Capítulo 10

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Anahí no había podido ocultar su sorpresa cuando llegaron al lugar donde cenarían. Era un lugar alejado de la ciudad, había un lago que reflejaba la luz de la luna, estaban rodeados de árboles, pero había un pequeño claro en el que ellos estaban desde donde se podían ver perfectamente las estrellas. Alfonso había puesto una manta en el suelo y llevaba una canasta llena de comida para que no pasaran hambre. Tenía todo listo para que cenaran bajo las estrellas.

Ella no pudo evitar sonreír, desde pequeña amaba el cielo y todo lo que tenía que ver con él. Había aprendido a distinguir las constelaciones y sus estrellas más brillantes, amaba escaparse a algún lugar donde pudiera sentarse a verlas, podía pasar horas viendo cada forma, cada estrella.

—¿Cómo supiste? — Alfonso la miró confundido — Ah claro, Ucker — se respondió a sí misma.

—¿Ucker? ¿De qué estás hablando?

—De seguro me trajiste aquí porque mi hermano te dijo que amaba ver las estrellas, ¿no? — Alfonso sonrió.

—A mí nadie me dijo nada. Te traje aquí porque yo amo ver las estrellas. Suelo venir cada vez que necesito respirar aire fresco y perderme viendo el cielo.

—Demuéstralo — él la miró enarcando las cejas — Quiero ver si de verdad sabes de constelaciones.

—Ah, la señorita no me cree — Alfonso alzó la vista y sonrió mientras señalaba hacia una parte específica del cielo — Ahí está el Can Mayor, es mi constelación favorita, creo que más que todo porque crecí siendo fan de Harry Potter y me fascinaba saber que su estrella más brillante es Sirius, mi personaje preferido por supuesto — Anahí no pudo evitar sonreír. 

—¿Quién hubiera imaginado que eras todo un nerd, Alfonso? Cada vez me sorprendes más.

—Y aún estoy lleno de sorpresas — dijo mientras le guiñaba un ojo — Ah y mira — esta vez señaló otro grupo de estrellas — Ahí está...

—Orión — agregó Anahí con una sonrisa — Esa es mi favorita.

—Así que tú también sabes de constelaciones.

—Aprendí desde pequeña. Mi mamá me enseñó y de ella heredé la pasión por el cielo y el universo. Fue lo primero que recuerdo haber aprendido y disfrutado.

—¿Eran muy unidas? — Anahí tardó un momento en contestar.

—Mi mamá era mi mejor amiga. Pasábamos mucho tiempo juntas, éramos inseparables y yo siempre pensaba que cuando fuera grande, quería ser exactamente como ella — Anahí sonrió con tristeza — Mi papá dice que me parezco mucho a ella. Ojalá sea cierto. 

—Estoy seguro de que lo es — respondió Alfonso con plena seguridad — y estoy seguro de que ella también lo piensa — Anahí le apretó la mano con cariño y volvió a mirar las estrellas. 

—Murió cuando yo tenía 10 años, Ucker tenía 13. Yo estaba con ella cuando pasó — dijo con apenas un hilo de voz. Alfonso sostenía su mano sin soltarla — Mi mejor amiga, Maite, y yo decidimos inscribirnos en un campamento de verano, para niños. Yo no tenía ganas de ir, pero ella me convenció. Quedamos en vernos en el lugar porque ella necesitaba ir a hacer unas cosas antes con su mamá. Mis papás me llevaron y estuve esperando, hasta que la encargada del campamento llegó a decirme que tenía una llamada. Maite me dijo que se había enfermado, algo del estómago, un virus, así que su mamá no quería que fuera. 

Anahí suspiró como recordando todo. Alfonso no podía creer que apenas tenía 10 años, era una niña.

—Como toda niña de esa edad, comencé a llorar. Yo solo había aceptado ir porque Maite iba y no quería pasar el fin de semana con niños a los que no conocía. La encargada llamó a mis papás y le pedí a mi mamá que por favor fuera por mí, estaba  desesperada, era tarde y yo no quería dormir sola, tenía miedo. Esa noche tenían una cena de negocios, pero mi mamá convenció a mi papá de ir sola. Él no quería, le parecía muy peligroso, pero ella le aseguró que todo iba a estar bien y no quería que yo me quedara sola, llorando. 

La Venganza (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora