Capítulo 20

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¿Era muy tarde para cancelar la cena? Tal vez podía llamar a Enrique y decirle que se le había presentado una emergencia familiar, de seguro él entendería. «Genial Poncho, acabas de hacer las paces con el hombre y ya le quieres mentir. Genio». Pensó mientras se dirigía a la puerta de la casa que tenía frente a él. Respiró profundamente, era solo una cena. ¿Entonces por qué sentía esa sensación de vacío en el pecho, como si le costara respirar? 

«Anahí». Claro. Era su casa y probablemente estaba inundada de ella, de su aroma, de su presencia. Cada rincón de ese lugar contaba una historia diferente de su vida. Imaginaba fotografías de ella por todas partes, al mirar el jardín a su alrededor se preguntó cuántas veces habría jugado ahí cuando era una pequeña, la imaginó corriendo y sonriendo por todos lados. En alguna parte de la casa estaba su habitación, ¿seguiría guardando su aroma? Lo que daría por respirar su perfume una vez más. «Eres un maldito masoquista, Poncho». Sin pensarlo más, tocó el timbre. 

La puerta se abrió y del otro lado lo recibió una señora con rostro amable. Podía tener un poco más de cincuenta años. Ella lo saludó con una sonrisa que hizo que aparecieran líneas de expresión alrededor de sus ojos, le recordó a su madre.

—Usted debe ser el joven Herrera. Pase adelante, el señor Enrique lo está esperando en el comedor. Sígame. 

Alfonso la siguió por la amplia sala de estar. El lugar tenía ventanales altos que hacían que se iluminara cada rincón. Los muebles parecían ser antiguos, como si llevaran muchos años en la familia. Había plantas naturales en varios lugares, flores coloridas que adornaban las esquinas. Probablemente había sido idea de Anahí, ella amaba la naturaleza y como si al pensar en ella, la hubiera llamado, una fotografía llamó su atención. Era un cuadro grande de una mujer muy bonita de cabello castaño y ojos azules, pero al observarlo detenidamente, se dio cuenta de que no era Anahí. La mujer del cuadro tenía el cabello más corto y, aunque tenía los mismos ojos color cielo, eran más pequeños que los de la mujer que le robaba los suspiros.

—Era hermosa — Enrique apareció a su lado, estaba tan distraído viendo a la mujer del cuadro, que no se había percatado de su presencia — Any se parece muchísimo a ella — Alfonso pudo notar en la mirada de ese hombre de pie junto a él, lo mucho que amaba a su mujer, era difícil de creer que incluso después de tantos años de ausencia, el amor pudiera sobrevivir, pero la calidez y la adoración que vio en sus ojos le mostró que su amor por su difunta esposa no había desaparecido.

—Le habrías caído muy bien. Estoy seguro de que se hubieran llevado de maravilla. Tenía la misma personalidad avasalladora y alegre que tiene nuestra Any.

—Me habría encantado conocerla, parece haber sido una mujer maravillosa. 

—Lo era — Enrique suspiró y después de unos minutos en los que Alfonso pudo ver como sus ojos se cristalizaban, decidió caminar hacia lo que parecía ser el comedor. Alfonso lo siguió en silencio — Me alegra que hayas venido, hijo. Tenía muchas ganas de que compartiéramos tiempo fuera de la seriedad profesional de los negocios. Gracias por aceptar. 

—Gracias a usted por la invitación Enrique.

—Así que sí viniste  — dijo Christopher mientras se acercaba a ellos.

—Te dije que vendría  — Enrique sonrió y se dirigió a Alfonso — Mi hijo estaba seguro de que ibas a cancelar.

—Ucker — Alfonso le extendió la mano y Christopher la estrechó con una sonrisa — Lamento decepcionarte al haber venido.

—Al contrario, me hubieras decepcionado si no lo hubieras hecho. 

Después de un rato más de charla, los tres se sentaron en sus respectivas sillas para continuar con la cena. Alfonso no contaba con sentirse tan cómodo en aquella casa con dos personas que hace unos meses consideraba sus enemigos. Aunque no podía negar que en el fondo esperaba que unos ojos azules lo sorprendieran, sabía que era imposible. Ella ni siquiera estaba ahí. La cena transcurrió entre historias, bromas y risas. Alfonso no recordaba la última vez que había tenido una cena así, en la que se sintiera en familia, comiendo y conversando juntos. Pensó que tenía que organizar una comida parecida con su mamá y Dulce. 

La Venganza (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora