Capítulo 2

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Enrique estaba sentado a la mesa, esperando que sus hijos llegaran del trabajo para cenar. Esa noche, tendrían una cena de negocios. Había puesto el viejo candelabro de tres velas en el centro de la mesa, aquella era una tradición que su esposa había iniciado hacía muchos años atrás. Tenía que reconocer que había sido una buena estrategia. Enrique había empezado su empresa solo. Aunque su padre lo pudo haber ayudado a establecerse, él quería lograr salir adelante por sí mismo. Y así lo había hecho.

Siendo el primer y principal miembro en su compañía, su esposa tuvo que soportar que dedicara demasiado tiempo a los negocios. Ella había sido su mayor apoyo, siempre a su lado, aconsejándolo, ayudándolo y dándole nuevas ideas. La había conocido cuando llegó pidiendo una oportunidad para trabajar con él. Era joven y decidida y aunque no tenía mucha experiencia, su carisma lo había conquistado. Terminó siendo su mejor contratación. No hubiera podido salir adelante sin ella. Sin embargo, cuando la empresa estaba consolidada, Enrique había seguido dedicando mucho tiempo a la compañía, por lo que su esposa se dispuso a crear las cenas de negocios.

Ponía el candelabro en el centro de la mesa y podían hablar de todos los planes y proyectos nuevos que la empresa tenía que enfrentar, pero una vez que las tres velas se consumían, la conversación terminaba, sin oportunidad de protestar. Él quiso seguir con aquella tradición y se la enseñó a sus hijos desde que eran pequeños. Cuando estuvieron lo suficientemente grandes para formar parte de la compañía, habían continuado con aquella tradición, era un recordatorio de su esposa que siempre le decía que era bueno dedicarle tiempo a los negocios, pero no demasiado porque había cosas más importantes. Sonrió con nostalgia al recordarla. La extrañaba mucho.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por las voces de sus hijos que escuchaban en la entrada. Habían llegado y venían riendo. Le alegraba que su relación de hermanos fuera tan buena, su madre estaría orgullosa del hombre y la mujer en los que se habían convertido. Los mejores de la compañía en su área. Enrique les confiaba básicamente todo a ellos y nunca lo habían defraudado, a pesar de ser tan jóvenes, habían sabido dirigir la empresa.

—¿Papá? ¿Papito? ¿Estás arriba?

—Estoy en el comedor, mi amor — su hermosa hija entró sonriendo. Era idéntica a su madre, no solo en el físico, sino en la forma de ser. Tenía una personalidad arrebatadora que dejaba a cualquier sin aliento. Se acercó y le dio un beso y un abrazo.

—Con qué cena de negocios, ¿eh? — dijo ella mientras alzaba una ceja y miraba el candelabro en el centro de la mesa — No recuerdo que hubiera nada urgente que estuviera pendiente.

—Hola papá — saludó su hijo mayor mientras entraba. Le dio un beso en la cabeza y se sentó junto a su padre, al frente de su hermana. Su hijo era más parecido a él, tenía la misma forma de ser apacible y tranquila, pero en el físico se parecía a su madre — Any tiene razón, no nos dijiste que hubiera nada urgente que tuviéramos que tratar. El último pendiente era el contrato con Johnson & Smith, pero eso ya está listo. Lo conseguimos — agregó él contento.

—Sabía que lo lograrías. Nadie se escapa de tus persuasiones — Enrique miró a su hijo con orgullo.

—A ver, a ver, señor. Ese contrato no se hubiera firmado, si yo no lo demuestro con cifras y datos palpables a los señores que con nosotros solo obtendrían ganancias. Así que el mérito también es mío.

—Lo sé, princesa. Siempre he sabido que con ustedes dos a la cabeza, no tenemos las de perder. Son como huracán — dijo Enrique mientras tomaba la mano de su hija y la besaba con ternura — Pero esta cena no tiene nada que ver con ese negocio. Es acerca de otra cosa, algo completamente diferente — Enrique no estaba seguro de cómo abordar el tema. El negocio que les iba a proponer no tenía ni pies ni cabeza, pero lo hacía por ayudar a un viejo amigo. No pudo negarse cuando escuchó la súplica de Elena hacía un par de meses atrás. Había estado investigando todo lo necesario de la compañía de Arturo, pero no tenía buena pinta.

La Venganza (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora