría.

—¿Quieres a la hija de Enrique? — Alfonso no contestó de inmediato — Sígueme — siguió a su padre hasta que llegó a un cuarto oscuro, había una pareja besándose. Un hombre joven al que no pudo reconocer estaba con...

—No puede ser.

—Ella no te conviene, Alfonso. Olvídate de ella y piensa en tu familia — en ese momento Anahí volteó y al verlo, comenzó a reírse a carcajadas, poco a poco, miles de carcajadas se escuchaban en toda la habitación.

Alfonso respiró aliviado cuando por fin se despertó. Pero se sentía mal, llevaba varios días sin poder dormir bien, esas pesadillas lo estaban dejando agotado. Cuando por fin se pudo levantar de la cama, miró el reloj y eran las 6 de la mañana. Decidió levantarse a darse una ducha, se sentía pegajoso por todo el sudor y necesitaba relajarse.

Después podría desayunar tranquilo y dirigirse hacia la oficina. Él sabía que esos sueños no tenían sentido, Anahí no era así, quizás simplemente se estaba volviendo loco por pensar tanto. Le entraron unas ganas enormes de poder verla, de asegurarse que seguía siendo la misma chica dulce y soñadora de siempre, que sus sueños no eran un reflejo de la realidad.

Anahí estaba en la oficina revisando algunas tablas con las cifras de la empresa de la última semana. Se sintió feliz al ver que les estaba yendo tan bien, en un par de meses, podrían incluso recuperar las acciones que su padre había comprado y la empresa volvería a ser cien por ciento de los Herrera. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del teléfono que le indicaba que Claudia, la secretaria, la llamaba.

La Venganza (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora