Capítulo 5

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Alfonso no podía quitarle la vista de encima, aunque tampoco se atrevía a acercarse a ella. Últimamente no podía sacársela de la cabeza y acercarse a ella lo haría peor. Anahí sonreía y hablaba con varias personas que llegaban a saludarla, mientras Alfonso notaba a varios hombres que tampoco dejaban de mirarla.

Por algún motivo, aquello lo ponía furioso, no quería que nadie se le acercara, deseaba estar con ella para cuidarla y alejarla de las miradas de esos hombres que la veían como si fuera una presa. De pronto vio que uno de los hombres la había estado observando, sonreía y se acercaba decidido hacia ella. ¿La invitaría a bailar? ¿Querría llevarla a cenar? Seguramente quería aprovechar que en ese preciso instante, por fin se había quedado sola, pero no, Alfonso no lo iba a permitir. Él estaba más cerca de ella y un impulso que no pudo controlar lo hizo moverse y acercarse sin dudarlo.

—¿Me concederías este baile? — dijo Alfonso mientras veía de reojo como el hombre que venía hacia ella fruncía el ceño y se alejaba. Él sonrió victorioso.

—Alfonso, no sabía que te gustaba bailar — contestó ella con una sonrisa que lo dejó sin aliento — Pensé que alguien tan serio como tú, lo consideraría un pasatiempo demasiado banal — él no pudo evitar sonreír. Siempre directa.

—Hay muchas cosas de mí que no conoces. Contrario a la opinión general, me encanta bailar — esta vez le extendió la mano y ella la aceptó. Su toque quemaba, pero esa sensación le gustaba. Caminaron hacia la pista de baila y se unieron a las demás parejas que bailaban. Anahí puso sus manos sobre los hombros de él, mientras él colocaba las suyas en la cintura de ella. No estaba seguro de que invitarla a bailar hubiera sido una buena idea.

—De repente te pusiste muy serio, ¿no me digas que tan pronto te arrepentiste de haberme invitado a bailar?

—Para nada — dijo él en tono tranquilo — Simplemente no me gusta ser el centro de atención y por algún motivo, en este momento, tú y yo lo somos — Anahí volteó a mirar a su alrededor y notó que muchas personas los miraban y cuchicheaban.

—Oh, Alfonso, hemos desatado al Kraken. Les hemos dado un motivo para que hablen esta noche. La rebelde hija de Von Uckermann junto al serio y elegante hijo de Herrera — Anahí hablaba más divertida que otra cosa — Lamento que te ganes una mala fama por mi culpa.

—No creo que sea precisamente por eso que nos ven.

—¿Ah no? A ver, ilumíname, por favor.

—Te ves espléndida, Anahí. Has desatado las miradas anhelantes de cada hombre y las miradas envidiosas de cada mujer.

—Vaya, Herrera, ¿quién diría que me dirías un cumplido? — los ojos de Anahí eran chispeantes, tan vivos y decían tanto — Pero no creo que el mérito sea solo mío, tú no quedas atrás. He visto las miradas que te lanzan las mujeres. Si quieres, te puedo ayudar a darles celos — dijo mientras le ponía ambas manos alrededor del cuello y se acercaba más a él — O si por el contrario, te gusta alguna en especial, me dices y con gusto le cedo mi lugar — dijo mientras la guiñaba el ojo.

La que le interesaba estaba bailando con él. No tenía ojos para nadie más. Alfonso intentó controlar el hilo de sus pensamientos.

—¿Tan rápido te quieres deshacer de mí, Puente?

—¿Puente? — Anahí sonrió ampliamente — Nadie me había llamado por mi segundo apellido antes.

—Me gusta más — dijo Alfonso receloso, no quería llamarla por su primer apellido, no quería recordar que era hija de Enrique.

—Mmm sí, es más suave. Aunque no te dejes engañar, los Von Uckermann son unos ángeles, la rebeldía viene del lado Puente. Te lo acepto porque es el apellido de mi madre, me alegra que alguien me llame así — ella le sonrió y Alfonso se perdió en sus ojos azules. ¿Cómo era posible que esa mujer lo hiciera sentir tantas cosas? La acababa de conocer. Sin darse cuenta, la canción había terminado, pero él no la soltaba — Creo que la canción terminó.

La Venganza (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora