Capítulo 7

361 42 2
                                    

—Enana, ¿estás ocupada? — Anahí levantó la vista y sonrió al ver a su hermano. Había estado tan ocupada con el trabajo, que casi no lo había visto en todo el día. 

—¡Bebé! Para ti siempre tengo tiempo. 

—Oye, ¿qué tal el trabajo hoy? ¿Vas a salir temprano o te quedas trabajando hasta tarde? 

—Mmm aún no lo sé. He estado trabajando en varios asuntos de finanzas, y se viene el cierre de mes, entonces quiero que todo quede listo a tiempo. ¿Y tú qué tal vas con la campaña publicitaria? 

—Estamos un poco retrasados la verdad, pero lo bueno es que ya tenemos la idea, ahora solo necesitamos hacer el plan — Christopher se veía un poco preocupado. 

—¿Qué pasa, Ucker? Dime lo que me tengas que decir, no le des vueltas — dijo Anahí sonriendo mientras Christopher la miraba sorprendido. Siempre lo había conocido muy bien. 

—No es nada, enana. Es solo que... Creo que me voy a quedar hasta tarde hoy, por eso te preguntaba. 

—Ah bueno, no hay problema, tomo un taxi y me voy a la casa. Tú tranquilo. 

—Por supuesto que no, Any. Yo te llevo a la casa, si sales temprano voy y te dejo y regreso a trabajar y si terminas tarde y te quedas trabajando más, entonces nos vamos juntos. 

—Ucker, no creo que me vaya a quedar hasta la madrugada trabajando. Te conozco, cuando necesitas sacar algo, no te das cuenta del tiempo. Además, con el tráfico, tardarías mucho en regresar, es tiempo que puedes invertir trabajando. 

—Any, sabes bien que no me gusta que andes sola. Además estamos en una ciudad que no conocemos tan bien y solo nos tenemos el uno al otro. Yo... — Anahí interrumpió a su hermano. Se levantó y se dirigió hacia dónde él estaba y le tomó las manos. 

—¿Hace cuánto no me pasa nada, bebé? 

—Lo sé, enana, lo sé. Llevas varios años bien, pero el doctor fue muy claro cuando nos dijo que los ataques pueden volver en cualquier momento y yo no me quiero arriesgar. 

—Sí, pero para que los ataques regresen tiene que haber un detonante y en este momento de mi vida, no creo que haya nada así. Me siento contenta, feliz, tranquila. De verdad, Ucker, tienes que confiar más en mí. Ya no soy una niña. Además, no puedes pasarte la vida cuidándome. Te amo, hermanito, pero necesito que me sueltes.

—A veces te asfixio ¿verdad? 

—Un poquito nada más — contestó Anahí sonriendo — Mira, te prometo que te aviso cuando voy en el taxi y cuando llego a la casa, ¿sí? Así te quedas tranquilo — Christopher se quedó pensando y después de unos segundos suspiró. 

—Pero prométeme que cualquier cosa, lo mínimo que pase o sientas...

—Sí, Ucker, yo te aviso. Ahora anda, a trabajar — dijo ella mientras le daba un beso en la mejilla. 

A las seis en punto, Anahí decidió que era hora de irse a casa, por lo que pidió un taxi. Pensó en pasar a la oficina de Christopher a despedirse, pero segura de que insistiría en llevarla él mismo de nuevo, prefirió salir y avisarle cuando estuviera en el taxi. Salió del edificio y esperó mientras veía a la gente pasar. 

—Vaya, ya no recordaba de tu cara, Puente — sonó una voz familiar detrás de ella. Anahí sonrió. 

—¡Qué exagerado me saliste, Herrera! No me ves un día y ya te olvidas de mí. 

—Imposible — dijo él sonriendo — ¿Qué haces aquí afuera sola? 

—Ucker se quedó trabajando hasta tarde, está un poco histérico por lo de la campaña publicitaria, y por mucho que quisiera esperarlo, lo conozco y sé que puede trabajar hasta mañana sin siquiera dormir.

La Venganza (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora